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05 agosto 2011

El cursor que parpadea vs Mí


Tratar de vencer el cursor que parpadea, después de muchos, muchos meses, es complicado.

Pero debo hacerlo, porque siento que me apago si no lo hago, o al menos eso me dijeron.

Y es que, a veces los incidentes más extraños o inverosímiles son los que nos dejan una lección y nos ubican; aquellos que se salen de lo cotidiano, aquellos que ponen a prueba tu escepticismo.

Recientemente una amiga -a quién quiero mucho- me leyó las cartas y logró mover cosas en mi interior que difícilmente hubiese podido lograr una psicóloga.

Me había propuesto leer mi destino desde hace tiempo pero, aunque me atraía la idea (más por saber qué iba a decirme que por convicción en el asunto) siempre lo dejaba de lado.

Pero el día llegó: entré a su apartamento y respiré un ambiente de aromática tranquilidad. Me senté, platicamos de cualquier cosa y de repente, en su comedor, estábamos frente a frente como quién fuese a revelar el elíxir de la vida o algún misterio similar en cuestión de segundos.

Me puse nervioso, sabía que algo saldría de esa reunión y aunque me temblaban las manos, me sentí como niño con juguete nuevo: iba a preguntar todo lo que se me ocurriera con respecto a mí, el futuro o terceras personas.

Así que, mientras barajaba las cartas, empecé a pensar en todo lo que me ha estado inquietando últimamente.

Mi trabajo…

Mis –nulas- relaciones sentimentales…

Mi salud…

El dinero…

Sobre aquella persona que no sé si vale la pena buscar o dejar ir de una vez por todas…

Mi madre…mi familia…

Mis intereses…

Sí, mis intereses: escribir, tomar fotografías, el cine, la música…

Y sin querer tocó la fibra cuando empecé a colocar las cartas que responderían “la pregunta” y que daban cuenta de un inusual mosaico de imágenes muy coloridas y hermosas.

“Debes buscar un empleo donde desarrolles tu creatividad” – me dijo.

“Naciste con un don, tienes una sensibilidad especial para lo creativo y debes desarrollarlo porque de lo contrario estás matando eso que te distingue, suprimiendo esa esencia y te vas a apagar poco a poco, si es que no te estás apagando ya”

Mágicas palabras.

Si viviese en un cómic, en ese momento se habría abierto un hoyo bajo la silla en donde estaba y me hubiese ido directito a las profundidades de la tierra o al infierno, ya no sé. Lejos pues…muy lejos.

Y sí, mágicas palabras que sólo me hacían mover la cabeza positivamente, buscando en el ambiente que alguien me las tatuara en la mente y de esa forma no olvidarlas nunca.

“Hacer lo que me gusta”, qué atractivo y qué difícil se escucha a la vez, cuando has contraído compromisos y un estilo de vida que sabes no obtendrías de haber seguido ese camino, o tal vez sí.

Tal vez no pueda cambiar eso a la brevedad, tal vez lograré hacerlo en algunos años, cuando la vejez se haya apoderado de mí; pero hoy, me prometí que al menos hoy, iba a tratar de vencer este cursor, procurar escribir -uno de mis pequeños grandes placeres- y permitirme explorar un poco más lo que guardo en mi interior y plasmarlo, aunque nadie me lea, o tal vez sí.

Felizmente creo que al menos hoy, he vencido.

11 febrero 2010

Regresando del mismísimo infierno










Mi vida ha dado un giro trascendental. Ocurrió algo en ella en el mes de enero y lo que llevo de febrero que ha modificado sustancialmente mi forma de ser, principalmente en lo laboral. He librado una batalla, cruenta, desgastante y que ha movido toda mi estructura emocional y espiritual. He llorado, he sacado fuerza donde nunca creí tener obligándome a replantearme muchas cosas.

Y nadie mejor que Gandalf en esta secuencia para ilustrar lo que he pasado. Bendito Dios, aprendemos de estas experiencias. Hoy puedo decir que estoy regresando del mismísimo infierno.
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Dios existe. Créanme.

Ya les contaré.
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07 enero 2010

Regaderazo Prodigioso Vol. 2

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Veo felizmente que el padre de Mafalda tiene las mismas preocupaciones que yo jajaja. Esta imagen debió adornar el post que relataba mi 'crisis' de los 30 pues no puede ser mas ad hoc para todo lo que les comenté en su momento. Y créanme, las respuestas plasmadas ahí por ustedes, las he compartido muchas veces con amistades que padecen estos 'violentos, preocupantes y acongojantes' pensamientos con espléndidos resultados. Gracias por ello.
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Puedo pues descansar tranquilo, mis pesares son universales.
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02 enero 2010

Hoy me sentí un nómada

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Me despedí de mi hermana en el aeropuerto diciéndole que me encanta su familia, que la quiero y que cuenta conmigo. Es la primera vez que se lo digo con tal apasionamiento que se me quebró la voz y se me hizo un nudo en la garganta. El tiempo pasa y ya no me es posible verla con la frecuencia de antes. Si bien me va, esto sucederá cada año, pero el tiempo, insisto, continúa pasando y ¿por qué no decirlo? haciendo mella en nosotros, empezando por el físico que ya no es el de antes pues por mínimo que sea el cambio, tener 37 y ella 36 por supuesto que en algo nos afecta.

Pero me sentí nómada porque dentro de todo me sentí solo. Un simple observador que ve como la vida brota y toma curso a su alrededor, con su familia, como mirando algo que me fue negado o tal vez que me he autoimpuesto estúpidamente: una suerte de soledad de la que he dotado a mi vida y que me condena (a veces pienso que como un vampiro) a ser, repito, un observador pasivo de eventos, personas y sus lazos.
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La abracé muy fuerte en la despedida y mientras caminaba hacia la sala de espera, rogué por ser notado, rogué porque alguien me viera y que tuviera el ánimo y ganas de acercárseme para darse cuenta que soy un ser extraordinario y con una necesidad imperiosa de amar y ser amado.
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Pero nada de eso sucede.
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La gente a mi alrededor abraza a su familia, niños jugando videojuegos, un joven que duerme plácidamente como si no le importara perder el avión, pero dentro de todo, vida, mucha vida y compañías.
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Y volteo a ver el teclado y por primera vez me siento un limosnero de amor, por cursi, triste y exagerado que se escuche.
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Y mientras pienso en el cada vez más lejano “ya llegará” trato de hacer planes de regreso a la escuela, al trabajo, a casa y posiblemente pensar en el nuevo viaje que haré en fechas santas, sólo para sentirme de nuevo el nómada entre personas que me quieren y de las que me despediré llegado el momento.
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Creo que si me concientizo de esta forma de vida, tal vez no me duela tanto…como ahorita. Debo hacerlo. Tengo que...
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Mientras tanto, el maldito nudo en la garganta no se va (malditas fechas).

15 diciembre 2009

Y si...?


A veces me es difícil dejar ir a alguien. Sacar de mi vida. Tomar decisiones en ese sentido me entristece. ¿Qué hacer? ¿poner en balanza y decidir racionalmente aunque el corazón indique lo contrario a lo que se piensa? Y es que los “¿y qué tal si…?” “¿y si cambiara?” (aunque cuando pienso que la gente no cambia, como que la decisión es clara) “¿y si existiese alguna mínima oportunidad y la estoy dejando ir?
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Me he dado cuenta que con hablar se pueden lograr muchas cosas pero a veces hasta eso me pienso y pueden salir cosas como: “¡Que me busque primero! pero… ¿y si se queda esperando lo mismo que yo?".
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No sé dejar ir cuando quiero mucho. Me siento tan inexperto porque en el fondo sigo pensando que posiblemente -algún día- me arrepienta de no haber luchado o de no haber hecho mi último esfuerzo (o uno más) que pudiese generar el resultado deseado.
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Aunque a veces hay tantos detalles que se han presentado en el camino que uno dice: “Todo lo que ha ocurrido no puede ser bueno donde hoy estoy dudando en dejar ir a esta persona”
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Esto de la voluntad es una de mis materias pendientes y tremendamente pesadas (como esa duda que asalta a Ada, en El Piano); pero entiendo que de aciertos y errores está lleno nuestro deambular por la vida, así que seguramente (tarde o temprano) seguiré tomando decisiones como hasta ahora y tendré que vivir con los resultados.
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08 diciembre 2009

"Trainspotting DF"

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Parejas besándose, vagabundos que piden limosna, piratería al por mayor, hombres agarrados de la mano, darketos, emos, punks, tiendas de lencería erótica, puestos de periódico que parecen minis-oxxo (hay de todo), libros baratos, libros caros, películas pornográficas de 10 pesos, taxis dorados con vino, payasitos y limpiaparabrisas en los cruceros y frío, mucho frío… Apretones en el metro, jóvenes que desafían la influenza tomándose de las manos, ojos rojos o cerrados, el cantante ciego con bocinas en mochila mientras es observado con desdén, las señoras vendiendo discos de mp3, la receta de cocina navideña o el chocolate de a 10, “llévelo, llévelo…” La glorieta de Insurgentes, los polis en cada esquina, el smog, edificios y espectaculares desafiando gravedad, el olor a comida, los muchachos reunidos, las muchachas festivas, las medias negras con encaje, los que ven si llevas reloj, los que te ven el trasero y el volumen delantero o aquellos que ni te ven (somos tantos)Es el paso apresurado, es sortear a los cafres, es voltear a todos lados, es guardarte las alhajas, es salir sin la cartera, es tomar con fuerza tu compra, es evitar los callejones solitarios, es desviar la mirada, es hacerte el ‘capitalino’ para que no sobresalgas, gente que va, gente que viene… Es entrar a un Café y antibacterial de una vez, es la señora de 60 con maquillaje de 15 con los tubos mal peinados o la abuelita inmóvil con un niño que te mira sin sonrisa o el maduro con bufanda que adivinas te desea, es el humo del cigarro, es la chava con su cel o el novio fresa que la ve… Es una charla bohemia y gente de aire intelectual, es el arte transpirando por doquier, es el músico en ‘El Péndulo’ o el cine que nunca ves, es Monsiváis instalado en su pose de ‘todo lo sé’, es la variedad de teatros, son las plazas, los tés, es una música clásica escuchándose y cantidad de ropa difícil de creer, es la guapísima andando o el musculoso con alas posando o enfundado en piel… El hotel, el elevador, el botón No. 4, el pasillo solitario, el libro en el buró, lo observo sentado al borde, la tele con franjas multicolores y afuera, afuera el sonido disminuido de autos que desfilan sin fin, adiós calcetines y zapatos, el cobertor protegiéndome del frío, la almohada que me hace compañía, mis párpados se rinden, mi respiración se alenta, “¡cuánta vida tiene el DF!” –pienso-, duermo.

10 noviembre 2009

Los placeres realmente solitarios


Recientemente viajé a Río Lagartos (en Yucatán) con un compañero (y he de decir, nuevo amigo) de la Maestría. Más allá del anecdotario del viaje, que aún con amenaza de lluvia durante todo el trayecto fue algo realmente satisfactorio, ocurrió un detalle que me dejó perplejo (si, con ‘rpl’) y tiene que ver con la relatividad de las cosas.
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Íbamos muy a gusto, escuchando música. Yo previamente hice una selección (depuración pues) precisamente para oír cosas agradables en carretera y que no me saliera (al azar) alguna sorpresita inesperada tipo Napoleón, Leonardo Favio o Tatiana (sí, a todos los tengo en el IPOD y ya conté el origen de tales inclusiones). Traté de equilibrar un poco la selección a la hora de armarla pues más o menos conocía a mi acompañante y sabía que, de entrada Lila Downs (y todo lo que sonara digamos tradicional, mexicano, folclórico y a trova) tenía que estar.
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Pero se me hacía egoísta tratar solamente de alegrarle el oído a él y decidí meter mis gustos; al menos lo más accesible para un compañero de Maestría, léase Nyman (hay temas excelentes para viaje en carretera), Tiersen o hasta Korzeniowski a quién traigo naturalmente de batalla (Danube, no podía faltar, ¡claro!). La Méndez fue descartada por obvias razones, pues mi cuate si algo tiene es un sentido del humor bastante cáustico que me produciría seguramente tener que justificar mis gustos y sinceramente no le vi el caso (ella es para cuando viajo solo y/o sabiendo de antemano que otras amistades comparten esta afición).
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Así las cosas, me encontré de repente disfrutando a Lila, Caifanes y a Mercedes Sosa que se alternaban peligrosa e incongruentemente con temas en inglés de Coldplay, Depeche Mode y The Killers. También puse agua de mi molino y en plan de relajo le aventé trivias con los primeros segundos de algunas rolas de antología (mientras el manejaba) emergiendo entre carcajadas la tesoro Laura León, Chico Che y su Crisis.
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Pero llegó el turno de Nyman (digo, ya me tocaba algo personal). Todavía recuerdo que le dije: “oye esta maravilla” y le di play a la primera parte del MGV (Musique à Grand Vitesse) que compuso Nyman para el Festival de Lille en Francia (en el 93); entrarle a MGV es entrarle verdaderamente a la velocidad de las cuerdas de Nyman y creí que mi amigo terminaría rendido.
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Pero nada, no le produjo nada.
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Terminó el tema y con un optimismo más receloso, me dije: “Ok, probemos con algo más accesible” y me seguí con Korzeniowski y su ‘Danube’ mientras él se limitaba a imitar gutural y pobremente el sonido repetitivo de tan deliciosa melodía golpeando tenuemente con los dedos el volante y de plano me percaté entonces de que, por ser ‘sólo música’ (instrumental, si pudiese malamente decirse) la experiencia auditiva no estaba al suficiente nivel emocional que los tamborazos de Lila Downs por ejemplo (sin decirlo despectivamente, pues Lila me fascina). De reojo vi el estéreo del auto y sentí tan minimizada toda la orquestación y mi sentimiento que estuve a un paso de subirle más el volumen, voltear a verlo, sacudirlo un poco y decirle: “pero…¿cómo es posible que no te inspire algo tanta grandiosidad?! Damn it!!” (Plaf plaf -Batman dixit)
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Ni modo. Ya me di cuenta que cada quién anda en su rollo, con sus gustos exaltados y sus dioses intocables. Por lo pronto, escuchar a los míos definitivamente tiene que ser en solitario y disfrutarse a niveles inconmensurables sin compañía, a máximo volumen y con los sentidos puestos totalmente en cada instrumento, en cada movimiento y en cada sonido. Con mi compañero de viaje, mejor terminamos cantando al unísono y a todo pulmón “Bella” de Mijares, mientras los tracks de Nyman y compañía, se perdían discretamente en la profunda vastedad de mi reproductor.
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11 agosto 2009

'Mistake' by Monsieur David

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Sobre avenida, dentro del auto, Moby irrumpe para terminar de completar la escena. Disminuyo la velocidad mientras el sol amenaza con ocultarse. Una mano al volante mientras la izquierda me toca la mejilla nerviosamente al tiempo que sube para despeinarme en claro signo de ansiedad.
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Es fácil convertir la mirada en una gran cámara ‘en widescreen’ que me permite ver con lentitud y desdén lo que ocurre afuera de mi transparente escudo protector (me siento seguro aquí, podría manejar por horas sin rumbo definido).
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Negocios que cierran, las lámparas se encienden…parejas que caminan de la mano, un semáforo me detiene y…
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Don’t speak to me this way
Don’t ever let me say
Don’t leave me again
Don’t leave me again

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y otra vez el pensamiento -recurrente en serio- de estas últimas semanas: Estoy verdadera y profundamente deseoso de enamorarme…
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Y es que, he fijado la mirada en alguien que no sé si le gusto o no, si está libre o no, si hay disposición para conocerme…
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O no…

I never felt this loss before
And the world is closing doors
I never wanted anything more
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Y mi corazón se quiebra al recordar que llevo al menos tres meses visitando su lugar de trabajo sin realmente requerir estar ahí…que mi timidez hace acopio de desconocidas fuerzas para plantarme y caminar hacia allí pensando al mismo tiempo que produciré su hartazgo o indiferencia.
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No sé gran cosa de su vida; mis palabras salen a cuentagotas cuando estoy a su lado como si un parapléjico mental quisiese articular sonidos. Mis manos tiemblan, mi mente vuela mientras mis ojos devoran con fruición toda su humanidad al tiempo que un suspiro desesperanzado debilita mi alma…
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Don’t hug me this way
Don’t touch me this way
Don’t hug me again
Don’t hug me this way
Don’t touch me this way
Don’t hug me this again
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Doy un giro a la derecha con el volante mientras me alejo cada vez más de casa, intentando no llegar (estoy cómodo aqui, me siento seguro aquí...)
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Busco en la bolsa de mi camisa una tarjeta que preparé para decirle mi nombre, para darle mi teléfono y por no dejar, mi correo. Sonrío mientras recuerdo que debí haber desperdiciado al menos una docena de ellas tratando de poner mi mejor letra o porque mis números no guardaban congruencia en tamaño y forma...pero, tenerla es señal de fracaso, de buenas intenciones que se han quedado en mero ejercicio de la imaginación con diálogo maquinado previamente y que mi boca jamás pronunció…
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I never felt this loss before
And the world is closing doors
I never wanted anything more
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Soy un tonto (y me consumo).
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Y escucho las voces insistentes de familiares y amigos que me dicen “¿por qué no lo has hecho? ¡llevas meses asi!” mientras mi mente me hace la jugarreta de imaginar que me acompaña en el auto, que se carcajea a mi lado por algo que dije mientras dice mi nombre constantemente y yo sonrío como estúpido…
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Don’t let me make the same mistake again
Please, don’t let me make the same mistake again
Don’t let me make the same mistake again
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No sé, tal vez mañana sí lo haga, como me he repetido en al menos un par de semanas. Y cruzo los dedos y pienso que las cosas difíciles son las más duraderas o al menos las que mas se disfrutan. Y rezo para tener la valentía y sobre todo, para que las condiciones se den para decirle que ahí estoy, que me llamo David y que cuando quiera ir al cine o a tomar un café, me llame
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...y por Dios, diré que SÍ.
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I never felt this loss before
And the world is closing doors
I never wanted anything more
Please, Don’t let me make the same mistake again
Please, Don’t let me make the same mistake again
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Mistake de Moby

24 junio 2009

El peor piropo de mi vida


Ayer me dijeron, en una reunión que tuve (sentados a la mesa 4 personas), el peor piropo que se le puede decir a alguien. El Contralor, que viene cada mes a revisarme cifras, contaba la anécdota de que conoció a alguien que se metió en broncas económicas terribles por una mujer. Ante la pregunta curiosa de mi jefe directo cuando dijo más o menos esto: “¿pero que le vio? ¿al menos estaba guapa?”, el contralor respondió: “No, no, horrible la mujer, de verdad fea…vamos, si él hubiese sido mujer (señalándome) sería guapo al lado de la mujer esa…”
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Todos rieron pero yo si sentí algo en la garganta y no sé si decir que por ganas de vomitarle encima o un nudo para llorar porque alguien me dijo “guapo” (cualquiera que haya sido la circunstancia y el enfoque) jaja
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Hoy amanecí pensando en todo lo que un subordinado debe padecer en ciertas ocasiones con tal de no agriar un momento ante una de las máximas autoridades de la empresa (a nivel corporativo) para la que se trabaja.

Ni hablar, algún día se revertirán las cosas.
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P.D. Y aclaro que el (la) de la foto de arriba, no soy yo.
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18 junio 2009

El mensaje oculto de los 37


Falta poco para terminar la Década Prodigiosa, 3 años más y se acabó. Creo que eso me permite hacer un balance y en mi caso decir que esta década, en el fondo, me está dejando insatisfacciones aunque al reverso de la moneda, mucho aprendizaje.
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Hasta este momento en esta década he conocido el DESAMOR (con mayúsculas), la infidelidad, las relaciones tormentosas, la apertura sexual (aquella que no se consigue cerrando el ojito y enamorando), la soledad; enfermedades que nunca antes había sospechado empezaran a aparecer como esas dolencias estomacales, las riesgosas sexuales (que tienen a un amigo prácticamente viviendo en una esfera de cristal); a que ya no entras en ciertos círculos juveniles, a que se disminuyen fuertemente las probabilidades de estar con alguien; a los problemas monetarios por deudas contraídas más grandes que en toda tu vida; a que empieza la decadencia física, a que los intereses amorosos cambian y ya mejor sueñas con alguien viviendo a tu lado cuando ahora todo es más independencia y cada quién en su casa y si nos vemos, bien gracias; a verdades que iluminan la existencia, a pensar de cuando en cuando en la muerte, en lo hermoso que puede ser un amanecer; en que te debes cuidar físicamente en este mundo donde impera la belleza física o donde al menos es la llave para que alguien te permita entrar en su campo de visión y después le maravilles con tu mente; en la competencia -fuerte y desgastante- laboral, en que tienes que seguir preparándote, en los posibles planes (de entrarle a la docencia, más adelante en mi caso) futuros, en los planes de pensión; en cómo será Dexter cuando tenga algunos años ó este viejito, si permanecerá conmigo; si llegarán mas amigos; que si el calentamiento global, la crisis monetaria, la influenza o el huracán y sobre que otras desgracias nos depara este mundo en los tiempos por venir.
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Hoy cumplo 37 años y no lo digo con facilidad y debe ser por algo que en el fondo me da miedo explorar. Me he dado cuenta de que todo es cíclico, que hay tiempos en los que estoy con ánimo de ejercitarme físicamente, otros de pasármela viendo tele y películas todo el tiempo libre que tengo, que vienen personas, que otras se van o algunas que uno mismo las saca de nuestro camino por salud mental pues no se quisieron dar cuenta que tenían a ALGUIEN enfrente y mejor decidieron la misma vida vacía y libertina de siempre huyendo a los compromisos, pero…
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Hoy que cumplo 37 años también me percato que bajo este ciclo relativo, el AMOR puede volver a aparecer en donde uno menos se lo imagine. Y si no es Amor, es algo que se le parece mucho y sólo por ese hecho es relevante. Hay una luz en el camino, muy débil, muy tenue, esperanzadora de que puede surgir alguien y es al menos de momento, gratificador y motivante. Me ayuda a levantarme temprano, a desear continuar haciendo ejercicio, a ‘ponerme guapo’ y llegar a la oficina con otro ánimo y sobre todo a mantener como estúpido y de manera permanente una sonrisa que tenía tiempo no mostraba tan genuinamente.
No me hago ilusiones, no forzaré nada; me conformaré con observar y dejar que las cosas fluyan por si solas. Dios, me doy cuenta con qué poco puedo estar feliz. Hoy pues estoy feliz y eso curiosamente, no parece poca cosa.
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Felices 37, David.

11 junio 2009

De esto se trata todo...

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Llego un poco tarde al cine, aún así alcanzo a sentarme con ligera ansia y cansancio repentino producto de la subida de escaleras -damn!- y de caminar de puntitas en el pasillo (se debe sentir feo que te pisen los pies) y me enfilo al asiento mientras escucho a la niña mamona a mi espalda decir: “tenemos un papá pirata”
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Decidí venir solo, así que me pongo a tono; es decir, de observador distante de lo que me muestran en la pantalla como si fuese yo un ‘comprador escéptico’; con compañía, otra hubiese sido la tónica (la sonrisa permanente, el voltear y prestar oído a cualquier comentario nimio, etc.)
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En esas estoy cuando veo a Christian Bale en el trailer de Terminator. Corriendo, gritando, disparando, trepado en autos, en franca persecución. Y pienso: 'Este cuate... lo que hace para entretenernos; las compañías productoras, el tiempo invertido, el dinero…’
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Es pues toda una maquinaria montada para entretener a los humanos (los humanos eh? nótese la profundidad del sesudo momento) en su paso por este mundo. Wao!…'en su paso por este mundo’
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Y sigue el comercial de Cinépolis con su segunda versión de los estrenos cinematográficos acompañados con música que parece de Bob Sinclar. ¡Cuántas películas! ¡cuánta gente involucrada! ¡cuánto tiempo! (pienso nuevamente)…para entretenernos.
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Justo en esa reflexión, recuerdo la noticia del fundador de la empresa para la que trabajo que murió recientemente -y a una edad avanzada- y pienso que la compañía se la dejó a sus hijos y seguramente éstos harán lo mismo con sus hijos…
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…y pienso en como los humanos cambian de empleo, en cómo se van de un lugar para vivir en otro, en cómo se casan, en cómo están en una oficina varias horas al día, en los que van en sus autos, los que están en la escuela, en los que saliendo se van a casa, duermen y se levantan para volver a la rutina del día anterior, para llegar el viernes (ó sábado) ir al cine (o leer, o ver tele, etc.) y… que alguien los entretenga…como a mí (o debí decir YO?) en este momento...
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02 junio 2009

La Cuarta Ley Davidov


Estoy molesto.

Siento que alguien, el destino tal vez, me jugó una mala pasada y es que parafraseando a Asimov con su máxima robótica "No se puede dañar a ningún ser humano bajo ningún pretexto" a mi me implantaron un chip que me impide, bajo cualquier circunstancia, ser promiscuo y andar de cama en cama.

Realmente detesto ser así.
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Me gustaría ser valemadrista, salir, conocer gente y si la persona me gusta (en esas citas de ocasión), ‘echarme una cana al aire’…
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Pero no puedo.

Hay algo que me lo impide.

No concibo besarme con personas desconocidas, de las que no sé sus hábitos de higiene, si traerán o no alguna enfermedad, si me saldrá alguien con instintos psicópatas o si me rechazarán a la hora de la hora.
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Le decía a mi psicóloga que soy un ser disfuncional. Que me cuesta trabajo interactuar con los demás, que aunque en el fondo estoy deseando estar con alguien al momento de la verdad prefiero el aislamiento.
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¿Así cómo?
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Carajo!
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Y yo como vil estatua, por el maldito chip que tengo insertado en alguna parte de mi cabezota.
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Estoy realmente encabronado.
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Y el tiempo sigue pasando, eso es lo peor.
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21 mayo 2009

EL ruido, ese ruido...


Ese ruido.
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Parece como el del motor de una licuadora pero muy, muy quedito. Apenas perceptible.

Lo he oído antes pero no me percataba. Es permanente. Eterno. No cesa.
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Volteo y veo mis manos. Las venas. Mis dedos que se mueven nerviosamente y mi vista se detiene en la textura de mi piel: rombos, redes, líneas y demás formas caprichosas.
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De pronto pareciera que una burbuja me envuelve y que el ruido exterior ha desaparecido, pero no el del motor que sigue ya más bien como sonido ambiental.
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Me siento como suspendido en el tiempo.
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Casi escucho mi respiración y percibo el movimiento de mis ojos.
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Veo hacia un ventanal y las ramas de un árbol se mueven cadenciosamente. Contínua e incansablemente.
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Volteo a ver si alguien me ha visto perdido en la ‘inconciencia’ pero no. Nadie.
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Y entonces, a manera de continuar el momento me pregunto: ¿así suena la vida…a ese motorcito distante?, ¿será acaso que he tenido un momento de lucidez y me he dado perfecta cuenta de que estoy vivo?
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(¿O me estoy volviendo loco?)

01 abril 2009

El jugo Del Valle


Viernes 3 a.m. Me despierto con un dolor insoportable en la parte baja del abdómen, del lado derecho. Es tan insoportable que estoy doblado en mi cama, con escalofríos y apretando los dientes mientras me acomodo en posición fetal con las manos dobladas hacia mi estómago. Siento que, sin temor a exagerar, me estoy muriendo. Algo se reventó en mi interior y pienso que la vida se me escapa: “qué manera de morir” -pensé. Hay una convicción muy fuerte de que eso es lo que está ocurriendo y me percato que estoy solo, que de todas formas iba a pasar mucho tiempo solo y que de alguna forma la muerte no me estaba quitando gran cosa.
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Consigo dormir un par de horas después; del cansancio, supongo.

Despierto y aunque el dolor ha disminuido ligeramente decido no ir a trabajar. Me levanto con dificultades y me alisto para ir al médico. Éste me envía a exámenes: ultrasonido, orina, sangre. Los resultados infieren que hay algo que se lee como apendicitis, aunque no es del todo concluyente y siendo así “no hay más que operar y mientras antes sea, mejor” –me dice.

Por razones económicas, decido viajar a Valladolid ese mismo día. Un amigo que trabaja en el Hospital General me dice que ha dispuesto todo –dados los resultados- para que me intervengan llegando. Mi madre se muestra preocupada pues no hay nadie que me acompañe al viaje que pueda ayudarme manejando el vehículo durante las casi 2 horas de trayecto. 11 p.m. y mi hermana se ofrece a ir conmigo, al menos de copiloto “para que no te duermas” y la verdad, hizo bien.

Ha pasado una hora y mis ojos comienzan a ver doble en la autopista. Prendo la luz interior para que mis ojos tengan otra referencia y no solo la oscuridad de la noche que casi me obliga a estacionarme y dormitar. “Hermana, ¿tienes algo que pueda masticar? Me estoy durmiendo”. “No”, me dice ella. “Pero traigo un jugo, si quieres”. “dámelo” – le digo.

Ya en el hospital, me pasan a “Urgencias” y comienza el cuestionario previa entrega de resultados de los laboratorios. Me proporcionan la clásica e intimidante bata verde y mañosamente omito quitarme la ropa interior.

“No has ingerido alimento en las últimas horas, ¿verdad?” - cuestiona la doctora en turno que me recibe mientras teclea en una máquina de escribir. “No” –respondo. “Lo último que comí fue hace 12 horas y bueno, si acaso un jugo Del Valle hace una hora que tomé en el camino, pero nada más”. Volteo a ver a mi amigo que sigue con preocupación toda la investigación de la que estoy siendo sujeto. “Uy no, no eres sujeto de intervención por ese sólo hecho... tienes que venir con el estómago vacío” me dice la doc mientras confirma su versión con otro interno. Apenas puedo creerlo mientras mi amigo me recrimina “¡contras David, te dije que no tomaras nada, ya no podrán operarte!”

En efecto. Me pusieron en observación con suero y en ayunas, durante las siguientes 7 horas, pero oh sorpresa!, comencé a evolucionar favorablemente. Ante la duda del médico que me estaba dando seguimiento, me enviaron a análisis de nuevo. Comenzaba a desvanecerse la idea de la apendicitis.

Más suero y ayunas para completar cerca de 20 horas en una cama pequeña (mis pies quedaban volando) en un área en la que empecé a ver de todo (‘Urgencias’-recuerdan?): accidentados, ensangrentados, ancianos, alcoholizados y familiares que apenas dormían en incómodas sillas mientras velaban por sus enfermos.

Aunado al jugo Del Valle surgió una nueva complicación que indicaba que algún ser superior no deseaba que me operaran ni por error: “Tienes sangre ‘O’ negativo, David…y no contamos con ese tipo en este momento en el hospital, no podemos operarte a menos que te transfiera a Mérida” –me decía con aire de preocupación mi médico mientras pienso que ese 'pequeño' detalle me lo debieron preguntar antes de intentar siquiera pensar en meterme a quirófano. “Pero estás mejorando y si tuvieses apendicitis estarías ahorita con fuertes dolores, vómito y fiebre y no los presentas… así que te dejaré nuevamente en observación” –concluyó.

Después de completadas cerca de 30 horas, exámenes rayos “X”, traslados en silla de ruedas (es decir, toda la faramalla completa), desvelos y hambre, me dieron de alta.

Ya en Cancún, me hice un nuevo ultrasonido mientras la doctora que lo realizaba reía al tiempo que me decía: “pero ni de chiste tienes apendicitis”. Otros análisis alternos determinaron que llevo años sin desparasitarme y eso aunado a una colitis aguda, estrés por Maestrías, trabajo y perro, me tumbaron.

No sé si aprendí algo de la experiencia; tal vez confirmé la cuestión de las verdaderas amistades que estuvieron al tanto de lo que me ocurría; tal vez que antes de entrar a una sala de operaciones, hay que checar una y otra vez lo que se tiene; tal vez que soy un tipo con suerte pues siempre me ando salvando de situaciones como ésta; tal vez que el mundo de la Salud es un negociazo; tal vez que los paramédicos realizan una de las labores más nobles de este mundo (casi se me salieron las lágrimas cuando llegó una madre con su hija -adolescente y con síndrome de Down- en camilla por un accidente automovilístico); tal vez que no tenemos la vida comprada y que puede terminar cuando uno menos se lo espera o tal vez, muy probablemente… que el nuevo y más efectivo tratamiento mundial anti-apendicitis es un jugo Del Valle enriquecido con vitamina 'C'.
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(…el caso es que al menos de momento, ¡estoy bien!)
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05 marzo 2009

¿Eres sexual?

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(Debí decir que SI y me quitaba de problemas...pero ahi voy como siempre a escarbarle). La pregunta me dejó frío. Primero, no supe bien que responder ante el cuestionamiento...después pensé: “Bueno, algo ha ocurrido en esta etapa de mi vida que la libido ha andado arriba de lo ‘normal’ (entendiéndose este término como el promedio que he manejado de una buena cantidad de años para acá)”; el caso es que, derivado de estas conductas, respondí que sí, que sí lo era (vaya pues, lo siento y lo veo).

De hecho fui a más. Le detallé un poco en qué consistía ese incremento en la emoción (que ya a ratos me da por llamarla angustia) sexual y que especialmente en el momento en el que me llegó el mensaje yo andaba particularmente ansioso (piensen lo peor, sí aplica). Después proseguí diciendo que esto no se traducía necesariamente en que la cantidad de veces al día en las que yo caía en estos hervideros, resultarían en las mismas veces al estar con alguien (si alguien se está perdiendo, me avisan y me regreso); es decir: no porque ande especialmente con la temperatura arriba 2 ó 3 veces al día se traduciría en las veces que terminaría teniendo relaciones si tuviese una pareja.

Y seguí explayándome: Mi humanidad puede responder de inmediato a ciertas personas y con otras no; con estas últimas debería haber un jugueteo previo (siempre y en todos los casos sesión de besos irremediablemente incluida). Dije también que todavía me sobran dedos de las manos para contar las personas con las que he tenido que ver sexualmente; también dije que podría afectarme el estrés en determinado momento (me ha ocurrido sin que hasta la fecha sienta que requiera viagra) y que el sexo para mi es sólo complemento, no es algo que me rija (como sí ocurría con mi primera pareja, dicho sea de paso) y concluí mencionando que funciono mejor si no tengo que cumplir con una cuota sexual estipulada y dejar simplemente que todo fluya sin la mayor presión.

Hace tiempo realicé un comentario que ya es del dominio público diciendo aquí que muchas veces prefería una espléndida sesión de besos que una revolquiza sexual (perdonen el vocabulario, pero hay que darle variedad a la terminología del post haha) y es cierto, soy una gente sensible, sentimental que disfruta el sexo siempre y cuando venga acompañado de un involucramiento emocional y no sólo por pasar el rato con gente de ocasión y lo sigo sosteniendo (subrayando que esto de los besos invariablemente me lleva a lo otro).

Debo pues reconocer que la pregunta me dejó frío porque presentí que la otra persona pudiera tener una apetencia sexual mucho más fuerte que la mía y ese sólo hecho, me espantó. Hace algún tiempo viendo un capítulo de Six Feet Under, el personaje de Brenda (mujer alocada que conoce íntimamente al protagonista de la serie en un cuarto de servicio del aeropuerto) expresaba -en un capítulo- su hastío con su última pareja sexual pues éste disfrutaba con juegos de sometimiento y demás bellezas: “quiero a alguien normal, con sexo común y corriente como los demás” se decía Brenda a solas con cierto dejo de desesperanza y fastidio después de haber hecho cuanta correría se imaginen con su vida sexual.

Creo que algo así me pasa a mí (y aclaro: sin haber hecho de mi cuerpo un desmadre). Todo tal vez derivado de una búsqueda de una estabilidad sentimental que me permita la tranquilidad de tener a alguien que se sienta satisfecho conmigo y que yo no esté con los temores de estar pensando que hay un horno de microondas en su cuerpo que no le permite estar en paz y en monogamia; lo anterior (aclaro nuevamente) expresado con respecto a mis intereses actuales y no por la persona que me cuestionaba, que ni siquiera le conozco en ídem.

Estos mensajes de revelamiento de mi sexualidad, fueron enviados alrededor de las 4 am por celular y a este momento, no me han sido contestados. Sinceramente no estoy pensando mal, es sólo que reconozco que me hubiese encantado que todos estos aspectos se dieran o descubrieran por si solos durante la convivencia y que ahorita no me sintiera con una probable etiqueta en la frente antes de haberme visto esta persona siquiera el rostro.

Siento pues, que demasiada información dada antes de una convivencia real, puede quemar el cartucho de la emoción que se genera al ir descubriendo a alguien, que uno puede -ocurre, me cae- en determinado momento, comportarse de una manera muy distinta con otra persona; y cabe decir que toda esta maraña de ideas está siendo aderezada mientras termino de escribir con una vocecita con eco que escucho a lo lejos que me murmura con aire sarcástico: “¡erees insegurooo!”
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27 febrero 2009

Caminando entre besos...

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No sé qué pasa, pero me distraen tremendamente las parejas que en la calle forcejean por un beso.
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Labios que vibran, manos inquietas, cuerpos que se atraen como imán importando muy poco la gente alrededor.
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Sólo ellos dos.
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Me inquietan.
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Me deprimen.
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Me alegran.
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Supongo me gusta saber que el AMOR todavía hace de las suyas en los humanos.
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Supongo también que muero por estar en su lugar y que envidio el amor correspondido.
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12 febrero 2009

The horror... the horror...

(clic para agrandar la pesadilla)

El día de hoy, al entrar a consultar mi saldo bancario, sentí tan cercano el diálogo de Marlon Brando en Apocalypse Now: “The horror... the horror...” Mi tarjeta de nómina marca graciosa y preocupantemente un -8.68 pesos. Como robot que masca chicle, volteo y veo mi escritorio lleno de pendientes y cosas por hacer; en otro extremo, mi laptop esperando ser abierta para dignarme -por fin- a hacer la tarea de una de las materias más complicadas de todo el plan de la Maestría y que debo entregar mañana (y de la que no he hecho nada), pienso también en todos los pendientes de mi casa, en cosas que he querido invertirle pero que no hay ahorita para hacerlo y pienso, casi suplicante, que se aparezca un hada madrina que me mande a alguien que me mantenga...
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Sí, que me mantenga.

Y es que quiero un año sabático. Quiero estar en casa. Quiero ponerme a lavar trastes en lugar de pensar en números que apenas domino en mi calculadora científica producto de un maestro obsesionado con enseñarnos ‘ecuaciones de valor’; quiero barrer y trapear en lugar de salir corriendo por las mañana a la oficina sin desayuno en el estómago y con la idea de que ya tendré gente esperando con sus problemas que quieren que Yo les resuelva; quiero llevar a Dexter (mi perro) a las 10 de la mañana al parque del fraccionamiento mientras leo una revista ó el periódico en chanclas y una bermuda multicolor de moda en lugar de tener llamadas del contralor que me pide uno y otro reporte insistentemente; quiero ir de compras al super eligiendo pacientemente los jitomates ó el aguacate en lugar de oír críticas a la empresa de ciertos empleados; quiero ver películas hasta el amanecer sin pensar que hay que preparar el presupuesto del año…

Podría plancharle la ropa a quien me mantenga, tenerle su desayuno, comida y cena siempre puestos, hacerle piojito…besarle las patas…

Alguien en el messenger me dice que ‘no sé lo que digo’ y yo en el fondo me río porque al menos en este momento, sí que lo sé (mañana seguramente pensaré que estoy loco)...

Pero estoy puesto para ver cómo reacciona mi humanidad si alguien levanta la mano para ofrecerse… ¿quién dice yo?

(a ver si no me trago mis palabras…)

04 febrero 2009

...y apago la luz.

Ha oscurecido. Me estaciono frente a la puerta de casa y permanezco en el auto sentado, pensando… mientras con una de mis manos, toco el volante como si ejecutara lentamente una desconocida pieza de piano.

No me lo pienso más, me bajo y busco las llaves. Escucho el sonido del cerrojo que cede ante mi giro hacia la izquierda. Veo la estancia, casi en penumbras. En lugar de encender la luz, cierro y camino a sentarme al sofá. Todo en silencio. Sepulcral.

Pareciera que en penumbras se asimila mejor la soledad. Hay preguntas inevitables que se desplazan por toda la casa hasta llegar a mí: ¿Cómo serás? ¿cómo serán tus ojos?, ¿cómo me mirarás? … ¿Dónde estás?

Han transcurrido algunos minutos. Volteo y veo la larga escalera apenas iluminada por la luz de la luna que atraviesa el ventanal; camino hacia mi recámara que ya me espera con una pequeña y cálida luz encendida: “hay buen cine esperando por ti, baby”, “mucha música que escuchar juntos”, “muchas carcajadas en esta habitación”, “muchas polémicas por resolver juntos”, “muchas miradas y abrazos”, “mucho cariño y silencios” y besos…(pienso, anhelo...)

…muchos besos que me prodigarás sin que yo te los pida; muchos besos que te prodigaré sin que tú te lo esperes.

Pero…

¿dónde estás?, ¿en qué recámara aguardas mientras lees?, ¿en qué calle solitaria caminas? ¿en qué cine estás sin compañía? ¿en qué familia te encuentras, vida mía?

El cansancio del día me vence, se me cierran los ojos y acurrucado en mi almohada estiro la mano...
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16 enero 2009

Receta de cocina: Cómo matar el Amor

(...y sobrevivir después de hacerlo)

Decíale a mi psicóloga que he empezado a encontrar un común denominador en las cuestiones de superar escollos amorosos que al menos a mi me funciona. Afortunadamente sólo me han hecho el fuchi dos personas a quienes quise mucho, una en mucha mayor magnitud que a la otra pero el fregadazo lo sentí en ambos casos (al menos en una etapa inicial) igual de doloroso; con lo cual concluyo que no importa la duración de la relación, si hubo o no compromiso, el corazón siente si le golpean fuerte o lo golpean menos fuerte.

Que alguien te rechace, que ya no te quiera ó te vea menos atractivo de cuando se enamoró de ti, regularmente golpea en la autoestima, la dignidad y el orgullo propio; al menos eso me ocurre a mí. Así que en ese orden de ideas, y a manera de salvaguardar un poco mi integridad emocional, decidí en ambas ocasiones -y aquí empieza mi receta de cocina- cortar de tajo toda comunicación: no somos amigos, no conversaciones de café ni sexo ocasional “para recordar viejos tiempos”, no salidas al cine conviviendo con otras amistades, no telefonazos (ni le felicites en su cumple), no mails, no reuniones ni de casualidad a fiestas de amistades mutuas, y si le ves venir en la misma banqueta de la calle, tratar de cambiarse de carril, no chats (eliminar del messenger es paso obligado, nada de tenerle en No Admitido, eso es atole con el dedo)…es decir NO NADA!

No existe, murió, caput, se fini (o como se escriban todos esos vocablos)…

Vendrá la etapa en la que te sientes de la chingada de solo. Llorar mucho (nótese la frialdad de la descripción del proceso eh?) llorar hasta decir basta pues eso libera el alma, se toca fondo y de ahí todo debiera ser repuntar, dejar de pensar en “¿que estará haciendo?”, “estoy seguro que recapacitará” “y si me hubiese aplicado, esto no estaría ocurriendo”, dejar las tonterías de dejarse llevar con lo que dicen las amistades “eres superior a la otra persona!!, qué le vio?!", etc, etc… pues aquí hay una verdad, así seas Brad Pitt ó el Premio Nobel de la Paz, la persona perdió interés en ti, por las razones que gustes y ante eso, hay muy poco o nada que hacer.
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Continúo: No poner canciones de la Dúrcal, ni de Juanga, Dulce ni José José; es decir cancelar en la medida de lo posible prender la radio ó el estéreo pues pensarás que todas las mugres canciones las hicieron pensando en ti y te vas a sentir peor de jodido. Este proceso lo debes realizar al menos durante dos o tres meses, pasado ese lapso, éntrale con Moenia y cosas ligeritas, hay un himno que he colocado en pedestal de esos tipos que se llama “Ya no es así”, escúchenla y verán que es de un positivismo digno de los libros El Secreto y todas esas ondas.

¡Haz ejercicio! ¡desde el momento en el que te están dejando! (jaja)...Párate a correr, trotar o hacer pesas, usualmente la gente deja a otra porque la fodonguez ha causado estragos en el físico (lo cual indica que tampoco te querían demasiado por tu masa cerebral). Esto te ayudará a elevar tu autoestima, por muy amolado que estés de la cara, sentirte delgado, cambiar de talla y arreglarte (peinarte, perfumarte, siempre andar impecable), te pondrá en frecuencia nuevamente de que la vida sigue. Échate porras, dite “Tú puedes, vamos… ¡si no sudas no bajas!” y demás lindezas que se te ocurran.

Lo del ejercicio es básico, pero entiéndase que es terapia ocupacional y como tal, también meterse de lleno al trabajo es fundamental. Nada de andar papaloteando en tu oficina, ni estar conversando con compañeros de trabajo y estar al mismo tiempo pensando “que te sientes de la patada”. Nada mejor que estar “triste” con trabajo, que “triste” sin chamba…esto sí te llevaría al hoyo irremediablemente y es que mucha gente se desestabiliza de tal forma que hasta su empleo termina perjudicado y eso no debe ocurrir pues la chamba es parte de tu equipo de salvamento.
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Es cierto también que no hay ánimo para salir a conocer gente, que continuamente piensas: “que hueva empezar a tratar a alguien más” “¿y si me sale igual o peor que la anterior persona?”. No te presiones en ese aspecto, tiempo al tiempo…pero sí trata de ampliar tu círculo de conocidos. Meterte a estudiar algún curso de lo que sea (inglés, Maestrías y hasta tejido y punto de cruz, se valen) ayuda y hará sutilmente que empieces a hablar con alguien más que tu almohada ó espejo.

Empieza a apapacharte con ondas de “Tu vales mucho y mereces respeto…cuídate a ti mismo” jaja, si tú no te echas porras ¿quién?, ve al cine, lee, arma tu blog, escribe todo lo que traigas, si tienes un poco de lana que quieras regalar, búscate a una psicóloga con la que te pases las horas hable y hable y ella no te diga nada y que al final te des cuenta de que llevas 5 meses hablando de quién te dejo y llegas –tú solito- a la conclusión de “¡ay que hueva! ya chole con eso..a otra cosa, psiko!” (Gulp!), eso es una gran señal de que estas superando el escollo.

Empieza a visitar a tu familia (sí tienes!...créelo), vete de viaje (esto es buenísimo), descansa, despeja tu mente y comienza de alguna forma a disfrutar tu soledad, a ver que no es tan malo estar contigo. Si eres una persona como yo, que soy medio antisocial porque te aburres fácilmente con los demás, cómprate una mascota (nada más plenamente consciente de que es como tener un hijo): ¡ya verás cómo no vas a saber ni como te llamas limpiando gracias, corriendo para el veterinario, el alimento, los paseos al parque con la bolsita y el papel, tu ropa y zapatos mordisqueados y claro, las infaltables bañadas con sacudida enérgica del hermoso cachorrito con el agua cayéndote como brisa sobre tu cara!

Y sí, es triste ver que siguiendo esta receta de cocina, un sentimiento tan genuino, tan puro y especial, que movió tu mundo, que te hacía despertar sonriendo, prodigar besos y palabras tan sentidas, que te hacía soñar y planear tu futuro, puede ser removido en el lapso de unos meses, tal vez un año ó dos…pero no más, así tan fríamente como cuando cocinas comida y sigues “la receta” al pie de la letra.

La gente sigue su camino. Nadie nos pertenece (reconocer esto es como descubrir el elíxir de la vida) y si alguien permanece contigo con el paso de los años, es un logro muy grande para ambos. Ya cuando te des cuenta, con el pasar del tiempo, verás que habrá alguien nuevo por ahí a quién le llames la atención ó tal vez, dentro de tu nuevo círculo de amistades, conozcas a alguien que te deje babeando por como le funciona la masa cerebral ó por su desparpajo y buen sentido del humor. Es en esos momentos donde la otra persona (aquella, la Kool-Aid) ya ha perdido importancia para ti y llegarás a la conclusión de que fue ella quien se lo perdió.
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