31 enero 2007

Amarga belleza: 'La balada de Narayama'


Siempre me he preguntado la razón del éxito en otras latitudes que tienen algunos cineastas como Arturo Ripstein por ejemplo, pues sus temas por lo general tienen apariencia localista. Sin embargo, más allá del idioma de los protagonistas de sus historias ó de las ciudades y pueblos donde se desarrollan sus cintas, se encuentran temas universales que pueden encontrar identificación en lugares tan alejados como algunos países de Europa o Asia donde este cineasta en particular goza de cierto reconocimiento y algunas de sus obras son incluso consideradas de culto.

Pero, ¿a que viene todo esto? Pues a que recién me encontré una película japonesa de tema aparentemente localista pero que contiene preceptos a los que no pude permanecer indiferente; se trata de La balada de Narayama. La cinta me hizo comprender la fama a nivel mundial que han alcanzado esos cineastas a los que me refiero al inicio de este texto, aquellos que parecen ser fieles a temáticas aparentemente vinculadas a su lugar de origen pero que con ellas, han logrado trascender y lograr reconocimiento internacional (Kurosawa podría ser un ejemplo más representativo).

Pero La balada de Narayama no es de Kurosawa, sino de un compatriota suyo de menos fama aunque igualmente talentoso de nombre Shohei Imamura. En este caso, lo que comienza como un simple retrato pintoresco de un pequeño poblado japonés se convierte en un intrincado y doloroso viaje a través de costumbres y tradiciones enraizadas profundamente en la vida de estos aldeanos hace más de 100 años. Los integrantes de esta pequeña y pobre comunidad, motivados por la falta de alimento suficiente para sobrevivir, contemplan entre sus costumbres que los ancianos al llegar a los 70 años de edad, deben abandonar la aldea y “reunirse” con sus antepasados al pie de la montaña Narayama.

La primera mitad de la cinta transcurre ciertamente con ritmo pausado. Shohei Imamura penetra con su cámara en las desvencijadas viviendas de madera que azotadas por la nieve y el viento apenas se distinguen en la planicie montañosa. La cámara del realizador se posa sobre la anciana Orín y su peculiar familia. La mujer, próxima a cumplir 70 años, pareciera estar en plenitud física y mental. Trabaja como pocas, cocina, pesca, educa y hasta le consigue esposa a su hijo. Es su hijo mayor, Tatsuhei (Ken Ogata) quién sabe que el final del camino de su madre está próximo y aunque no lo manifiesta, hay una especie de resistencia a la idea de acompañarla al difícil desenlace.

Pero nadie más convencida que ella de aceptar gustosa la idea de ir a la montaña a reunirse con sus ancestros, de hecho es tan fuerte esta tradición que una de las mujeres del pueblo mientras agoniza, lamenta el hecho de no poder hacer el viaje a pie al Narayama.

Imamura no hace concesiones y retrata con total fidelidad la cruel realidad que impera en el pueblo. Somos testigos del trato que recibe por ejemplo una familia que orillada por el hambre comete el robo de vegetales, es sepultada viva por todo el pueblo. También escandalizantes son las imágenes de las prácticas sexuales (que incluyen actos de zoofilia) de los pobladores, que seguramente a ojos occidentales parecerán salvajes pues la mujer es utilizada como objeto, sin mayor placer para ella que buscar la satisfacción del hombre.

Pero todo esto no es más que la antesala a un desenlace muy triste y conmovedor. Orín tiene todo preparado; en secreto ha ido incluso tumbándose con piedras los dientes con la clara intención de mostrar a su familia una decadencia física que obviamente todavía no llega a manera de decirles: estoy lista.

De alguna manera se ha preocupado por dejar bien a la familia. La tradición dicta que llegado el momento tiene que salir del pueblo sin ser observada por los lugareños, muy de madrugada…como si hubiese desaparecido o la tierra se la hubiese tragado. Tatsuhei de acompañante, carga a su madre en la espalda mientras hacen el recorrido a la montaña. En el camino no hay palabras, ni alimentos para ella.
2

La maestría de Imamura queda de manifiesto para el gran desenlace de su historia, que me permito reseñar a continuación más por la perfecta resolución y significado que encontré, que por la intención de contarles propiamente el final, razón por la que hago un paréntesis para sugerirles que si no han visto el film y quieren disfrutarlo plenamente, eviten leer lo que a continuación comento.

Digo perfecta, porque después de ver la cinta entiendo claramente esa Palma de Oro que se llevó en Cannes en 1983, muy merecida por cierto. Imamura nos ha llevado de la mano hasta las faldas del Narayama, siguiendo el silencioso trayecto de Orín y Tatsuhei. Mientras se acercan al final del camino, la inquietud que experimento como espectador es la esperanza de que, por arte de magia, la película adquiera tintes de realismo mágico y efectivamente, ese deseo profundo de terminar los días en Narayama, se concrete en un momento épico, espiritual y de feliz reencuentro con antepasados... pero no es así.

Lo que encuentra Orín y su hijo al final del trayecto, es una cantidad enorme de esqueletos, huesos, ropa roída e infinidad de cuervos que se alimentan de los despojos que ahí se encuentran. Nada se compara a la experiencia de ver a Tatsuhei observar incrédulo el lugar en el que su madre acabará sus días, sin alimento, a la intemperie y completamente sola.

Es infinitamente conmovedor observar como la condición humana, movida por sus convicciones sociales ó religiosas, puede aceptar un final para la vida como éste. Aves de rapiña sobrevolando a la mujer quién con profundo sentido de aceptación, busca su rincón entre la gran cantidad de cadáveres, mientras su hijo la observa con infinita tristeza al tiempo que se despide y aleja del lugar.

La película es un remake cuyo original fue filmado al parecer en estilo de teatro kabuki en 1958 por un cineasta llamado Keisuke Kinoshita y que por la información que encontré al respecto, tiene también sus seguidores. Como dato adicional puedo mencionar que el film de Imamura tiene un extraordinario trabajo del color que reviste gran importancia para el realismo que proyecta y que indudablemente el director utiliza para coronar el final con un toque poético, como queriendo ceñirse a la frase: “después de la tormenta, viene la calma”; cita que por cierto y acorde a lo subrayado en un principio, funciona perfecto aquí y…en Japón.

29 enero 2007

En sobremesa con: 'Babel'


Teniendo el compromiso personal de ver Babel me fui al cine aprovechando el reestreno, movido más por pensar que ganará premios una película de un mexicano, que por la segura tortura de las temáticas que maneja Iñárritu y Arriaga en sus películas. Saliendo de verla me fui a tomar un café con Daniel. Iba yo de verdad con sentimientos encontrados respecto del film y a la sola pregunta de “y que tal estuvo?” me solté bonito:

Mmmm, la verdad, me gustó. Pero no puedo decir que sea la película que esperaba. Hay algo en ella que me molesta como una piedrita en el zapato y no sé bien que es. En sí, la película es, tematica y cinematográficamente hablando, monumental. Vamos, no se me hace extraño que esté nominada al Oscar y que además lo llegue a ganar como Mejor Película. Pero aquí es donde viene mi desconcierto, porque el trabajo de Iñárritu aunque bueno en general y deslumbrante a ratos, me parece un tantum quantum poco compacto.

Las historias son como brochazos, pintura aquí, allá. Noto la clara intención de inquietar al espectador, de sacudirlo. Si no fuese yo mal pensado, diría que la película en sí pareciera dirigida a ganar premios. El tema y titulo lo evidencian: Babel, la incomunicación ó mejor dicho, los problemas de la comunicación, el racismo y/o discriminación.

Como viñetas, las historias se van sucediendo una a una, a ratos reina el desconcierto desde la estructura misma de la película (recordar que se llama Babel). Oímos una conversación entre Richard (Brad Pitt) y Amelia (Adriana Barraza), sin imaginar lo que ocurre en ese momento del lado de Pitt y nos enteramos tiempo después. Supongo que quién tenga el ánimo, tendrá que ver la película dos o tres veces para encajar perfecto todas las piezas del rompecabezas, incluyendo tiempos, momentos, y diálogos y aún así no dudaría ni tantito que algo se les haya salido de las manos.

En la primera parte del film y con las nominaciones al Oscar de Adriana Barraza y Rinko Kikuchi en la mente, me preguntaba: “bueno, ¿donde está el Oscar?...¿donde está el momento o la actuación por las que fueron nominadas?" No puedo negar que si algo me convence del trabajo del Negro Iñárritu es lo que logra hacer con sus actores, por lo que mi inquietud iba en aumento constante. Estaba literalmente ansioso por ver SUS momentos y estos finalmente llegaron.

La Barraza está impactante a partir del regreso de su pueblo a Estados Unidos; toda la secuencia en el desierto, su ansiedad, angustia y desesperación son transmitidas de una forma excepcional. Uno siente en el estómago pulsaciones que pueden desembocar en lágrimas en cualquier momento. Asimismo Chieko (Kikuchi), sordomuda, que con su desnudez grita desesperadamente “véanme, aquí estoy y necesito ser amada, soy un ser humano”; Dios santo…es fenomenal.

Muchos han catalogado a Babel como la cinta más optimista de la trilogía de Iñárritu. Hay que tener eso en mente para no sufrirla, saberlo ayuda mucho a disfrutarla. El beso ansioso y esperanzador que se dan Susan (Cate Blanchet) y Richard (Brad Pitt) es la gota de agua en el desierto, el helicóptero que llega a rescatar a la herida, el resultado de la búsqueda de los niños, y el abrazo entre Chieko y su frío padre en esa gran urbe que simula una moderna Babel (Tokio) dan una sensación de paz a todos los que asistimos a ver este ejercicio de introspección.

Pero insisto, algo me molesta…y no sé que es. Trataba de justificarme buscando detalles que no me dejaron satisfecho, como esa música de Santaolalla en la secuencia final que intenta ser minimalista, pero es su manipulada sutileza la que me molestó y que me hizo decir: “no, no, no…mal esa melodía”. Hubiese preferido mil veces que al menos para ese final Iñárritu se hubiese colgado de algo más emotivo tipo Glass o Nyman (jaja) y hacer a Santaolalla a un lado. Pero en otros momentos se aplaude el trabajo musical, al menos la selección de canciones y no pude permanecer inmóvil escuchando a la siempre oportuna y entrañable Chavela Vargas ó esos acordes de guitarra tan característicos de Santaolalla que contribuyen al realce de las secuencias desesperanzadoras y que parecieran congelar el tiempo haciéndolo todavía más lento y pesado.

Babel, a ratos académica, a ratos pretenciosa (los menos), a ratos brillante, a ratos estereotipando (esos japoneses, esos mexicanos), a ratos lenta y esto es casi como decir: “sí, sí, sí…¡pero NO!” y al menos para un servidor, la conceptualización final que hice del film, es lo que me importa. Así que aùn con este abanico de sensaciones, Babel seguro gana a Mejor Película, pero reforcé la idea de que darán el Oscar a Martin Scorsese (y miren que no he visto The Departed) como Mejor Director pues el trabajo de Iñárritu lo siento irregular.

En algún momento Daniel me cuestionó: “pero entonces, si hay tantos detalles que no te gustaron…¿por qué insistes en que le darán el Oscar a Mejor Película?” y al menos en esta ocasión, creo que podemos estar de acuerdo en que el tema que maneja el film es universal y de mucha actualidad, en ello radica gran parte de su importancia y sabemos también de que pie cojea la Academia norteamericana, entre cosas políticamente correctas y deudas morales que se tienen que saldar (adivinen el Oscar honorario a Ennio Morricone).

Perdonando la poco lógica lluvia de ideas (visiblemente influenciado por Iñárritu), ‘ta luego.

27 enero 2007

¡Eres maravillosa Julianne!

Rara vez me quedo embelesado (¿o debí decir idiotizado?) viendo el trabajo de una actriz. Bueno, en realidad me sucede seguido pero con muy pocas actrices (en una futura ocasión hablaré de todos mis monstruos sagrados), y hoy no pude contenerme para venir a buscar fotos de Julianne Moore y rendirle aunque sea un mini homenaje fotográfico. Y es que ayer, mientras veía una película que se llama The Prize Winner of Defiance Ohio, me ganaron las lágrimas observándola y en un impulsivo momento (con brinco incluído) exclamé en voz alta sumamente convencido: “¡Eres maravillosa Julianne!”

Así es, Julianne Moore es maravillosa e imborrables están en mi memoria sus papeles más importantes y emotivos:

Como Laura Brown en Las Horas (The Hours, 2002)


Como Evelyn Ryan en The Prize Winner of Defiance Ohio (2005)


Como Cathy Whitaker en Lejos del Cielo (Far from Heaven, 2002)


Como Linda Partridge en Magnolia (1999)


Como Sarah Miles en El ocaso de un amor (The end of the Affair, 1999)


Como Amber Waves en Boogie Nights (1997)

O como Carol White en Virus (Safe, 1995)


Citando a Miguel Cane en su libro "Intimos Extraños" coincido en que "...más allá de la hermosura física, hay un elemento incandescente que transmite a cada una de sus interpretaciones y que la ha convertido en un espécimen fascinante en la fauna del celuloide: madre atormentada o tormentoso objeto de deseo, no hay manera de que pase desapercibida”

Y es cierto, una vez que se le mire, no hay forma de olvidarse de ella.


Julianne Moore

25 enero 2007

Esa cosa llamada familia: 'Un gran chico'


Hace algunos meses me sorprendió la declaración del actor Hugh Grant, que giraba en torno a su retiro definitivo de la actuación. Grant de 47 años, sostenía que actuar ante una cámara cinematográfica es una tortura que lleva soportando desde hace muchos años; sin embargo a pesar de estas declaraciones, el actor sigue trabajando y da gusto verlo en este tipo de comedias sencillas y agradables en las que sabe desenvolverse estupendamente.

Un gran chico es el nuevo trabajo de los hermanos Paul y Chris Weitz y en principio les confieso que el antecedente que traían de ser los realizadores de American Pie, no me motivaba mayormente para desear ver la película; pero la cinta es encantadora y con destellos de una inteligencia y candor que en lo personal, no había visto en los trabajos anteriores de este par de realizadores que incluyen títulos tan disparejos como la antes mencionada ó Cambio de Cuerpo (Down to Earth), esta última con el comediante Chris Rock (una cinta que no debería verse ni en los autobuses ADO GL, así de mala es).

Con un gran reparto que incluye a la actriz Toni Collete (que actuó recientemente en otra delicia llamada Little Miss Sunshine), Rachel Weisz y el pequeño Nicholas Hoult, Un gran Chico está basada en la novela británica de Nick Hornby (el mismo que escribiera Alta Fidelidad y que en cine protagonizara John Cusack) y narra las peripecias que ocurren en la vida de Will -interpretado por Hugh Grant-, un inmaduro solterón de 38 años y mujeriego empedernido que es capaz de inventarse un hijo con tal de acceder a un círculo de madres solteras para relacionarse con alguna de ellas sin que exista el problema de contraer compromisos indeseados que le compliquen su soltería.

Will descubre que por las características de estas mujeres, solitarias y con gran necesidad de cariño, son ideales para hacerse de compañía sin que existan ataduras sentimentales y largos periodos de conquista como en las relaciones ordinarias y esta situación le facilita abordarlas, por lo que en cuanto surge la oportunidad, se presenta a una reunión de padres solteros y conoce a Suzie (Victoria Smurfit) a quien empieza a tratar y quien finalmente provocará que conozca a un niño muy especial: Marcus, hijo de Fiona (Toni Collete), un remedo de hippie vegetariana y una de las mejores amigas de Suzie.

Marcus, niño retraído y solitario es objeto continuo de burlas en la escuela por el lazo afectivo tan fuerte desarrollado con su madre; tiene además que cargar con el peso del miedo constante por las depresiones severas de Fiona, que han propiciado que esta última intente suicidarse en más de una ocasión. El chico está en búsqueda de la figura paterna, de ese tercer miembro para que la familia funcione como tal.

El pequeño actor Nicholas Hoult, personifica a Marcus y fue seleccionado de un casting de más de 100 niños. Marcus viste suéter multicolor a rayas horizontales, zapatos pasados de moda, le gustan las canciones antiguas, posee una extraña y fascinante madurez que muy raramente se da en los niños de su edad y cuya convivencia con Will provoca -sin querer-, que el solterón comience a experimentar lentamente un proceso de maduración que le dará un nuevo sentido a su vida.

Una presencia a destacar, aunque breve, es la de Rachel Weisz (próximamente en The Fountain dirigida por su esposo Darren Aronosfky), encantadora y mágica. Hay actrices que con su personalidad tan femenina dotan de momentos especiales a las películas; Will por fin se da cuenta al conocerla, que el estilo de vida que lleva es intrascendente, vacío y trata de conquistarla, aunque ello suponga el despojarse de caretas y actitudes superficiales que no encajan con la personalidad de Rachel.

Es fácil suponer que esta comedia inglesa nos gane al estar protagonizada por un niño ya que ocurre con mucha frecuencia que los pequeños se roban la pantalla aunque exista detrás el nombre de una estrella consagrada, pero eso no ocurre aquí. Grant está espléndido, mostrando un carisma excepcional y logra que creamos totalmente su papel del tipo desenfadado y sin trabajo (sobrevive gracias a las regalías heredadas por su padre de una canción navideña) y que entre otras cosas, gusta de comprar discos compactos, ver diariamente un programa de concursos por televisión, vestir siempre impecable y cuidar religiosamente el aspecto de su cabello.

Siento especial conexión con películas que cuentan la historia en primera persona (con voz en off), algo se mueve internamente pues propician un ambiente de calidez y una identificación del personaje principal con el espectador que provoca momentos de cercanía e intimidad y uno no puede dejar de compenetrarse con la historia. Los pensamientos de Will nos son confiados con una fuerte carga de chispa y sinceridad que irremediablemente nos afecta y es entonces cuando sobrevienen los momentos de deliciosa comedia.

Y lo que no puede faltar en una comedia que se precie como tal, son las canciones de grupos tan populares como U2 con Zoo Station o Mystikal con Shake Ya Ass, así como una apropiada y a ratos emotiva banda sonora realizada por Damon Gough, que en el disco firma como Badly Drawn Boy.

Un gran Chico, apuesta por plantearnos el sentido de responsabilidad que debiera imperar en la familia y el rol que cada integrante juega. Apuesta también por la intención de profundizar (en una forma entretenida y nada académica) en el concepto de familia extendida, sí…aquella que se integra por los amigos con la importancia fundamental que pueden llegar a representar en el núcleo familiar, sobre todo en aquellas disfuncionales como la de Marcus, el pequeño protagonista. Bien por los directores, que supieron transmitirlo espléndidamente en pantalla.

24 enero 2007

Al encuentro del desencanto


Comentaba hace algunos días que es difícil realizar una amistad, coincidir en puntos de vista…en pocas palabras, ser afín; pero si quieren complicar más la situación, créanme que no hay camino más fácil que entablar una relación (sea de amistad ó de otra cosa) a través de internet y para muestra un botón:

Imagínenme sentado cómodamente en mi auto, aparcado sobre la carretera que va de Valladolid a Cancún. Delante de mí, hay otro vehículo. Apenas puedo distinguir dos siluetas que intercambian palabras. El algún momento, ambos inclinan el rostro y casi puedo percibir el mutis del ambiente. Después -seguramente-, vino el “bueno, seguimos en contacto” y el adiós.

Así acaba una poco fructífera relación que se desarrolló vía internet, que incluyó mensajes eróticos, palabras de amor y posibles planes -unilaterales- de vivir juntos. Lo peor de todo es que, ambas personas se conocieron físicamente ayer.

Retrocedo un poco para contarles como se desarrollaron estos dos últimos días de fin de semana. Llegué a Valladolid a invitación de un amigo que festeja su cumpleaños. Es realmente un deleite ver como su mundillo comienza a poblarse de amistades que vienen de Mérida y de Cancún. A todos nos mueve hacerle compañía a un amigo incondicional, que lleva años viviendo prácticamente solo en una ciudad por demás pequeña, sin gran movimiento y en donde el paso de las horas es realmente lento.

Llegué el sábado, alrededor de las 10 am. Mi amigo fue por mi a un punto de encuentro y durante el trayecto a su casa me contó que vendría a su fiesta su pretendiente virtual.

Éste finalmente llegó. Por los ojos de mi amigo me pude dar cuenta que el encuentro físico no había sido lo que él esperaba; pero faltaba la convivencia que sería en definitiva la que podría generar mejores resultados.

Así las cosas, la casa empezó a llenarse de amistades. Todos conviviendo en el mejor de los planes, contando chistes o anécdotas curiosas y empecé a notar cierto distanciamiento del pretendiente de mi amigo. A duras penas esbozaba una sonrisa, intervenía poco en las conversaciones, de repente se levantaba de la mesa para fumar un cigarrillo y aunque los ahí presentes tratamos de hacerle entrar en confianza, fue una situación que no tuvo tanto éxito.

Así se mantuvo toda la velada. A ratos se escapaba con mi amigo quién en algún momento me expresó: “me está convenciendo”, pero a pesar de sus palabras era a mi a quién no convencía diciéndolo…

Y comenzaron los detalles: “Hay de tres: 1) me duermo en la cocina en mi colchón (separado de todos) pues no concilio el sueño si escucho ruidos, 2) me duermo en mi auto ó 3) me voy a un hotel, decide…” . Mi amigo obviamente estuvo a un paso de seleccionarle la tercera opción pero por educación se contuvo. Mismo caso a la mañana siguiente en que la actividad principal del día del grupo era ir a la feria de Valladolid, caminar entre los puestitos y coronar jugando futbolito: “Andale, juega con nosotros…”, “anímate”, y demás súplicas fueron en vano. El amigo de mi amigo comenzó a caer de mi gracia. A eso de la 1 de la tarde decidí poner pies en polvorosa y regresar a Cancún; pero antes, un comentario de mi amigo me actualizó el status de la situación: “David, es muy chocante y exigente y pues la verdad, que flojera”, no pude menos que expresar “pues que mal”

Así, sentado dentro de mi auto aparcado a la orilla de la carretera, veo como dos personas le dan un giro de 180 grados a su relación. Desconozco si a futuro se sigan frecuentando, lo que si es seguro es que de hacerlo, será solo en términos de amistad. Esperé tranquilamente a que mi amigo bajara de aquel auto para acercarse al mío y despedirnos. En su rostro pude ver el desencanto del encuentro y pues no hay de otra, alguien más llegará y espero que sea pronto, mi amigo de verdad que lo merece.

22 enero 2007

Suspenso de buen nivel: 'Un amigo como Harry'

Yo quiero un amigo como Harry. Tal vez mi subconsciente quiere un amigo así. Y en determinado momento ¿quien nos puede decir que probablemente no sea ésta la premisa principal de la película francesa de Dominik Moll?


Ayer me divertí mucho viendo una cinta entretenida e inteligente, que intenta recuperar el sentido de las películas de antaño en el que las imágenes te llevan de la mano, te sorprenden y te arrancan nerviosas sonrisas como en el más clásico thriller o historia de suspenso; el detalle está en dejarse llevar por lo que se está viendo.

Lo cierto es que, Un amigo como Harry se mueve por terrenos que por ser conocidos, tienen el encanto de lo que gusta: humor negro, suspenso psicológico, atmósfera turbadora, una trama interesante y sobre todo, logra su cometido: entretenernos. ¿No les ha pasado que hay días en los que sienten que todo les sale mal?, ¿qué probablemente las personas que los rodean entorpecen o dificultan su deambular por la vida?... ¿ó simplemente que las condiciones monetarias de plano son tan precarias que uno cree no poder continuar?

Y es entonces cuando empezamos a jugar con ideas o sueños tales como el desear sacarnos la lotería, o encontrar a ese cuate de la escuela -el millonario-, que nos limpie el camino de piedritas y que nos haga la vida menos complicada con algún buen y extraordinario regalo, pero ¡oh realidad!, cuando despertamos de ese sueño esperanzador, estamos otra vez inmersos en cómo solucionar nosotros mismos esos problemas.

Bueno, pues el Harry de la película de Dominik Moll hace las veces de hada madrina, de mano mágica, un benefactor que no pide más que te desarrolles y seas exitoso, a costa de lo que sea. Nuestro Harry es el que hace el trabajo sucio, una especie de genio de la lámpara que te concede todo lo que deseas y hasta aquello que te daría miedo de sólo pensarlo. Harry es capaz de casi adivinar tus más obscuros deseos y llevarlos a cabo sin que tú muevas un solo dedo.

El actor español Sergi López (que encarnó recientemente al Gral. Vidal en la maravillosa El Laberinto del Fauno) da vida a Harry, un maduro ricachón que no tiene preocupaciones, que se la vive tratando de quitar complicaciones a las vidas de sus conocidos, que viaja en su auto BMW al lado de su despampanante chica y claro, con su visa oro; Harry va a todos lados y a ninguno, el asunto es no aburrirse y el dinero que le fue heredado, da para eso y mucho más. En cambio Michel y Claire son el fiel retrato de la familia clasemediera, con tres hijas pequeñas, con problemas de dinero y una relación sentimental que empeora día con día; Michel es el típico individuo que no sabe decir 'no', el tipo al que los padres se pueden entrometer en su matrimonio y que nunca hará nada por detenerlos aunque el descontento interno se incremente.

Es en un día extremadamente caluroso en el que Michel viajando con su esposa e hijas en su destartalado automóvil a la casa de verano, se encuentra con Harry en los baños de una gasolinera. Ambos fueron compañeros de estudios y aunque Michel no lo reconoce de inmediato, Harry sabe muy bien a quien tiene enfrente. Tan lo recuerda que se sabe de memoria viejos cuentos escritos por Michel en alguna etapa de su vida y lo sorprendente es que, bajo este motivo y por la admiración que Harry guarda a lo que leyó del puño de Michel, el millonario ha encontrado a quién ayudar, liberarlo de problemas y de paso, quitarse la aburrición que lo acompaña.

Dominik Moll dice que se inspiró en el estilo de Alfred Hitchcock para abordar esta historia, aunque lo cierto es que la manera en la que hace parecer lo absurdo como algo macabro, tiene reminiscencias mucho más recientes de cintas como La última cena (The last Supper) con Cameron Díaz o la irregular Malas Compañías (Very Bad Things) con la misma Díaz y Christian Slater y no creo exagerar al pensar que hasta de Fargo de los Hermanos Cohen; todas ellas películas en las que lo insólito se convierte en pesadilla de un minuto a otro.

Aunque contrario a lo que pudiésemos esperar, uno de los grandes aciertos de Un amigo como Harry es que nunca veremos ríos de sangre, ni aparecidos, ni mutilaciones ó imágenes desagradables que son clásicas en este tipo de cine. No, Dominik Moll opta por darle mayor peso y profundidad a la psicología de los personajes que es mucho más compleja e interesante que cualquier escena gore que pudiese mostrar.

Y es posible que a algunos les recuerde el estilo de Hitchock pues hay imágenes alucinantes como una persecución de autos en la obscuridad de la noche desplazándose por intrincadas laderas acompañadas de una música igualmente efectiva compuesta por David Sinclair Whitaker (un desconocido para nosotros pero con vasta experiencia en el campo de la música para cine de terror y suspenso), que evoca el estilo y acordes similares a los que solíamos escuchar en las cintas de Hitchcock.

Es el humor negro que permea a la cinta lo más interesante de ella. Sus bien cuidados diálogos así como el retrato de los personajes que funcionan por la cotidianidad que reflejan, haciendo que pensemos por instantes que estamos ante situaciones que bien podrían sucedernos a nosotros, en cualquier momento.

Y es también una ambigüedad que se percibe en la película la que logra atraparnos: ¿estamos viendo encarnado en Harry los deseos reprimidos de Michel?... ¿es real Harry o sólo es producto de la imaginación del protagonista?




Aunque ese final no es en absoluto ambiguo y pareciera de repente una bella postal, hay detrás un secreto espeluznante que les aseguro provocará que se deleiten de la emoción; yo de plano no pude menos que expresar: ¡que bien terminó la película!.

Un amigo como Harry ha desfilado con éxito por diversos festivales, incluso el actor Sergi López ganó el César 2001 al Mejor Actor por esta interpretación además de otro premio europeo y es que su labor como el psicópata es muy destacable. Complementan el reparto Mathilde Seigner (hermana de Emmanuelle Seigner, la flamante esposa de Roman Polanski) y Laurent Lucas como el atormentado Michel.

Es así como una cinta que posiblemente en manos de un director menos hábil hubiese resultado en una convencional y disparatada comedia, se convierte en un delicioso viaje al mundo de los deseos reprimidos y anhelos no realizados, todo cubierto bajo el manto de una pesadilla siniestra, digna del mejor cine de ese estilo. Mi recomendación es que si no tienen en mente algún título para rentar este fin de semana, ¡ya ni le busquen!

19 enero 2007

Flores para...



Mi madre y la Sra. Inés...


Y un regalo especial (secreto) para mi amigo Ahkin


Que cumplen años este fin de semana.


¡¡Muchas Felicidades!!


Un abrazote y mi cariño sincero.

16 enero 2007

Quiero dormir cansado...

Hoy tuve una discusión bastante extensa, agotadora, desgastante y desmotivante con mi amigo Daniel…¡qué difícil es forzar una relación de amistad a existir como tal!

Daniel

Hace tiempo, en mi etapa de estudiante-adolescente, deseaba ser el mejor amigo de –curiosamente- su hermano Rodolfo. Él era (en su momento) sino el mejor estudiante, uno de los más populares: gran deportista, amigo de muchos. Todo cuanto tocaba tenía cierto grado de éxito. Si de repente se organizaba una cascarita de futbol, me temblaban las patas si al momento de él elegir a su equipo no me seleccionaba, yo sabía que usualmente su equipo ganaba y me gustaba estar en su grupo de trabajo pues en nuestras colaboraciones siempre éramos los mejores.

Estudié con Rodolfo toda mi primaria y secundaria. Compartimos los mismos maestros y grupos durante esos 9 años, pero no fue sino hasta finales de la secundaria donde me percaté de que quería realmente -y con profunda convicción- llegar a ser su gran amigo. Un amigo para toda la vida.

Por azares del destino, mi suerte estaba echada y ante el divorcio de mis padres a mis 15 años, tuvimos que abandonar el pueblo en el que vivía. Mi amistad con Rodolfo, irremediablemente y como se puede adivinar, no prosperó.

Llegué a Cancún y ante la gran cantidad de cosas por hacer, trámites por efectuar y gente nueva por conocer, mi pretensión de profundizar la amistad con Rodolfo quedó en el aire. Algunos años después, ya estando en la Universidad, investigué su domicilio en Oaxaca y lo contacté. Nos escribimos a lo sumo 3 cartas y cesó de aquel lado la correspondencia. Ya no insistí.

Hoy, con la discusión que tuve con su hermano Daniel, me di cuenta que estoy cayendo en el mismo error que con Rodolfo, tratando de ser “forzadamente” su amigo y hay una especie de desconexión tal que mi ánimo, después de la discusión que ha dado pie a este escrito, ha quedado exhausto y vacío.

He visto como se maneja Daniel con el buen Xico (de quien les debo líneas) y debo confesar que me provoca envidia el ver lo bien que se llevan. Xico obviamente no ha convivido con Daniel en la misma forma que yo (trabajamos en la misma empresa, compartimos departamento, gastos y hasta diversiones). No me gustó la forma en la que justificó Daniel ese bienestar argumentando “él tiene atenciones” ¡carajo!, tampoco se trata de hacerle la barba ni de ser condescendiente ¡si sólo se trata de amistad!, pero todo esto me obliga a pensar si no tendré problemas de autoestima tratando de buscarle el modo ó si de plano sea excesivo este interés de mi parte en cultivar la amistad.

Bien dicen que los amigos son los hermanos que se escogen, pero siento que hay un aspecto que se tiene que considerar y es la química que también debe existir entre éstos. Es decir, no sólo hay que escogerlos sino estar en la misma frecuencia, tener similitud en formas de pensar y posiblemente hasta en gustos. Encontrar todo esto en una persona es harto complicado y presiento que (con cierta tristeza lo digo) no es algo que esté encontrando en Daniel y seguramente tampoco él en mi.

Las discusiones a las que hago alusión son siempre por estar a la defensiva, por justificar lo injustificable, por tratar de tener siempre la razón. Le he dicho que a veces no sé que pensar con él, si soy su enemigo ó si existe alguna competencia de la que no estoy enterado y aunque aparentemente no hay tal, no encuentro razones válidas para estos dimes y diretes que al final no llevan a ningún lado. No soy una mala persona, la llevo bien con los demás, me aprecian y quieren. Tampoco soy una perita en dulce pero siento que me adapto muy bien con la gente que me aprecia y es chistoso (me cae que tengo que encontrarle lo cómico al asunto) pero Daniel me argumenta que sólo yo le hago sacar esa forma de ser y ocurre lo mismo de este lado: nadie hasta ahorita, me había provocado tantos sentimientos encontrados.

Es curioso y no lo sabe pero, siempre que ocurren estas peleas, me siento más solo que nunca añorando tiempos y personas pasadas que no volverán. Finalmente y como conclusión temporal, no quiero pensar más en esto, asi que hoy y después de haber tenido este mal rato…deveras, quiero dormir cansado.

Los Globos de Oro...anoche

Alejandro González Iñárritu

Hoy es noticia que dos mexicanos salieron triufandores en la edición 64 celebrada anoche: Alejandro González Iñárritu y Salma Hayek; el primero por Mejor Película, su ya multipremiada Babel y la segunda en su faceta de productora de la serie norteamericana Ugly Betty. Hace algunas semanas comenté que veía con satisfacción que los mexicanos (Iñárritu, Hayek, Prieto, Navarro, Lubezki, Del Toro y Cuarón) hacen mejores trabajos fuera del país que dentro, es cierto y se justifica: mayores recursos están a su disposición con lo que su talento encuentra formas de expandirse y encima de ello, la resonancia mundial que tienen estas premiaciones no hacen menos que dirigirlos a la cima y que todos estemos enterados de sus triunfos.

Así, nuestro nacionalismo sale adelante. Hay una especie de orgullo por ver que los nuestros triunfan allá pues cuando lo hacen, es señal de que superaron las barreras que nosotros mismos les impusimos y hacerlo con los Globos de Oro no es cualquier cosa. Y es que algunos incluso los consideran premios más serios que los Oscar. Finalmente se trata de la prensa extranjera asentada en Estados Unidos en la que no pesan campañas publicitarias de las grandes productoras, ni intereses económicos y mucho menos de amistad, con lo que –al menos en apariencia, uno nunca sabe- la premiación obedece más a los verdaderos valores artísticos de las obras que compiten que a otra cosa.

Helen Mirren

Y la premiación me dejó hasta cierto punto satisfecho. Me hubiese gustado mucho saber que El Laberinto del Fauno se llevaba la presea a Mejor Película Extranjera pero le ganó Clint Eastwood con Letters from Iwo Jima y así es esto. Pero no hay que perder la esperanza pues la Fipresci (Federación Internacional de Críticos de Cine) acaba de otorgar casi sumultáneamente el premio de Mejor Película Extranjera a la cinta de Guillermo Del Toro. Lo que no me causó sorpresa alguna fue leer que Helen Mirren (la excelsa) se alzó con dos trofeos: Mejor Actriz por La Reina (The Queen) y el segundo por su desempeño en la serie de televisión Elizabeth I. Por otro lado, bien por Salma Hayek y America Ferrera que con la serie Ugly Betty se alzaron en los rubros de Mejor Serie de Comedia y Mejor Actriz de Musical ó Comedia, mero interés personal pues he estado viendo en la red algunos clips de esa serie y créanme que se antoja deliciosa.


América Ferrera y Salma Hayek

Veremos que nos depara a los mexicanos con los Oscares cuando se anuncien las nominaciones el próximo 23 de enero y a los ganadores el 25 de febrero pero antes (el 11 de febrero) también se celebrarán los BAFTA (Academia de Cine y Televisión Británica) en donde El Laberinto del Fauno y Babel cuentan con sendas multinominaciones.

Año de los mexicanos señores…gocemos con sus triunfos.

15 enero 2007

¿Cine de arte?... Nine Songs


Ando con el ojo cuadrado. Anoche me receté Nine Songs, la nueva película de Michael Winterbottom, quién se hiciera famoso con Bienvenido a Sarajevo, pero del que guardo especial recuerdo por una cinta que nunca llegó a México en exhibición comercial llamada Wonderland y que para mi gusto representa su mejor película a la fecha. Es más, adelantándome un poquito creo que Nine Songs se disfruta mejor (en su caso) si alcanzaron a ver ese pequeño drama intimista del que trata Wonderland.

Nine Songs levantó ámpula en el mundo por una sencilla razón: Winterbottom es un director serio, con una brillante trayectoria, que pensó (me parece que inspirado por la intención de llevar al cine una novela cuyo nombre desconozco) que no es posible que una historia de amor en pantalla grande culmine con un beso o abrazos o incluso con escenas que sólo sugieran sexo. Supongo creyó que ese cliché de elevar la cámara y sacar de foco a la pareja en el acto sexual ya estaba muy añejo y con este trabajo de verdad no quiso dejar nada a la imaginación.

Así que con esa idea tan básica, se busca dos actores; el galán en turno es Kieran O’Brien, con quien ya había trabajado anteriormente en 24 Hour Party People; para la contraparte femenina, Winterbottom recurrió al casting. Se consiguió a la novata Margo Stilley, bastante buena actriz (como dato curioso fue de las pocas que se presentaron a la selección); después medio armó una historia muy sencilla que incluye (para darle frescura al asunto) diálogos improvisados y las 9 canciones del titulo.

Así que esto que parece ser un caprichito de Winterbottom tuvo que ser aderezado con algo más para llamar la atención de las masas y dado que es innegable que el joven director tiene un excelente sentido de la música ¿por qué no hacer un recorrido con la pareja protagónica por varios conciertos de grupos actuales? Así las cosas, 9 Songs arranca con números musicales de Black Rebel Motorcycle, The Dandy Warhols, Primal Scream, Elbow, Super Furry Animals y Franz Ferdinand todos con muy buenas rolas, de paso y un tanto metido a la fuerza (dada la tónica de las canciones que le precedían), le rinde homenaje al gran Michael Nyman (el otrora músico de cabecera de Peter Greenaway) haciendo que sus protagonistas acudan a su concierto a propósito del cumpleaños no. 60 del compositor.

El punto es que, entre concierto y concierto, Winterbottom comienza a servirse con la cuchara grande y a mostrar sendas escenas de sexo explícito entre sus protagonistas que van desde la masturbación, felación y penetración con desnudos totales (frontales) del hombre y la mujer. La trama repito, es casi inexistente: Un joven (Matt) que se dirige a la antártida en viaje de exploración, narra (con recurso de flashback) cómo conoce a Lisa, una joven americana alocada y despreocupada que está de vacaciones en Londres. Ambos se flechan en uno de los conciertos y pues, como sucede en este tipo de casos, viene el acostón.

Obviamente la convivencia se prolonga (me parece que un año, aunque nunca queda del todo claro) y se supone que ella permanece en el departamento de él todo el tiempo que dura su estadía en Londres. La cinta en síntesis, narra el inicio y el fin del romance entre estos dos jóvenes que van de canción en canción con diálogos irrelevantes, preparando el café, comiendo, encerrados en el apartamento y obviamente con sexo a todo lo que da.

No sé, la cinta la anuncian como un ejercicio audaz… pero al verla, pensé que estaba viendo una fina película pornográfica, aderezada con buena música y nada más. No hay desarrollo de un romance propiamente dicho. Los protagonistas parecen en un estado de semiletargo que a ratos amenaza con quitarnos la poca emoción de verlos y que sólo nos mantienen (hasta cierto punto) interesados por ver qué nueva ocurrencia sexual o posición tomarán en la siguiente escena.

Todo el film está rodado en cámara digital, con luz natural aunque muy cuidada por lo que hay que admitir se nota la mano del fotógrafo Marcel Zyskind. Como dato curioso, la mayoría de las escenas de Matt y Lisa en la alcoba, están musicalizadas por el trabajo que hizo Michael Nyman para Wonderland, es decir, los mismos tracks y la intención de buscar la misma atmósfera que en aquella mejor lograda cinta de Winterbottom.

¿Qué le pasó a Winterbottom? Tal vez buscó escandalizar un poco o quiso probar la experiencia de filmar porno imprimiéndole su sello. Lo cierto es que la película se antoja como una serie de viñetas que sólo terminan cuando ella se despide del galán y con una secuencia gratuita del mismo sobrevolando la antártida recordando los dulces momentos vividos con la chica. No niego que a ratos el director se da el lujo de poetizar con sus imágenes y música, pero estas secuencias son tan escasas que el experimento inicial de Winterbottom queriéndonos proveer de algo que muy raramente vemos en películas “de arte” (sexo explícito) acaba por rebasarlo y la cinta no consigue quedarse más que en fallido (y rebelde) experimento fílmico.

Pero algo bueno puede salir de todo esto así que veámoslo de esta forma: los que la consigan en DVD pueden tenerla tranquilamente en los estantes de su videoteca sin tener que esconderla a los ojos de familiares y amigos “pues se trata de una película del prestigiado director Michael Winterbottom”, aunque en el fondo y sin ponernos exigentes, no se trate más que de una buena y elegante película porno-musical e insisto, “buena” bajo esta clasificación.

Finalmente, hay que agradecerle a Winterbottom que el capricho que llevó a cabo, le dio sólo para una duración de 69 minutos (¿casualidad el número?), la mitad de los cuáles transcurre con grupos en el escenario sin mayor objeto que dotar de muy buena música la mínima historia. Si es el morbo el que los mueve a conseguir 9 Songs, créanme que encontrarán más placer viendo alguna película de Private Video.

12 enero 2007

'La vida soñada de los ángeles'...¡muy padre!


Entrar a nuestro videoclub favorito, rentar una película y encontrarse con una grata sorpresa, ya no es muy común en estos días. Por eso hoy quise comentarles sobre una cinta que podemos conseguir en video, que nos puede proporcionar un rato agradable de buen cine y que principalmente propiciará el que experimentemos variadas emociones. La vida soñada de los ángeles es el primer largometraje del director francés Erick Zonca, un interesante retrato de dos jóvenes mujeres, solitarias y marginales. A veces las verdaderas películas de terror no son aquellas en las que salen vampiros o asesinos seriales, sino las que muestran un retrato fiel de la humanidad, de seres con vacío existencial, tristeza y un caos generalizado apoderándose de sus vidas y La vida soñada es una de ellas.

Zonca le apuesta a una historia creada a partir del contacto que tuvo con una actriz que asistió a un casting para uno de sus cortometrajes. La chica iba de pueblo en pueblo, con una gran mochila a cuestas, preocupándose únicamente por sobrevivir y juntar dinero para seguir viajando sin rumbo definido.

Así, con trabajos temporales, Isa –su equivalente en la película- se encuentra de repente en un taller de costura, sin la menor experiencia, rodeada de mujeres que la observan como a un bicho raro. Su descuidada apariencia física contrasta con su optimismo por salir adelante. Su nula capacidad para ese nuevo oficio junto a un estridente regaño al que se hace acreedora por su pésimo desempeño en los primeros días, se compensa al conocer a su nueva mejor amiga y compañera de trabajo: Marie, una joven rubia que cuida un apartamento perteneciente a una mujer que junto con su hija, agonizan en un hospital.

Marie es de temperamento nervioso, inconforme con la vida que lleva. Lo suyo no es ser costurera y espera la mínima oportunidad para cambiar de empleo. Le da asilo a Isa, quien la contagia de vitalidad y arrojo para cometer locuras, como lanzarse tras los chicos en una estación de tren y provocar a otros –sin éxito-, para entrar gratuitamente a conciertos en bares, por ejemplo.

El devenir de ambas se antoja incierto; las vemos interactuar, relacionarse… pero se nos viene encima la sensación de un laberinto que no tiene un clímax o punto de resolución, con la esperada vuelta de tuerca que haga cambiar el destino de ambas como acontece generalmente en las películas norteamericanas. Error de apreciación. Todo ocurre en pantalla, y es que hay que recordar finalmente que estamos ante un fragmento de la vida cotidiana de estas mujeres.

La ausencia de música en el film es justificada. Es más, yo diría que musicalizar en los momentos en los que usualmente se hace, se percibiría fuera de lugar. La música por tanto se vuelve innecesaria, pues los interesantes diálogos y las imágenes la suplen sin problema. La trama es sencilla, pero con una intensidad que sobresalta, llena de simbolismos y puntos de conexión que empiezan a aparecer y provocan deleite.

Como las visitas que Isa realiza a Sandrine, la niña en coma en el hospital. Isa la acompaña leyéndole un diario que encontró en el apartamento que habita con Marie, la observa detenidamente. Una niña indefensa está ante sus ojos, alguien semejante a ella.

Marie por su parte conoce a Chriss, un muchacho adinerado y engreído que acostumbra jugar con el amor de las jóvenes. Chriss irrumpe en el mundo de Marie y lo perturba. La acecha y cuando se cansa, la olvida…en un eterno juego que desequilibra a Marie, quien obsesionada es capaz de humillarse, de dejar su empleo y a Charly, el amigo que hace las veces del amante ocasional; todo por desear estar con Chriss.


Las contradicciones de la existencia; una niña que lucha por vivir (Sandrine) y Marie en plena juventud y belleza, dejándose morir. La vemos decaer, así como el desgaste de la relación entre ambas amigas, principalmente cuando Isa trata de hacerle ver el juego de Chriss, consiguiendo solamente aumentar la tensión en el apartamento; ese gran apartamento que comienza a quedar vacío cuando aparece un familiar de la dueña que desea venderlo…un vacío similar al que ya ocurre en la vida de Marie.

El cambio de registro en el trabajo actoral de Natacha Regnier (Marie) es impresionante. Su gran facilidad para el manejo de estados de ánimo, como el estar a la defensiva en un segundo y al otro, ser una mujer con grandes dudas y temperamento nervioso, era digno de reconocerse, y asi se hizo al ganar ambas en la categoría de Mejor Actriz del Festival de Cannes en su edición de 1998.

Y es que el trabajo de Élodie Bouchez (Los juncos salvajes de André Techiné) también es sobresaliente. El director las hizo vivir juntas durante un tiempo para lograr esa cotidianeidad que transmiten en pantalla. Isa sonríe, baila como Madonna pero también protege a Marie, la acompaña, le cocina y trata de que en los momentos de crisis, su amiga no pierda el sentido de la realidad, aunque esto se perciba como algo inminente.

La premisa de Zonca parece ser la afirmación de que en cada mujer hay una historia. Esa cámara que al final recorre la estación de trabajo en donde Isa se convierte en una trabajadora más, lo sugiere; su rostro serio y melancólico, sin su eterna mochila, centrada únicamente en tratar de colocar correctamente los cables de esas computadoras que se fabrican en serie…un silencio total. Este es el único momento en toda la película en el que la música comienza a emerger, un tema tan hermoso como emotivo de Yann Tiersen, el mismo compositor de la banda sonora de Amélie, que da el toque de esperanza a lo que acabamos de presenciar; sí...la esperanza de volver a ver esta historia confiando en que observaremos a Marie, en algún momento, despertar de su letargo o que Isa recuperará, tarde o temprano, su encantadora sonrisa.

La vida soñada de los ángeles parece un documental; un falso documental inscrito en la línea de lo realizado por Michael Winterbottom con su exquisita Wonderland. Un retrato vital que emociona por lo honesto y sencillo de su anécdota y por esas grandes interpretaciones que realizaron Élodie Bouchez y Natacha Regnier.

11 enero 2007

De verdad quiero cantarla...

I don´t love anyone.
No, I just want my fun.
I´m a happy man,
Yes, I´m a happy man.


(Espero, un día de estos...)

Glorioso Distrito Federal


Me encuentro sentado en el aeropuerto del Distrito Federal. Mi amigo Xico (de quién ya les platicaré un día de estos), me aventó a la terminal aérea un poco antes de lo necesario pero es algo que agradezco. Quise darme un tiempo antes de regresar a Cancún para escribir sobre un hecho que experimenté en esta metrópoli (razón de mi ausencia del blog en estos últimos 5 días), así que les cuento.

El viaje fue por causas de trabajo. Hay toda una maraña que desenredar en la oficina que involucra a personal de ambas empresas y era necesaria mi presencia acá. Pero me di un tiempo para convivir con Felipe (de quien ya les he platicado antes) y Norma, su esposa. Ambos derrochan habilidad de buenos anfitriones y siempre que me invitan a hospedarme en su casa, me hacen sentir más que halagado.

Así las cosas, a la mañana siguiente de mi llegada, Norma me invitó a tomar café en su acogedora cocina. Encuentro reconfortante platicar con ella pues me parece que tiene una actitud ante la vida bastante esperanzadora y por ende contagiante. Hablamos de todo un poco, de cosas superficiales, interesantes y chuscas (Zipolite, Norma, Zipolite…). En determinado momento y al calor del delicioso café que estaba degustando, me contó los planes que tiene con Felipe a largo plazo. Me dijo que su idea de pasar la vejez, es comprar un terreno en Puerto Escondido, hacerse de una casita, construir bungalows para renta, y junto a Felipe, administrar el negocio.

Ante esta confesión, mi apertura fue inmediata. Le externé una preocupación que me ronda desde hace algunos años. Dado que no me casaré, ni tendré hijos, le dije que me inquietaba mi vejez. ¿Dónde acabaré mis días? ¿Estaré solo? ¿Quién me va a cuidar cuando yo ya no pueda y tenga que depender de alguien? Y es que obviamente no puedo ni debo hacerme a la idea de que algún sobrino ó alguna de mis hermanas tenga que hacerse cargo de mí.

La respuesta de Norma jamás me la esperé: “te vienes con nosotros a Puerto Escondido”
Solo atiné a decir: “¿Si verdad?”
Me contestó con serena certeza: “¡Claro!”

Confieso que con cierta incredulidad le seguí el juego y le dije: “Uy si, ya me imagino yo llegando a Puerto Escondido diciéndoles: Pues Normis, aquí me tienen…¿a ver que van a hacer?”
Palabras más, palabras menos, me respondió que “sería Bienvenido”

Sentí una emoción en el estómago y en un descuido, casi se me salen las de San Pedro.

Al día siguiente -por la noche- le platiqué la anécdota a Miguel Cane en una reunión que tuvimos. Al respecto me comentó que en su caso ya tiene compromiso con una amiga para pasar la vejez juntos, ayudándose… percibí que Miguel al menos en ese aspecto, está tranquilo.

Tengo casi 35 años…y dada mi condición, me preocupa mi vejez. No es algo que me obsesione ni pienso en ello todo el tiempo, pero cuando llego a hacerlo, me lo planteo seriamente. La vida puede dar muchas vueltas. No sé si el resto de mis días los pasaré al lado de alguien, tampoco guardo muchas esperanzas al respecto y no es pesimismo, es realismo. Y es que derivado del abandono que sufrí recientemente, mi percepción acerca de lo que implica la compañía de alguien ha cambiado. Nacemos solos y morimos solos. Esa es la verdad.

Comprendí que la persona que llegue a estar a mi lado, es susceptible de irse en cualquier momento, tal vez y como me sucedió a mi, cuando menos me lo espere. Así que aunque no quiera pensar en mi futuro, siento que debo hacerlo. He dado ya el primer paso para quitarle –mínimamente- lo incierto a esa etapa de mi vida. Aunque no quiero reconocerlo, creo que acabo de engancharme a la que seguramente será la casa en la que pasaré mi vejez. Siempre deseé fosilizarme en una gran casa y aunque lo que acabo de conseguir no es más que la sombra de lo que hubiese deseado, algo dentro de mí me dice que será mi única y última casa.

Hoy camino al aeropuerto, me di cuenta de lo enorme que es el DF y de lo pequeños que podemos llegar a ser en esta urbe. Gente aquí, allá…en sus autos, en el metro, en aviones…caminando, vagando, platicando, cenando. Por un instante y casi llegando al aeropuerto, mi mente se desprendió de mi cuerpo, salió del auto elevándose sobre el cielo y casi pude percibir mi diminuta figura mezclada con la de todos los demás. Soy sólo una persona mas dentro de este enorme rompecabezas y aún con todo esto, mis preocupaciones, como la de mi futura vejez, parecen ser más grandes que mi silueta vista desde el cielo. Por eso llamo “glorioso” al Distrito Federal, su enormidad me incita a la introspección y eso no es cualquier cosa.

05 enero 2007

Los más que excéntricos Tenenbaum


Cuando se trata de películas dirigidas por realizadores casi desconocidos, me dejo influenciar por los nombres de los protagonistas y Los excéntricos Tenenbaum está plagada de actores muy conocidos: veteranos sensacionales como Anjelica Houston y Gene Hackman, hacen equipo con actores de la nueva ola como Gwyneth Paltrow, Ben Stiller, Owen y Luke Wilson.

Pero la primer sorpresa que me llevo al revisar los créditos, es que Owen Wilson, sí, ese actor que seguramente recordarán más por haber participado en películas como Shangai Kid al lado de Jackie Chan o con el mismo Hackman en Detrás de las Líneas Enemigas (Behind Enemy Lines), coescribe con el director Wes Anderson este inusual relato de una familia americana muy especial.

Wes Anderson se ha convertido prácticamente en director de culto y es que con esta su tercera incursión en el cine, nos muestra una muy personal visión de extraños seres, perdedores y angustiados. Probablemente algunos habrán podido ver su anterior trabajo, llamado en México Academia Rushmore, con el que dejaba ver una comicidad un tanto burda que sin duda consigue mejorar notablemente con Los excéntricos Tenenbaum. Si bien es cierto que las cintas que ha dirigido no han gozado de una buena aceptación en taquilla, es la fidelidad que guarda a su estilo, la que lo hace digno de ser observado. Su sello vuelve a plasmarlo en su última obra: Vida Acuática.

Y comentaba que no tarda en convertirse en director de culto, porque su estilo me recordó muchísimo al de John Waters en sus buenos tiempos con películas como Llora Nena (Cry Baby) y Mi mamá es una asesina (Serial Mom), que a la par de una trama interesante y original, incluía seres excéntricos que habitaban un muy peculiar universo. No han faltado incluso los que aseguran que el director posee un estilo semejante al de los Hermanos Farrelly, entre cuyas creaciones se encuentran las irreverentes Loco por Mary y Una pareja de idiotas, pero Anderson cuenta con una realización mucho más depurada, inteligente y elegante.

En este caso, la premisa es sencilla: La familia Tenenbaum, está integrada por Royal (Gene Hackman) y Etheline (Angélica Houston), quienes antes de divorciarse tuvieron tres hijos: los chicos son niños prodigio que desarrollan cada uno, habilidades extraordinarias muy diferentes entre sí. Chas (el Ben Stiller de siempre) el mayor, tiene una especial facilidad para los números y desde pequeño se ha encargado de un negocio inmobiliario; Margot (Gwyneth Paltrow), la seria e introvertida niña, disfruta todo lo relacionado al arte escénico aunque en la edad adulta las obras que ha escrito no han gozado precisamente de éxito. Y por último Richie (Luke Wilson), quien desarrolla el gusto por el tenis convirtiéndose a muy temprana edad, en campeón nacional. Los tres son como adultos pequeños muy independientes, con alto sentido de responsabilidad y obviamente con la ansiedad provocada por el deber de obtener el éxito.

Así las cosas, transcurren casi 20 años, mismos que serán suficientes para observar que algo ha acontecido con estos tres jóvenes que parecen cumplir con un viejo patrón que se dice de los niños brillantes: 'los pequeños inteligentes, dan tres saltos y luego se apagan'. Siendo adultos los encontramos con vidas caóticas, con problemas para adaptarse, pero principalmente guardando un gran resentimiento hacia su padre por haberlos abandonado. Y es que veremos tambalearse el mundo de esta singular familia, cuando el viejo jefe intenta recuperar el tiempo perdido y para hacerlo, Royal Tenenbaum utiliza una gran mentira: se finge afectado por una enfermedad incurable, un cáncer estomacal que sugiere que sus días están contados y que necesita los cuidados de la familia. Este será el motor para reunir nuevamente a estos estrafalarios seres alrededor de él.

En el rubro de actuaciones, hay que mencionar que es muy agradable ver a Danny Glover como el contador enamorado de la Sra. Tenenbaum; obviamente a Anjelica Houston, una actriz madura a la que se le dan muy bien estos personajes un tanto caracterizados y cuyo temperamento es dosificado para el bien del mismo. Vemos a Bill Murray, como el esposo resignado al abandono de Margot, pero especialmente se aprecia el trabajo de Gene Hackman, quien declaró que en un principio no estaba muy convencido de participar en esta cinta, pero que sin duda alguna, muestra una genuina libertad con la que se mueve dentro de los terrenos de la comedia.

Gwyneth Paltrow merece una mención especial. Estamos acostumbrados a verla en comedias románticas, como la muchacha buena y bonita que nos robará el corazón y casi puedo asegurar que esta no es la excepción. Y digo 'casi' porque hay una muy lograda caracterización de su personaje. La Margot que Gwyneth nos regala usa maquillaje cargado en los ojos, peinado convencional, es fumadora pero dejando de lado el aspecto físico, es alguien que muestra ansiedad; un ser complejo que no se siente a gusto con nada y que nos transmite su apatía y cierta amargura para con la vida, con una búsqueda constante de su espacio vital, pero sobre todo, llevando en silencio el amor que siente por alguien muy especial.

Vale la pena mencionar que hay un gran despliegue visual en la cinta, una estética bien delimitada con influencias hippies y retros que abarcan una infinidad de detalles y objetos jugando un papel fundamental para darnos a conocer la personalidad y el espacio de cada uno de los integrantes de la familia.

Es muy posible que cometamos el error de querer etiquetar la película desde el momento en que empiezan los créditos, y es que generalmente tenemos la idea preconcebida de que si vamos al cine, iremos a ver o 'una comedia', 'un drama' o una 'película de terror'. En este caso mas vale no predisponerse, ya que hay una delgada línea entre el drama y la comedia en la que Anderson se mueve para contarnos esta historia que por momentos nos podría provocar desencanto y es que probablemente es hasta la segunda mitad de la película, cuando comenzamos a disfrutarla un poco más, con todos los antecedentes ya puestos sobre la mesa.

Puede ser éste el elemento que provoca controversia en el espectador. Muchos entrarán al cine buscando ver la comedia del momento y honestamente Los excéntricos Tenenbaum está digamos, un poco alejada de eso. La película de alguna manera cumple con esto, pero aspira a ponernos a pensar y no queda más que meterse a la trama, esperando ver de qué manera la historia nos puede llegar a interesar. No esperen morir de la risa, ni tener estruendosas carcajadas, puede que estas lleguen de una manera casi imperceptible pero surgirán, puesto que las situaciones lo van propiciando.

Ciertos giros de la historia aderezados con canciones de los años sesenta de Los Beatles y los Rolling Stones y algunos diálogos tan interesantes que rayan en la genialidad, harán lo propio para que el beneficio de la duda que le concedimos a la cinta en un principio, nos confirme si estamos ante algo que valió o no la pena ver, ustedes deciden.

04 enero 2007

Patrice Chéreau y su "Intimidad"


Una pareja de desconocidos se citan los miércoles en el apartamento de él. Tienen relaciones sexuales y todo parece funcionar con cierta normalidad hasta que llega el día en el que él, decide seguir a esa misteriosa mujer de la que no conoce ni el nombre. La novela de Hanif Kureishi Intimidad, publicada en Gran Bretaña en 1998 y un cuento corto llamado Nightlight, son el punto de partida para que Patrice Chéreau, el reconocido cineasta francés, nos entregue esta realización, una ambiciosa coproducción entre Alemania, Francia, España e Inglaterra.

Sin duda alguna la cinta más conocida de Chéreau es La Reina Margot (1994), basada en hechos reales ocurridos en la turbulenta Francia del siglo XVI y que fuera protagonizada por Isabelle Adjani y Vincent Perez. En esta ocasión, el director recurrió a la obra de uno de los escritores de mayor importancia en la narrativa inglesa actual, Hanif Kureishi, de quien ya teníamos antecedente por otro notable título: Mi bella lavandería, la exitosa novela llevada a la pantalla grande por su coterráneo, el cineasta Stephen Frears; el mismo de Relaciones Peligrosas y recientemente La Reina con Helen Mirren.

Al ver Intimidad, nos remitimos invariablemente a otra gran cinta, El último tango en París de Bernardo Bertolucci. En efecto, el director italiano ya nos había mostrado a una pareja de amantes que se encuentran para tener sexo en un oscuro cuarto de hotel. Sin embargo, a diferencia de esa película, Chéreau dota de cierta actualidad a la premisa y le da otro enfoque: presenta al sexo como la máscara que sus personajes utilizan para ocultar la a veces dañina influencia -en este caso-, del concepto "familia" con todos los convencionalismos que esta conlleva.

Jay es un hombre melancólico que trabaja en un bar y que gusta de escuchar música mientras toma o fuma algún cigarrillo. Para saber más de su pasado, el director recurre a flashbacks y es así como nos enteramos que Jay estuvo casado y que tuvo dos hijos. Cierto día decidió abandonar a su familia para irse con su amante y no volver más.

Por su parte Claire, es la enigmática mujer que lo visita semanalmente. Nunca sabemos como fue que se contactaron; sólo que está ahí, un día a la semana con este hombre. Baja de un taxi que la ha traído desde el otro extremo de la ciudad solamente para encontrarse con Jay; entra al apartamento, se desvisten, se tiran al suelo y tienen sexo. Los momentos de placer se suceden en un impresionante silencio, roto solamente por los jadeos y fuertes respiraciones. Los amantes prácticamente no se hablan; pesa más en ellos la necesidad por lo físico que por las palabras o por lo menos, eso es lo que parece en un principio.


Un encuentro posterior será decisivo en el giro que tomará la historia. Jay la observa después del acto, como quien observa a un ser extraño y se inquieta. Claire despierta, se incorpora, se viste y se retira dejando sin querer la puerta de la habitación abierta, como en una sutil invitación para seguirla y él se decide a hacerlo, en un extraño y fascinante juego del gato y el ratón; es así como Jay descubre la doble vida que lleva Claire.

Chéreau nos atrapa desde el primer momento porque sus escenas de sexo no están 'cuidadas' como generalmente se acostumbra en este tipo de realizaciones; es decir, su lente se mueve con libertad sobre los cuerpos de los protagonistas sin los desvanecimientos típicos de imagen, sin cortes ni fundidos. El sexo se muestra tal como es y me parece que eso logra llevar a la cinta a muy buenos niveles de coherencia y credibilidad.

Pero Intimidad no es una película de sexo, aunque incluya escenas explícitas que, dicho sea de paso, van desde la práctica de sexo oral, mostrar intencionalmente los genitales y ver una erección por parte del protagonista. En realidad lo que pesa más es el trasfondo, el cómo ambos personajes escudándose en el sexo, sobrellevan su soledad; uno cortando de tajo sus relaciones familiares y el otro conservándolas, pero tomándose la libertad de disfrutar con un extraño, lo que no encuentra en su matrimonio.

Lo anterior puede ser controvertido para el espectador no acostumbrado o que no espera ver tanta libertad en el manejo del aspecto sexual en el desarrollo de la trama. Leí por ejemplo que en Berlín, la cinta provocó que a mitad de la proyección varios espectadores abandonaran la sala y es curioso, pero me atrevería a asegurar que la frase publicitaria que le adicionaron en México al cartel promocional, ayuda a poner sobre aviso a los que opten por verla, ya que por lo menos en las dos ocasiones en las que asistí, nadie se levantó de sus asientos.

Naturalmente el director tuvo que conseguir a dos actores de primer nivel que estuvieran dispuestos a todo para sacar adelante el proyecto y estos roles recayeron en Mark Rylance (Los libros de Próspero) y Kerry Fox (Un ángel en mi mesa), quienes nos brindan actuaciones impecables, sin que disminuya en ningún momento, la intensidad y brillantez de su trabajo.

Dentro de los personajes secundarios cabe destacar la importancia de Ian (Philippe Calvario), el nuevo barman que trabajará bajo las órdenes de Jay. Ian es un joven homosexual que sacudirá a Jay con sus cuestionamientos y que dotará de momentos interesantes a la historia al manejar en sus diálogos, puntos de vista muy objetivos sobre la situación que vive su nuevo jefe. A cambio Jay le hará confesiones que no ha compartido con su amante.

Hay momentos en los que pareciera que todos ocultan algo, una pesada máscara que no permite percibir su interior y es aquí donde cinematográficamente hablando, la cámara de Chéreau adquiere mayor importancia al tornarse nerviosa y con movimiento; el director utiliza principalmente los medium close ups para propiciar un acercamiento espectador-personajes por lo que el aspecto físico se convierte en elemento fundamental para transmitir emociones y en consecuencia, provocar que el espectador trate de descubrir lo que cada uno de los personajes esconde.

La música tiene un lugar especial en la película. Una banda sonora con tonalidades sensuales y románticas en la que encontramos nombres tan importantes como el de David Bowie con "The Motel", Tindersticks y su melancólica apertura con "A Night In" combinándose con la efectividad de Iggy Pop, pasando por la frescura y vitalidad de The Clash, sin olvidar obviamente, los adecuados acordes creados por el compositor Eric Neveux.La película fue galardonada en la edición 2001 del Festival de Berlín con el Oso de Oro a la Mejor Película y el Oso de Plata a la Mejor Actriz, por el espléndido trabajo de Kerry Fox.

Con Intimidad, Patrice Chéreau nos deja ver su impecable oficio al hacer un cine de gran calidad, pues nos muestra un intento por manejar una narrativa sencilla complementado con un estilo sobrio y elegante de realización; indiscutiblemente una gran cinta que no se pueden perder.

Con Paty “Navidad” por favor…

Felipe, Margarita, Paty y yo

Me lleno de alegría sólo de pensar en escribir sobre ella y no me refiero a la actríz que personifica a Alicia en La Bella más Fea, sino a mi amiga Paty Hernández. Debo decir que me embargan sentimientos de especial agradecimiento y cariño y les cuento: Cuando la conocí, hacia el año 1994 (12 años ya) Paty era la clásica secre a la que media empresa detesta. Mi amigo (y compañero de la facultad) Felipe y yo, recién habíamos entrado a trabajar (a mitad de carrera de Contaduría) a este pequeño despacho de contadores en donde nos pagaban 5,000 mensuales: 4,250 en conocimientos y 750 pesos en dinero (Dios mío, ¡que recuerdos!)

Pero vuelvo a Paty; ella y su gran amiga y compañera Margarita (otra personita a quién estimo mucho) eran -por llamarlas tiernamente- "las villanas de la película". Ambas comían juntas, platicaban entre ellas, convivían…eran casi inseparables. La “maldad” de ambas residía básicamente en dos cosas: el poder decir NO cuando algo no les parecía (detallito que pocos toleran) y pecar en extremo de sinceras. Además y como aderezando esta especie de “poder” de Paty, de ella dependía el pago de la nómina, el control del fondo de ahorro (léase préstamos) y en algunas ocasiones, la captura de información que se volvía repentinamente urgente para los que ahí trabajábamos. pronto, Paty y Margarita prácticamente nos tenían dependiendo de su estado de ánimo sin que pudiésemos realmente chistar.

Pero el trato conmigo fue distinto. Con el paso del tiempo he llegado a pensar que lo que las acercó a mi fueron las condiciones en las que yo vivía en México en mi etapa de estudiante. Prácticamente viví solo en un apartamento, con mi familia lejos y se daban perfecta cuenta del esfuerzo que implica trabajar y estudiar, ver qué y donde comer y si se está enfermo arreglárselas como se pueda. Es así como empecé a percibir de entrada una desinteresada ayuda de parte de Paty para conmigo; si se me había acabado el dinero uno ó dos días antes del pago de nómina, Paty trataba de sacarme lo antes posible mi cheque. Si por alguna razón solicitaba yo un préstamo, no tenía que hacer antesala de días para que me lo otorgara y si algunas veces llegaba sin alimento en el estómago, me facilitaba el escaparme ó me traía la torta o la quesadilla.

Yo no olvido.

Permanecí en ese despacho alrededor de 4 años. Paty en cambio, lleva media vida trabajando ahí (le digo que ya es parte del activo fijo) y no le veo el ánimo de querer cambiar de empleo. Esto le redunda en algunos privilegios por la antigüedad que se ha labrado (ella sabe muy bien cuáles son) y entiendo perfecto la tranquilidad que le brindan en esta etapa de su vida. Sé que ha visto pasar por ahí a mucha gente, sobre todo estudiantes que aprenden lo que tienen que aprender y emprenden vuelo, como yo.

Mientras estuve ahí, mi convivencia con Paty fue muy agradable. Nos íbamos juntos a comer, nos aventábamos largas conversaciones y sabrosos chismes del despacho jaja. Como joven ejemplar que yo me consideraba, no tomaba ni fumaba pero recuerdo perfecto a Paty cargándome con mi amigo Felipe cuando en alguna fiesta de fin de año me llegué a marear lo suficiente con 4 ó 5 cervezas: “estoy consciente, sé lo que estoy diciendo” balbuceaba quien esto escribe mientras era llevado casi a rastras a la cama, al tiempo que me percataba, en mi patético vaivén, que Paty moría de la risa. Su desenfadada sinceridad también me provocó mi primer trauma en la moda pues cuando empecé a usar traje, decidí comprarme una corbata roja, su comentario no pudo ser más sutil: “esa corbata te aprieta”. Pensando yo que debía aflojarla un poco me llevé las manos al cuello y me aclaró: “no, David, te aprieta…te ves más moreno, pues” jajaja, hoy lo recuerdo y me boto de la risa, sin embargo ya no uso corbatas rojas, querida Paty y no es reproche. Así que me convertí orgullosamente en “su niño” y digo orgullosamente porque Paty siempre me dijo que ella no era de tener muchas amistades, que eran contadas las personas a las que prodigaba su cariño y amistad, así que me considero un afortunado.

Paty es madre orgullosa. Tiene dos hijos (ya unos flamantes jovencitos, por cierto), la mayor se llama Carolina y al más peque le apodan de cariño Tachi. La primera, brillante estudiante es fan de El Señor de los Anillos (como yo) y el segundo ya goza de una inusitada fama de mujeriego (al menos eso me contaron). A ambos los volví a ver recientemente a propósito del festejo de 25 años de casados de sus papás (todo un logro) y me dio tremendo gusto ver la unión familiar que se respira.

Con mi salida del despacho y regreso a Cancún en 1998, nuestra comunicación se ha ido haciendo cada vez menos frecuente. Siempre lo atribuyo al trabajo y a la falta de tiempo y de hecho es así, pero además mis continuos despistes hacen que mis buenas intenciones se queden sólo en ello y al final no le he marcado con la frecuencia que desearía.

Pero ella sabe que aquí estoy y yo sé que también cuento con ella.

Hoy le llamé por teléfono. Le deseé un muy feliz 2007. En algún momento de la conversación, me quedé en silencio y le dije: “Emm, Paty…”, me dijo: “¿qué pasó?”, contesté: “No, nada…ya se me olvidó ja!”; pero no hay tal olvido así que aprovecho estas líneas para decirle lo que no le dije hace un rato: Te quiero mucho Paty y espero que todo sea perfecto para ti en este año que comienza al lado de tu hermosa familia. Ojalá algún día me concedas el privilegio de ser tu anfitrión en Cancún para llevarte a pasear y recompensar aunque sea mínimamente con este detalle, todo lo bien que me trataste y el cariño que me prodigas. Brindaré por ti a la distancia el próximo 9 de febrero, fecha en la que celebras tu (por cierto, inminente e irrenunciable) cumpleaños, así que…¡Muchas Felicidades querida Paty!

Atte.

Tu niño.

03 enero 2007

Hace tiempo escribí...


¿Qué me despierta?

Abro los ojos. Mi habitación todavía a obscuras. La envuelve la noche…a lo lejos, escucho una vieja canción.

Me quedo estático.

Volteo y de reojo prendo la lucecita del minúsculo despertador…son las 6:00 de la mañana. Decido quedarme acostado, pero...¿quién pone esas canciones en los amaneceres? Siempre me he preguntado si alguien tiene una bocina en la azotea y decide acompañar todos los días el amanecer poniendo canciones de Leonardo Favio, José Luis Perales ó la ya cotidiana canción Los Caminos de la vida, con no sé que grupo…

Es de verdad inquietante, pues es en esos momentos en los que creo se me presenta una extrema lucidez. Y es que esas viejas canciones, sólo me remiten a tiempos pasados, me inspiran nostalgia y tiendo a pensar en el tiempo, inevitable e irremediablemente.

El tiempo que pasa, las horas, los minutos, los segundos…

Escucho la respiración de alguien a mi lado que duerme plácidamente, pero al final me concentro en algo que comienza a sobresaltarme y… que no quiero pensar. Y escucho nuevamente la canción en la lejanía; muevo mis brazos para acomodar la sábana que me cubre, es tal el silencio en mi recámara que percibo claramente el ruido de mi cama al moverme.

No quiero pensar nada, pero es entonces cuando “bang” comienzan a agolparse en mi mente una serie de pistoletazos mentales que cuando me percato sólo atino a: “Un día más…¿Qué estoy haciendo por vivir?...¿estoy de paso en este mundo?...¿qué es lo que me mueve?...¿es esto la felicidad?"

Pasan los minutos y los primeros albores del amanecer comienzan tímidamente a hacer acto de presencia.

Me incorporo y me siento al borde la cama. Apoyo mis largos brazos en ella mientras cabeceo y suspiro. Entonces -jugarreta de mi mente- me acuerdo de una escena de una película con Bill Murray “Hechizo del tiempo”, y recuerdo que el cuate este se levanta una y otra vez, en un largo día que se repite y repite…todos los días, ¡vaya maldición!

La misma rutina, bañarse, vestirse, peinarse, salir a la oficina, correr…

Más pensamientos mientras sigo sentado sin decidirme a ocupar mi mente en cosas menos angustiantes: ¿será que el motivo de amanecer día con día vivo, es buscar la perfección en mi vida?, ¿buscar la perfección en mi trabajo?, ¿buscar las perfección en mi vida sentimental?...¿ser ó mejor dicho, tratar de ser felíz?

¿A eso se reduce el amanecer?...

¿A eso se reduce mi amanecer?...

Y en todo caso… ¿es eso poco?...¿estoy pensando lo correcto?

En eso estoy cuando de pronto se me ilumina el rostro y se me hace fácil concluir que hoy buscaré ser mejor que ayer, en todos los planos. Al parecer, éste es el motivo de estar aquí. Debo pensarlo así para no seguir con mis dudas. Sólo espero no cambiar de parecer mañana -al amanecer-, si escucho nuevamente como una vieja canción me saca del letargo y me hace tambalear.
Hace tiempo escribí esto y hoy...algunas cosas han cambiado.

02 enero 2007

Y se hizo la magia: Jules & Jim


A Catherine es fácil conseguirla, lo difícil es retenerla.

No es fácil visitar clásicos del cine, al menos no para gente de mi generación. Ayer vi El cuchillo en el agua de Roman Polanski y hoy me he decidido por Jules & Jim de Francois Truffaut. Encontré un tanto simple la película de Polanski (ya comentaré en otro post sobre ella), pero últimamente y a falta de algo nuevo de interés, he andado con el gusanillo de adquirir clásicos de la cinematografía. Y es que parafraseando a Filiberto López “mi instrucción no estará completa si no veo ciertos títulos representativos del cinema mundial”

Pero decía yo que no es fácil acercarse a esas películas porque antes hay que hacer un trabajo de ambientación y auto-conscientización; básicamente porque estamos acostumbrados a una narración más rápida, repleta de color, acción vertiginosa ó al menos historias con muchos más giros y vueltas de tuerca que logran acaparar fàcilmente nuestra inquieta atención. Creo que todo el éxito o fracaso de una visita de éstas radica en el click que se pueda llegar a tener con la película en cuestión y si éste es inmediato, será mucho mejor.

Así que le concedo un espacio (con bastante expectación además) a la cinta que consagró a Jeanne Moreau. Rodada (intencionalmente) en blanco y negro en 1961 y cobijada en esa corriente denominada Nueva Ola Francesa (de la que Truffaut era uno de sus más grandes exponentes) Jules & Jim detalla la amistad surgida entre los dos amigos del título, sus discusiones filosóficas, sus relaciones sentimentales y como el universo de ambos se transforma cuando aparece Catherine (Moreau), con una personalidad radiante, mentalidad libre y desparpajada logrando atraer a estos dos personajes hacia ella como ninguna otra mujer lo había hecho.


Por citar un referente actual, Bernardo Bertolucci realizó un ejercicio similar en Los Soñadores (The Dreamers) que siendo honestos, hace un notorio y extenso homenaje a la película de Truffaut en este film. Entrando de lleno al estilo de narración, me vino de inmediato a la mente la Amelié de J. P. Jeunet (que por supuesto también le hace sus guiños a la cinta de Truffaut) y detalla las correrías de los protagonistas (en la primera mitad, el film se mira como una bella postal sobre la amistad) y el director logra meternos de lleno al encanto de la película adicionando una exquisita partitura compuesta por George Delerue; basta ver en las secuencias iniciales el encuentro entre Catherine y Jim con una sublime música que la acompaña. Es aquí donde la magia del cine empezó a aparecer e irremediablemente me hizo pensar: “¡Ah, que belleza de película!” como exclamaría el más inocente de los cinéfilos.

Es admirable la cantidad de elementos cinematográficos que Truffaut utilizó en el film y que hoy pueden parecernos de lo más usuales (travellings, imágenes congeladas, paneos, etc.). Los gestos de infelicidad/alegría de Catherine son congelados por la cámara del realizador con claros fines narrativos; su sonrisa y su gracioso canto, provocan que uno como espectador termine también enamorado de ella y compenetrados con los sentimientos de todos los personajes.



Coincido plenamente con Paco Peña que señala en su crítica del film la fuerte influencia/homenaje que le brinda el cineasta a otro coterráneo: Jean Renoir, pues muchas de sus imágenes en exteriores nos remiten al estilo que desplegaba el creador de La Bella y la Bestia y Un día de Campo. Sobresale en la cinta el brillante trabajo fotográfico en blanco y negro y contrario a lo que pudiese pensarse, pareciera que el tiempo no ha pasado por ella regalándonos bellos cuadros convirtiendo así varias secuencias del film en momentos clásicos per sè. Todo un deleite visual.

Catherine hace gala de su libertad sexual, mental (se avienta verdaderas disertaciones filosóficas con Jules y Jim por demás interesantes) y esas características -en mi opinión- son las que ejercen especial fascinación en los hombres que la rodean. Nadie es siquiera capaz de retenerla y a la vez consienten sus libertades con tal de no perderla.

Truffaut logra convertir una historia a ratos escandalosa (una mujer casada que se acuesta con el amigo en la misma casa que comparte con el esposo ante la complacencia de éste último) en una atractiva y tierna película sin que podamos juzgar a los personajes más allá de lo que se nos muestra volviéndonos sólo atentos observadores de lo que ahí ocurre, aunque en el fondo todos estemos conscientes que lo que mal empieza, mal acaba.

Leía con especial atención a Miguel Cane decir que cuando una actriz y un director hacen química, pueden lograr trabajos sobresalientes que pueden permanecer en el imaginario colectivo por largo tiempo y coincido en su ejemplo de Jeanne Moreau y Francois Truffaut que aquí en Jules & Jim parecen perfectas almas gemelas logrando este resultado.


En resumen, Jules & Jim es todo un clásico continuamente referenciado en el cine actual. Es un deleite ver las películas que sembraron la semilla de muchas de las temáticas que vemos hoy día, identificar las influencias en estilo de los nuevos directores y aunque hay que ponerse a tono para verlas, al final uno siente que la visión ha sido enriquecida y seguramente este bagaje adquirido, emergerá cuando veamos cosas nuevas pues seguramente habremos de exclamar: “¡Ah, Jules & Jim nuevamente!”