24 enero 2008

¿Por qué tan serios? Heath Ledger

Heath Ledger como El Guasón en Batman The Dark Knight

Me quedé en shock cuando leí (en mi celular, cortesía de un amigo) la nota de que el actor australiano Heath Ledger había muerto. Días antes, ocurrió el deceso de Brad Renfro, el joven actor que debutó en una cinta de Joel Schumacher “El Cliente”, las causas aparentes (al momento de redactar esto, todavía no había nada oficial) sobredosis de drogas.

Pues sí, verdadero shock. He estado siguiendo con atención toda la odisea de Ledger respecto de su último papel en Batman ‘The Dark Knight’ a estrenarse a mediados de año, nada menos que El Guasón. Difícil tarea que se aventó encima pues en la memoria colectiva prevalece hasta ahora la creación realizada por Jack Nicholson en el Batman de Tim Burton. Como carroñero (y ante el estupor) comencé a leer cuanta nota apareció en internet sobre la muerte de Ledger, se me hacía difícil de creer. Una muerte desde mi punto de vista, estúpida, carente de lógica y totalmente absurda...miren que morir por sobredosis (aunque luego hay quienes mueren en la tina del baño). No es que considerara a Ledger un gran actor, al menos hasta ahora y de lo visto, su mejor trabajo (para mi) es su creación de Ennis del Mar en la –a ratos sobrevalorada- Secreto en la Montaña, pero era alguien que prometía, y ante la víspera del estreno de Batman, seguramente se trataba de disfrutar las mieles que le resultarían de su -de verdad- último trabajo.
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Jake Gyllenhaal y Heath Ledger y su Secreto en la Montaña

Pero se fue y la nota trascendió en los titulares mucho más que las nominaciones al Oscar (que dicho sea de paso, no lograron emocionarme en lo mínimo). Hurgando en la sensación de desesperanza que me producen estas muertes, recordé una frase que si no me equivoco leí en la novela de Stephen King ‘El Cuerpo’, sobre qué es lo que nos mueve a quedar petrificados, curiosos y a ratos extrañados viendo / leyendo sobre gente que fallece, que más allá del morbo, es simplemente darse cuenta de lo vulnerables que somos, de que hoy estamos y tal vez, mañana no.

También recordé que el único fallecimiento de una celebridad que me ha afectado hasta la lágrima, fue la muerte de Krzysztof Kieslowski en 1996. Recién empezaba yo a descubrir su filmografía; recién había visto El Decálogo, esa extraordinaria serie de la televisión polaca con tintes de revisión crítica (a veces cercana, a veces distante) de los diez mandamientos y recién había disfrutado su ya mítica trilogía Tres Colores, con la que se le recordará en la posteridad, cuando vi la noticia en el televisor: había fallecido víctima de un paro cardiaco a los 54 años. Sentí, contrario a lo que él manifestaba en sus últimas entrevistas, que todavía tenía mucho que decir y que la cinematografía mundial había perdido demasiado. Una especie de desasosiego me inundaba pues sentí que quedaba un gran vacío de talento y sentimiento y no pude evitar pensar en mis lágrimas viendo Tres Colores: Azul y a una Juliette Binoche introduciéndoseme hasta la médula.

El otro lado de la moneda de estas muertes es el 'mercadológico': La nueva película de Batman de Christopher Nolan, se convertirá por este hecho seguramente en cinta de culto, lloverán las alabanzas al trabajo de Ledger (por lo poco que he visto en el trailer, se percibe espléndido) y la cinta, por supuesto, liderará las taquillas. No quiero atreverme a pensar en un adelanto de su estreno pues, como dijo un buen amigo, ‘eso sería demasiado morboso’, pero dados los teje-manejes de Hollywood y en especial de la gente que mueve el dinero, esto no me extrañaría en lo más mínimo.



Esperemos pues y mientras que Heath Ledger, descanse en paz.
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16 enero 2008

Ideas para...bloguear


Después de haberme autoexprimido y exhibido públicamente mis más recónditos secretos, inseguridades y anhelos en el post No. 100, se me acabaron las ideas (espero sólo sea temporalmente para escribir). He pues de reconocer, que repasando estos 100 primeros posts, me di cuenta de que ustedes se la viven padre, nomás leyendo…y el que tiene que batallar con la preocupación de qué poner soy yo, el intento de bloguero que tienen por anfitrión…

Así que bajo ese tenor, decidí darle un descansito a la masa cerebral (en lo que también aprovecho para responder antiguos comentarios –que seguramente nadie irá a revisar, pero compromisos son compromisos-) y me dije:

¿Por qué no hacer que mis queridos internautas muevan un poquito los dedos y…me sugieran sobre qué podría yo escribirles?

¡Sea pues! (y de paso verifico si todavía hay almas que se paseen por aquí...¡gulp!)

Ahí les encargo.

04 enero 2008

El héroe olvidado


Para mi sobrino Lalo,
de regalo de Reyes.
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Hoy me ocurrió algo realmente fantástico. Resulta que nos fuimos de paseo con mi hermana, mi cuñado y mi sobrino Lalo. Todo el camino, en el interior del vehículo, mi sobrino estuvo jugando muy animadamente con su nueva adquisición, un regalo que le hizo papá: Spider-man.

Lalo trajo al pobre Spidey de un lado a otro, le salían posiciones de brazos y piernas imposibles así como una voz bastante infantil, volaba sin lanzar su red arácnida y a ratos terminaba en el suelo para ser levantado bruscamente por la pequeña mano de mi sobrino.

Estuve al tanto de esta actividad la mayor parte del tiempo, aunque hubo un instante en el que empecé a percibir mucho silencio. Venía yo tranquilamente viendo por la ventana autos desplazarse rápidamente, árboles que aparecían sin cesar y mucho calor que me provocó un gran bostezo.

Pero percibí el silencio que les platico y alcancé a ver a Spidey siendo sostenido sólo por la punta de los dedos de la mano de mi sobrino. Lalo empezaba a cerrar sus ojos pesadamente lo cuál me hizo sonreír levemente para volver a posar mi mirada hacia el exterior. Me empezó a ocurrir lo mismo, una especie de sueño profundo quería apoderarse de mi y alcancé a cerrar los ojos unos segundos para acto seguido y como por instinto de seguridad, voltear a ver a Lalo tratando de ubicarlo físicamente para poder sumirme plácidamente en mi sueño.

Grande fue mi sorpresa al entreabrir mis ojos y ver al mismísimo Spidey trepar sobre la camisa de Lalo, hincarse y tocar tímidamente con sus grises manos el cuerpo del niño como tratando de despertarlo. Pero Lalo no despertaba y yo empezaba a buscar -procurando no moverme ni hacer ruido-, mi cámara fotográfica en la bolsa del pantalón. Como pude la encendí y tomé la instantánea que adorna este post; “¡¡soy un suertudote!!” pensé.

En esas estaba cuando sentí que alguien me movía al tiempo que una voz me decía: “David, David…ya llegamos ¡despierta!”; con cara de sorpresa inaudita volteo y veo el hermoso rostro de mi hermana como si fuese una desconocida y sólo alcanzo a decir: “está bien, voy…”

Busco extrañado mi cámara todavía en el pantalón, la enciendo y reviso ansiosamente si la foto que había tomado momentos antes, existía. La encuentro, me alegro del extraño acontecimiento y cuando volteo a ver a mi sobrino, me observa sonriendo con una inusual mirada de complicidad. Spidey está -nuevamente- en sus manos.

Hasta aquí, todo iba bien…pensé que al venir a contarles la anécdota sonaría a cuento cliché, pero fue nuevamente Lalo quién desbarató la ilusión. Su guiño final fue debido a que vació en su asiento el refresco que venía tomando y naturalmente me estaba haciendo cómplice para no decir nada a mamá.
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