26 diciembre 2007

Post No. 100 = 100 Cosas = 1er Aniversario




  1. No me gusta hablar de mí, y aunque tener un blog sugiera lo contrario (y este tema en particular), es cierto. Me da flojera hablar de mi y no soy buen promotor de mi mismo ni en lo laboral, ni en lo personal. Necesito un manager.


  2. Me como las uñas (bueno, hago como que me las como). Siempre he sido de temperamento nervioso y mis manos me delatan. El grado de pequeñez de las mismas (las uñas, que no las manos) es tal que ya hasta me da pena mostrarlas.


  3. Adoro a mi familia. Rectifico: adoro a mi madre y a mis dos hermanas con sus respectivos hijos: mis sobrinos. Me hubiese gustado tener un mejor padre. Con el paso de los años y ante el distanciamiento he llegado a pensar que debo hacer las paces con él, independientemente de quién haya sido el culpable (obvio, no soy yo jeje)


  4. Me gustan los perros de mascotas (pero ahora adoro a los gatos, tengo una preciosidad llamada Mina), pero no me gusta limpiar sus gracias ni bañarlos, por eso supongo no tengo uno. Aunque estoy pensando seriamente, con la nueva casa, tener uno…de preferencia un labrador ó un golden retriever. Eso sí, tiene que crecer conmigo…quiero uno de días de nacido.


  5. Soy un suertudo para encontrar cajon de estacionamiento. Un amigo me dijo alguna vez: "Afortunado encontrando estacionamiento, desafortunado en el Amor" y tiene toda la razón :(


  6. Sueño con que llegue un día, salga a la calle y pueda hacer demostraciones de cariño a mi pareja sin ser observado como bicho raro ó despectivamente. Y si ese tiempo no llega, sueño con hacerlo valiéndome madre lo que opine la gente.


  7. El ejercicio no se me da. Cuando lo hago, es básicamente para bajar de peso. A pesar de ello, sueño con tener un cuerpo tipo Chris Evans (chequen en Google para mayores referencias). ¿Así o más perdido yo?


  8. No soy tan atento como quisiera, pero esto es más bien un despiste mío. Últimamente me han criticado mucho esta situación pero de verdad que es involuntario.


  9. Me puede fascinar sobremanera ver desfiles de modas (pueden ustedes imaginar la cara de imbécil con la que me quedo viendo la gracia y elegancia con la que caminan estas gentes, además de la belleza en toda su expresión). Siempre he pensado que los “costureros” (llamados Diseñadores) son verdaderos privilegiados, ganan carretadas de dinero y gozan de un status y fama que ya quisiera algún buen ejecutivo de una gran empresa.


  10. Mi color de piel hasta la secundaria, siempre me causaba conflictos internos. Mi madre y hermanas, blancas y guapas y yo, moreno y feo (como mi papá). Contaba mi madre la anécdota de que cuando era pequeño, le preguntaba: “mami… ¿si tomo mucha leche me volveré blanco?”; imagínense ustedes. Hoy ya no es relevante (ó al menos eso creo).


  11. Me molestan las personas pretenciosas ó egocéntricas. Es curioso, cuando detecto a una persona así frente a mí, se activa mi pavorealitis, me pongo a tono y saco todas mis virtudes y cualidades del cajón. El fin de semana por ejemplo, fue la fiesta de la empresa. Había un mesero que supuestamente generaba ‘oh’s de admiración y traía a las chavas bastante alborotadas; yo lo ví algo engreído y en cuanto pude me paseé frente a él (casi rozándolo) sin pelarlo, según yo se sintió intimidado por mi estatura (juro!) jaja...algo es algo.


  12. No puedo subirme a la cama con los pies sucios. Extraña manía. Siempre corro al baño a lavarlos ó si me doy cuenta que no están tan mal, pongo un trapo al pie de mi cama para limpiarme.


  13. Suelo tocar hasta el hartazgo los CD’s nuevos, especialmente de gente que ‘idolizo’. Pero tengo CD’s que sólo he puesto una vez en años. En algún momento vuelvo a ellos y los redescubro, cuando eso ocurre puedo fastidiar enormemente a mis acompañantes en el vehículo (lugar habitual de escucha de música) pues no paro de repetir las rolas (ó el disco completo) que más me agraden.


  14. Lo que más me gusta de mi, es mi sonrisa (I mean, físicamente). Además, como bendición caída del cielo, me fueron regalados dos hoyuelos en las mejillas que (dicen) son así como que mi mayor atractivo (no sé si tomar eso como un cumplido).


  15. Me gusta viajar. Y desde ya mi ciudad favorita para siempre es y será Berlín.


  16. Es curioso, pero a veces se me conceden ciertas cosas que a otros les parecería debiera yo estar feliz desde antes de disfrutarlas. Yo permanezco impávido hasta que estoy en el momento y hora exacta. Por ejemplo, estando por irme de fin de año a Guadalajara a ver a mi hermana tenía mis boletos en la mano pero carecía de emoción alguna. Amistades me dicen que debiera yo estar saltando de gusto porque dos años sin ver a mi sister es mucho tiempo. Yo sólo sé que esa emoción la experimentaré cuando esté trepado en el avión y/o bajando de él encaminado hacia la sala de espera.


  17. No soy alguien con hábitos de lectura (situación que me pesa) soy un ser visual, como alguna vez les comenté. Pero sé que nos podemos allegar de la información de muchas formas, así que eso minimiza mi preocupación. Sin embargo, cuando decido adentrarme en un libro, no lo suelto y es curioso, pero me he dado cuenta que prefiero leer en otros sitios, menos en mi casa (¿qué leo ahorita? cualquier cosa que salga de la mano de Neil Gaiman).


  18. Me fascinan los relojes. No tengo muchos (si acaso 6) pero me puede “matar” ver un reloj bonito o de buen gusto (yo aquí diciendo que lo tengo jaja) y debo confesar que especialmente con los relojes, suele salirme toda mi impulsividad y poder de compra.


  19. Me gusta vestir con colores obscuros, especialmente el negro. Algunas personas me han dicho que ya deje lo sombrío y que me ponga tonos vivos. Siento que por mi color de piel es harto complicado, además no tengo una personalidad que ayude mucho al uso extremo del color.


  20. Soy una persona esencialmente sana. Rara vez voy al médico aunque padezco una cierta paranoia pues siento que pronto empezaré a padecer algunas enfermedades tipo artritis, cáncer ó alzheimer jaja, ¡todo se me olvida!


  21. Soy desorganizado en potencia. Siento que tengo muchas cosas que hacer pero no hago algo para poner orden. Lo último que me ocurrió es que ya iba yo muy campante a casa de mi (otra) hermana a pasarme la tarde cuando recibo llamado de mi doctora (“te estoy esperando”- me dijo)…damn it!


  22. Siempre me quedé con ganas de aprender teclados. El piano, por ejemplo. A veces paseando en Mixup, me paro a ver los cuadernillos de música de temas de Enya ó de algún otro de mi santuario personal y mi mente vuela: me imagino tocando en una reunión familiar y que además me sale idéntico a como se escucha en el disco... ¡eso es soñar!


  23. Estoy cerrando el año bien: aumento de sueldo, por fin me cambiaron el auto (por uno nuevo yipee!), casa nueva en unos días, nuevo equipo celular (nuevo número, luego se los paso) y de paso, vacaciones a GDL a pasar Navidad y Año nuevo con mis dos (únicas) hermanas. La vida puede ser maravillosa.


  24. Lo que me trae a colación que el diciembre del año pasado ha sido uno de los más tristes de mi vida. No sé si recuerdan el post con el que inauguré este espacio. El tiempo y la actitud hacen milagros.


  25. Soy católico más por tradición que por convicción. Realmente creo en Dios, pero (aunque me escuche comodino) le profeso mi fe a mi manera. No soy de ir a la iglesia pues me siento tantum quantum hipócrita. Pero me cae que cuando ‘le hablo y le agradezco’, lo hago de una forma sincera y de plena convicción.


  26. En este tenor, alguna vez y por azares del destino (un tío envolvió a mi mamá), fui bautizado en la fe mormona. Estaba yo chico y mi rebeldía para con mi madre no llegaba a tanto. Afortunadamente se dio cuenta de que no era por ahí la salida, ella mismo se desanimó y cortamos todo contacto con esa (respetable, como todas por supuesto) religión.

  27. Huyo a todo lo que tenga cara de juego mecánico. Alguna vez me subí a algo que se conoce como “martillo” y cuando vi mi cara pegada al vidrio de la cabinita en repetidas ocasiones y gritando como estúpido poseído pensé: “no creo tener ganas de volver a hacer esto”. Alguien me preguntó: “¿Y a una montaña rusa?”. Respondí: -¿Qué es eso? Ja!


  28. Mi película favorita sigue siendo ‘Monsieur Hire’, por todo lo que ya he comentado en este blog. A alguien le dije apenas que han llegado Yimou’s ó Kar Wai’s y yo sigo anclado a esa maravillosa peli de Patrice Leconte.


  29. Apenas lloré como niño viendo el final de ‘Six Feet Under’. Una gran, gran serie. ‘A masterpiece’ de la televisión, me cae que si no la han visto…consíganla. Algo puedo asegurarles: les tocará fibras muy profundas y les hará asimilar mejor el concepto de la muerte. Ya escribiré sobre ella y de todo lo que me dejó (sino es que ya escribí).


  30. Me gustaría ser un mejor jefe. Tengo muchos defectos y espero trabajar en ellos. Cuando chavo, imaginé que estaría tarde o temprano detrás de un gran escritorio siendo ‘el gerente’ y siendo honestos desde ahí imaginé que sería un gran jefe…quiero lograrlo aunque viendo como se motiva al personal de WalMart pienso que no podré nunca.


  31. Sigo sin saber bailar. Como les conté, me metí a una escuela de baile pero fueron 4 visitas que no me convencieron y descarté la idea. Estoy planeando pedirle a Chayanne que venga a darme clases personalizadas igual y así aprendo. No, ya en serio…buscaré maestro (siento que si busco maestra, bailaré como ella y eso no me hace sentir bien).


  32. Adivinen: ¡Ya sé nadar! Me metí a una escuela y aunque fui poco tiempo hoy puedo decirles que ya no me ahogo si a alguien se le ocurre la brillante idea de aventarme a una alberca ó al mar.


  33. Mis comidas favoritas: los huevos a la mexicana, los chiles rellenos y todo lo que tenga pollo.


  34. Mis postres favoritos: el flan napolitano, los helados en todas sus variedades, pasteles de tres leches y los hot cakes de McDonald’s.


  35. Yo no necesito fumar para ir al baño…con que se me amontonen los pendientes y salgan urgencias al por mayor en un determinado momento, es suficiente. Les recomiendo no echar a andar la imaginación.


  36. Soy cosquilludo en extremo. Esto me ha traído problemas, especialmente en la cama. Últimamente logro controlarme cuando una lengua explora mi oreja; antes le quitaba todo lo erótico al asunto cuando estallaba en una profunda y prolongada carcajada…lo peor es que a veces sí se enojan viendo como guardo distancia y me acurruco hacia la pared. Podría morir (en serio) si a alguien se le ocurre atarme y hacerme ‘tormento chino’ (hacerme cosquillas en las patas ó en la panza)


  37. Me gustan los lentes de sol pero la redondez de mi cara no me ayuda. A veces he visto lentes tan fregones que me dan ganas de comprar ansiosamente pero cuando me los pongo para prueba corroboro que no, que el rap no es lo mío. Les juro que casi me faltan las grandes cadenas de oro para verme como Fat Joe (aquel que hizo dúo con Thalía).


  38. Siempre que puedo regalar juguetes, obsequio aquellos que siempre quise tener de niño…Cuando no se trata pistolas de agua, se trata de trenecitos eléctricos ó teclados ó lamparitas que proyectan dibujos en el techo…supongo que así reparo esa pequeña deficiencia de mi niñez.


  39. No me gusta regalar flores. Sé que a las mujeres les encantan pero yo siento que es un clichezote enorme y me siento tan falso regalando un adorno como una moneda de dos centavos. Sin embargo quiero aclarar que las pocas (casi nulas) veces que lo he hecho, han sido sabiendo de antemano el efecto que pueden generar en las personas y lo he hecho con mucho gusto. Pero no por favor, flores no.


  40. Tengo un cabello tan, pero tan rebelde, que TENGO que usar forzosamente pistola de aire (también llamada secadora) siempre. Y cuando digo SIEMPRE es SIEMPRE. Ah y tiene que ser la que me compré porque las que tienen los hoteles son pésimas. He pasado grandes inconvenientes por mi cabello a grados tales que puedo decidir llegar tarde a la oficina si por alguna razón saliendo de bañarme no hay energía eléctrica…eso es mi perdición. Esta es una de las razones por las que prefiero hospedarme en hoteles en lugar de llegar a casa de amistades cuando viajo…aún con todo, me apena bastante usar ese artefacto… ¡en estos tiempos! Lo curioso es que… ¡me gusta mi pelo jaja!


  41. Mi fruta favorita: el plátano (sin albur) y…si se pudiese considerar la nuez como una fruta, también. Un licuado de plátano espeso y bien frío, puede ser mi perdición y una malteada de nuez, ¡peor!


  42. Soy en extremo un ser feliz con mi Ipad. Trato de cargarla para todos lados, especialmente si viajo. Esperar en el aeropuerto largas horas ya no representa ningún problema para mí. Puedo escuchar música, ver videos pero sobre todo, es cuando más inspiración me llega para escribir en mi blog…una cosa: ¡ma-ra-vi-llo-sa!


  43. Siempre he dicho que soy un tipo con suerte y ya hice un post sobre ello, pero es curioso, cuando le entro a rifas, loterías y demás premiaciones derivadas de juegos de azar, no pasa nada.


  44. El mejor piropo que me han dicho es: “tienes una estrellota en la frente y se me hace que te va a ir muy bien en la vida” Ah y yo coincido, a pesar de los descalabros. Siento que quién me dijo eso pudo ver mi alma. Un beso Alicia.


  45. Me fascina la ropa interior sexy. Soy muy de comprarme chones que puedan provocar pasiones con sólo verlos (aunque el modelo que los porta nomás no jaja). Pero es raro y me confieso, los compro más para deleite y comodidad mía que para buscar emocionar a alguien; supongo que eso se debe a que en esencia soy un ser solitario... patético, ¿no?


  46. Soy bastante dadivoso y eso me acarrea problemas con la gente que me estima. Si se trata de ir a comer, seguido me nace “invitar” (léase ‘pagar’) pero ojo, siempre que detecte que las otras personas hacen aunque sea la faramalla de que van a pagar su parte; cuando no detecto esto…por default, no lo hago a menos que yo haya dicho previamente ‘yo invito’. Y digo que me acarrea problemas porque me critican de gastalón, que no ahorro un centavo y que por ser así a veces se aprovechan de mí.


  47. No conozco la nieve y siempre que veo paisajes nevados ó conocidos míos en ellos (en fotos) muero de la envidia. Hace tiempo yo sentía inverosímil que alguien dijera que ‘no conocía el mar’; ya no lo pienso más derivado de lo que a mi me ocurre con lo que aquí comento.


  48. Dentro de mi muy reducida colección de libros, el ‘género’ que sobresale es el de CINE. Desde los que abarcan bandas sonoras, biografías de directores, detrás de cámaras de algunos filmes, novelas que fueron llevadas a la pantalla, teoría cinematográfica y hasta ‘cómo analizar un film’ (gracias Peña); todavía me faltan algunos por hincarles el diente.


  49. Por meterle números a esto, puedo decirles que tengo una media de 1000 dvds y unos 200 Cds y ya de salida, deben andar al menos unos 80 vhs y como 100 audiocassettes. Esta es una de las razones por las que estoy cambiando de casa ¡gulp!


  50. Es increíble darme cuenta que a veces menciono a mis artistas favoritos en cuanta trivia me rolan y cuando reviso mis Cd’s ó DVDs, aparecen discografías ó filmografías completas de otros que no menciono para nada… ¡chale!


  51. Estoy más que convencido que lo que se hace, en esta vida se paga. Tengo pruebas de ello. Y aunque me escuche siniestro, es sólo cuestión de tiempo y de saber esperar pacientemente. Y conste que no le deseo mal a nadie jeje.


  52. Me molesta sobremanera el uso de artificios o mecanismos en las relaciones sentimentales. Eso de fingir ‘que no te importa’ para buscar que la otra persona se muestre inquieta e interesada, me parece absurdo. O de manera instantánea dejar de tocar a alguien sin decir ‘agua va’ provocando desconcierto en el otro, se me hace cobarde. Por algo tenemos boca y si hay que decir “quiero contigo ó ya no me interesas” (vamos, hasta decir ‘ando inapetente’ es válido ¡coño!) pues DECIRLO, pero salir con esas jaladas me irrita sobremanera; sin embargo, debo reconocer que así estamos acostumbrados y yo he tenido que caer –contra mi voluntad- en esas pinches prácticas.


  53. Soy Contador Público, pero ya no me interesa la Contabilidad y mucho menos los impuestos. Paco Peña fue mi última víctima cuando me mandó mail pidiendo asesoría al respecto. Todavía tengo su correo pendiente de ser contestado (perdón Paco); ahora me laten más las finanzas y la Administración.


  54. Me molesta en demasía que alguien (sabiendo que no sé bailar) insista en sacarme a la pista. Puedo ser capaz de mentarle el 10 de mayo a la interfecta…mentalmente. “¡Que no quiero, chingá!”


  55. Un sueño recurrente que tuve de niño y ya entrado en la adolescencia era que volaba. La sensación solía ser horrible pues podía desplazarme (generalmente sin control) sobre árboles enormes ó edificios altos generándome una ansiedad tremenda pues en todo momento existía la idea de que iba a estrellarme para en el último segundo esquivar el golpe. Apenas me enteré que, soñar que se vuela, es producto de que nuestros adorados tíos, cuando fuimos babys, nos levantaron en brazos y nos aventaron al aire. No lo hagan por favor pues le pueden provocar al chamaco un trauma. Y si esto no es cierto, no lo hagan, nomás por no dejar.


  56. Como no pude ser cineasta y acabé siendo Contador, la otra profesión que siento podría desempeñar con harto gusto sería la docencia. Pienso que tengo facilidad para explicar las cosas, soy bastante empático y nada me gustaría más que reprobar a alguna matadita que menosprecie a sus compañeros por ser ‘demasiado inteligente’ jaja (cualquier semejanza con Matthew Brodderick en 'Election' es mera coincidencia).


  57. La peor reseña / crítica de cine que he hecho -según yo- fue sobre una película que no me gustó nadita: Monster’s Ball. Me costó mucho redactarla pues resultó que con ella me daban banderazo de salida como colaborador en la sección de Cine en el extinto sitio: To2.Com. Los resultados son nefastos, por ahí anda –en mi casa- perdido ese escrito...pero echando a perder se aprende, dicen.


  58. Dos de las cosas más aventuradas que he hecho en mi vida: La primera: Vivir en el DF casi 7 años solo para estudiar la carrera y trabajar y la segunda: encuerarme (léase, desnudarme) en una playa ‘poco conocida’ que se llama Zipolite, vivencia que naturalmente tuvo sus...inconvenientes.


  59. Dentro de mis anhelos más profundos, he deseado que cuando me llegue la hora ó la de cualquiera de mis seres queridos, no sea con una muerte trágica. Ojalá todos lo hagamos en paz y durmiendo, a una edad muy avanzada. Eso sería, dentro de todo, maravilloso.

  60. A un año de haber abierto este espacio, me doy cuenta que no soy buen bloguero. Me paseo únicamente por los que tengo en mis vínculos y éstos usualmente han llegado por recomendaciones. No soy tan constante para escribir pero adicionalmente no dispongo de mucho tiempo y eso me pesa. Tampoco soy afecto a contestar (en otros blogs, apenas y puedo en el mío) pues siento generalmente que no tengo nada bueno que agregar a lo que ya he leído A veces me dan ganas de dejar todo en paz pues es frustrante ver que no actualizo aunque todos aclamen mis escritos jaja. Tiempo al tiempo.


  61. Pienso que el animal más bello que existe es el delfín. Siempre he dicho que me gustaría reencarnar en uno. Sueño con meterme a nadar con ellos aunque los dueños de los parques saben que a muchos nos encantaría y por eso abusan cobrando tanto por vivir la experiencia.


  62. Me molesta bastante enviar mensajes por celular. Soy pésimo. Lo hago con una mano, me tardo eternidades (me refiero a redactar mensajes, eh?) y ya he tenido malas experiencias debido a ello (por hacerlo conduciendo, le pegué a un vehículo). Para colmo, a casi todas mis amistades les encanta retacarme con mensajes por cel. No me molesta recibirlos, lo que me fastidia es contestarlos jaja, así que perdonen si me tardo.


  63. Me fascinan las personas inteligentes. Podría ‘casarme’ con una que me tuviera embobado viendo como le funciona la masa cerebral. Y si no se les ha subido (por su inteligencia) otra cosa al cerebro, es un plus.


  64. Nunca me ha gustado ver a las chicas que tienen cabello largo (o corto) con terminado húmedo, sea por gel, mousse ó agua. ¿Por qué? No sé.


  65. Llámenme retrógrada ó egoísta, pero no me atrae la idea de donar mis órganos. Sé que llegado el caso, lo haría…pero la sola visión de ver cómo quedan los cuerpos a los que les han sido retirados, me frikea bastante (no se vale decir: ‘¡pero si ya estás muerto!’). Prefiero ser incinerado completito aunque aún no decido que deseo se haga con mis cenizas.


  66. Me preocupa la trascendencia. Cuando muera, no sé que legado voy a dejar, si alguien me recordará y en que forma. Es increíble ver lo efímera que puede ser la vida y que después de cierto tiempo, pocos ó nadie, te recuerde.


  67. Pienso que una muestra de bondad verdaderamente infinita es que alguien te cocine tus alimentos. No saben cómo valoro que alguien me diga: “¿quieres que te prepare algo?”. No es en sí el hecho de no hacer yo las cosas, sino ver la disposición de alguien a proporcionarte algo que es básico para tu supervivencia. Se me hace un gesto de amor ó cariño enorme, así sea la ñora de la fonda de la esquina quién lo haga.


  68. Hay inventos que me maravillan en demasía y que por lo cotidiano ya no asombran a nadie pero a mi sí, especialmente todo lo inalámbrico (léase celulares, radios, ó señales de tele), ver como se recibe un fax (que tantas letras pasen tal cuál a través de un cable jaja) y los aviones; cada que me subo a uno pienso que no hay límites para el hombre.


  69. Uno de los momentos más bochornosos que he pasado (aparte de la situación en Zipolite) fue que me sorprendieran copiando de un acordeón en un exámen de inglés en la secundaria. El antecedente que hace verdaderamente grave a esto es que yo era el abanderado de la escuela, era la primera vez que lo hacía y la forma tan estúpida en la que quise zafarme de la situación aventando el papelito al suelo (que obviamente vio la teacher). Al final todos decían: “con razón saca dieces” :(


  70. Me encabrona bastante que mi hermana Mónica sea tan rejega para aceptarme regalos. No comprende que lo hago desinteresadamente y sí con mucho cariño, que no me afecta económicamente y que a veces le regalo a otras personas que en cierta forma lo merecen menos que ella. ¡Pero es terca!


  71. Me preocupa bastante el calentamiento global y todos los cambios climáticos y fenómenos meteorológicos que ello conlleva. Dentro de mi paranoia le encuentro ventajas a vivir en el segundo piso. Sólo me falta comprarme el inflable y el chaleco salvavidas. Eso de vivir en Cancún tiene sus desventajas.


  72. No soy de bronquearme a golpes. Sólo una vez lo he hecho y fue en la primaria. Un niño en cuarto año me encajó la punta del lápiz en el estómago. Me dolió tanto que saqué fuerzas de quién sabe donde y le asesté tremendo puñetazo en la panza que le saqué el aire. El imbécil (que ya me traía de encargo sólo por ser ‘aplicado’ jaja) se quedó paralizado, me vio con ojos de dolor y empezó a llorar. Me lo volví a topar en secundaria y siempre me amenazó con la revancha: “ya no ocurrirá lo que esa vez, David…ya no estoy tan enclenque” y era cierto. Sólo Dios sabe que fue lo que me salvó.


  73. Mi madre me cuenta que originalmente (y acabo de recordar que esto ya lo conté, pero tengo que completar 100 tonterías jaja) me iba a llamar “Daniel”, pero que fue el ginecólogo que la atendía que viendo a mis padres dudando quién les sugirió ponerme su nombre: David. Le estoy agradecido a ese tipo pues mi nombre me cuachalanga (gusta) bastante.


  74. También me gusta ser agradecido con las personas que me ayudan y como siempre digo: “yo no olvido”.


  75. Me genera sentimientos ambiguos todo esto de la Navidad y Año Nuevo. Usualmente me duermo temprano en esas fechas. No hay propiamente una gran tradición familiar en torno a ello aunque hagamos todo el numerito (excepto, ir a misa), no sé si me pongo triste ó contento, pero sí percibo un ambiente digamos ‘especial’ en la época. Distinto pues y sí es bonito ver a tanta gente reunida.


  76. Me molestan sobremanera, a grado sorprendente, las personas que mientras conducen un vehículo, llevan la mano colgando de la ventana. Me nacen instintos muy extraños, de querer adelantar mi vehículo para escuchar el crujir de unos huesos…este pensamiento me preocupa, aunque no me lo crean.


  77. No sé para qué sirven los números 2 y 1 en la palanca de velocidades de un auto automático. Me lo han explicado pero creo que nunca he prestado atención. Sigo sin saberlo. Hoy pretendí meterme a Internet, pero por alguna razón sigo escribiendo sin meterme a investigar.


  78. Uno de los momentos que recuerdo con cariño y alegría, fue cuando Paco Peña me invitó a escribir sobre Cine en el hoy extinto sitio To2.Com; pensé que…aunque no se me había hecho entrar al CUEC, alguna extraña fuerza me seguía arrastrando hacia el 7º arte, aunque ahora no detrás de la lente, sino de un monitor.


  79. No suelo tomar (me refiero a bebidas alcohólicas). Como dicen por ahí, “el alcohol me hace daño: me emborracha”; creo que con tres cervezas es más que suficiente para empezar a sentirme mareado. Hace tiempo alguien me dijo que no necesitaba entrarle al alcohol para divertirse. Respetable afirmación pero, me cae que aunque suene fuera de lugar y posiblemente poco correcto, la alegría acompañada de alcohol (moderado) sabe mejor jaja. Actualización: me encanta el Vino tinto :)


  80. Soy fan de Lucía Méndez, pésele a quién le pese. Bueno, lo fui cuando estuvo en su mejor época. Le guardo mucho cariño a ese rostro que me impactaba hasta recoger la mandíbula del suelo. No creo que haya habido una sola estrellita mexicana que me idiotizara tanto como la Méndez…y ya escribí una larga yn debidamente fundada justificación de este placer culpable.


  81. Tengo un terrible defecto: Cuando algo me tiene intranquilo en las relaciones interpersonales, soy muy dado a escarbarle al asunto, lo terrible es todo lo que puede llegar a decir la gente cuando sienten (de buen ánimo, como suelo hacerlo) mi investigación. Casi siempre termino arrepintiéndome de haber empezado…hay cada cosa bajo la superficie y eso suele causarme tristeza y decepción.


  82. No suelo decir groserías, no se me da. A veces me gustaría hacerlo sin que suene actuado jeje y en caso de decirlas, no salgo de las más ligeras.


  83. La coquetería tampoco se me da. Siempre me regañan porque no soy dado a sostener la mirada si noto que alguien se me queda viendo insistentemente (en el plan que ustedes saben). Ya me dijeron que así no voy a llegar lejos. Soy, como he dicho, en extremo tímido.


  84. Bajo este esquema, son increíbles mis extremos. Me considero tímido, pero he hecho cosas que dirían lo contrario. Me río cuando dicen que “hay que tener cuidado de los calladitos y serios, pues son los más cabrones” jeje…creo que tienen razón.


  85. Desde que vi “La Bruja de Blair” no me atrae nadita la idea de ‘acampar’ en un bosque. Soy bastante miedoso, pero lo que más me molesta es que una trinche película me haya echado a perder un posible buen hobby. Supongo tendré que decírselo a mi psicóloga para que trabaje conmigo en ese asunto (gulp!).


  86. Tengo una garraspera muy particular después de comer que me recuerda invariablemente a mi padre. Eso es algo que me fastidia sobremanera, pues aparte de parecerme físicamente a él, ahora resulta que tengo esa ‘bendita’ manía. Es involuntario y todo es por la sensación de que me hace falta tomar agua.


  87. Le tengo un especial respeto a los boilers. Una vez le ‘explotó ‘uno a mi mamá mientras yo me bañaba y había que cambiar de tanque de gas. Afuera oí un estruendo seguido de un “ay”, salí espantado y vi a mi madre con las pestañas quemadas y el cabello más chino de lo normal. A mi recientemente me pasó lo mismo y sentí que se me quemaban las córneas, fue horrible.


  88. La película de mi vida la tendría que dirigir Wong Kar Wai ó Patrice Leconte, musicalizarla Michael Nyman con guión de Alan Ball y fotografía de Emmanuel Lubezki (por aquello de no dejar mis raíces) jaja


  89. El último descalabro emocional que sufrí fue cuando mi psicóloga me dijo, después de dos sesiones en las que le conté gran parte de mis broncas, que estaba claro que en mí prevalecía “el lado femenino” por sobre el masculino. Me sentí ‘tan mujer’ oyéndola que no pude más que llevarme las manos al estómago…y todo por culpa de mi extrema sensibilidad… Damn it!


  90. Bajo esa tónica es que ya no me sorprende saber por que siempre he preferido un gran beso a un vaivén (a veces llamada 'revolquiza') sexual. Y conste que no estoy diciendo que no me gusta lo último.


  91. Hay una práctica muy común en el medio "ambiente" en el que suelo moverme... se llama: "perrear", que en términos comunes es algo así como 'acabarse' al interlocutor diciéndole bromas bastante subidas de tono y pesadas que por supuesto, llevan algo de verdad (de lo contrario, no serían efectivas) y generalmente ocurre con un tercero de espectador. Me 'perrean' bastante y debo reconocer que soy bastante estúpido para responder algo a la altura y dejar callada a la persona. Eso me encabrona, pero últimamente he empezado a hacer como que "se me resbala todo lo que digan de mí..." y ya procuro no enojarme. He descubierto que al reírme de mi mismo, se pierde el efecto del otro y la bromita queda en el olvido rápidamente (¿así o más inteligente yo?).


  92. No me gusta salir en la foto, prefiero estar detrás de la cámara. En este sentido, me gustaría ser más abierto a la hora de pedirle a mis modelos lo que necesito de ell@s, pero me cuesta tanto trabajo que me cohíbo y lo que resulta son fotos tan comunes que ni siquiera soy capaz de venir a compartirlas. Sueño con llegar a hacer lo que David Hemmings hizo con Vanessa Redgrave en Blow Up de Antonioni.


  93. Pienso que los urólogos tienen el trabajo más padre del mundo, también los directores de cine porno jaja.


  94. Sueño con leer, algún día, una crítica de mi película favorita (Monsieur Hire) de puño y letra de Paco Peña. Ya no sé como pedírselo.


  95. Espero que después de morir, haya algo padre, aunque me inquieta saber qué será de mi alma. No quisiera quedarme atrapado en un mundo alterno poco favorable por toda la eternidad.


  96. Siempre he dicho que los dones que me gustaría tener son: El poder de la invisibilidad (que no imbecilidad) y el de leer la mente de los demás. Con eso tendría aseguradas muchas cosas y me evitaría muchos problemas.


  97. Soy pésimo para contar chistes pero si conseguí hacerlos sonreír mínimamente con todas las tonterías aquí escritas, me doy por bien servido (ya quiero acabar esta madre).


  98. Siempre me dijeron que mi nacimiento fue prematuro, quesque fui ‘sietemesino’ y lo creí, hasta que supe que mi madre se había casado embarazada ya iniciando mi edad adulta.


  99. No odio a nadie y no le deseo mal a nadie (soy, como dijo alguna vez mi buen amigo Miguel Cane, una buena persona). Creo en las segundas oportunidades y creo que la gente no es mala por naturaleza. Creo que los errores son involuntarios siempre que no se repitan, bajo esa tónica construyo y espero reconstruir mi vida.


  100. Gracias a Todos por haber llegado hasta aquí (¡que paciencia!), por sus respuestas y compañía; mi aprecio verdadero y mis mejores deseos para ustedes y los suyos. Feliz Navidad, Feliz Año y primero Dios, aquí nos seguiremos leyendo. Y para mí y este blog: FELIZ PRIMER ANIVERSARIO “MONSIEUR DAVID”

Música para estas fechas: Enya y su 'Silent Night'

Nada, que buscando algo con que adornar ‘musicalmente’ la fecha, se me vino a la mente Enya.
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No sé en que ande ahorita esta mujer. Tarda mucho en grabar algo, pero su figura casi siempre emerge con fuerza en estas temporadas. Recuerdo que estaba yo en la Universidad cuando su ‘Orinoco Flow’ me atrapó y desde entonces la he seguido con singular deleite.

Se me hace una artista talentosa, guapa y con un estilo que nadie ha igualado. Su sonido es único y yo no puedo permanecer indiferente ante su voz y el efecto tranquilizador que me provoca.
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A falta de buen funcionamiento del TuneFeed, aquí se las dejo con “Silent Night”.
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25 diciembre 2007

Recuento de daños y aciertos


¿Qué tanto hice este año? Creo que nada relevante, siempre que hacer lo usual no sea relevante. Trabajar, tal vez con menos ánimo que antes pero no por ello en menor cantidad ó calidad. Siempre digo que el esfuerzo se reconoce, tarde o temprano y lo que obtuve, laboralmente hablando, este año…fue en parte debido a esta premisa.
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Año de crecimiento, más personal que de otra índole. Sesiones psicológicas, muchas pláticas con gente que me estima, series de televisión que aunque suene extraño, me hicieron al menos abrir mi panorama mental un poco más. Y en la distancia, el tiempo… Es increíble lo que el tiempo puede hacer a favor (o en contra) según se mire, curando heridas ó al menos disminuyéndolas de profundidad.

Mientras escribo, recuerdo el momento en el que decidí acercarme a pedir ayuda psicológica, que más allá de crisis por depresión fue por tener una plática realmente objetiva con alguien ajeno a todo lo que me ocurría; “cada quién me daba su versión de las cosas de acuerdo a como le ha ido en la feria” y yo ya estaba fastidiado de andar como veleta sin saber bien que hacer ó a quién hacerle caso. El resultado, dentro de lo que cabe, ha sido satisfactorio, aunque siento que ya estoy cumpliendo mi ciclo con mí “doctora” y pronto tendré que decirle adiós.

Me he dado cuenta que me hace bien viajar, distraerme. Sería feliz trepado en un avión en forma continua y en 2007 viajé bastante. Bueno, con decirles que en este momento me encuentro felizmente en Guadalajara, tratando de pasar las fiestas navideñas y de año nuevo con mis dos únicas hermanas. Los tres juntos de nuevo, aunque con los papás a la distancia.

Año de reencuentros, de tranquilidad sentimental, de ver las cosas con otro punto de vista. Año de descubrimientos sexuales, de conocer más aristas en la personalidad de amistades, de rebelarme a cosas que antes no, de ser menor tolerante (mis límites era muy holgados, provocándome insatisfacción), de hacer y decir un poco más lo que realmente siento, pésele a quién sea.

Año de tratar de resolver pendientes tan mínimos pero tan prolongados que ya daba pena, como aprender a bailar, nadar, un curso de fotografía… algo he hecho al respecto y ya estoy planeando seguir con otros; en ese sentido me siento mejor pues me doy cuenta que lo difícil está en decidirse a hacer las cosas y en la constancia y fuerza de voluntad para terminarlas. Ya encarrerado, es fácil.

Año de retomar amistades que a pesar de lo que digan muchos, me hacen bien. Ya entendí que cada uno busca la felicidad de la manera que mejor puede, muchas veces confiando en el instinto, muchas veces siendo cauteloso usando la cabeza; ninguna de las dos asegura el éxito, así que más vale concientizarse de ello y entender que, más allá de darle gusto a todos los demás, quién finalmente permanece solo ó triste, es uno. Y es que a propósito de esto, he entendido que los descalabros que me llevo últimamente, no se comparan a los que sufrí hace casi dos años ni en intensidad ni en efectos y esto es por algo que se llama “madurez” que curiosamente se va adquiriendo en base a eso, descalabros, no por las vivencias de los demás. Ya estoy más calado y la forma de asimilar las cosas son –repito- distintas.

Pero como cada año que termina, mis pendientes vuelven a presentarse. Algunos permanecen intactos desde hace mucho tiempo y es hora de ir trabajando en ellos, poco a poco, sin prisas, ni angustias ó ansiedades. Hay que degustar esos pendientes mientras se realizan, saborearlos con toda la calma del mundo pues no se compite con nadie y esto es parte de nuestro crecimiento.
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Estudiar un posgrado, leer más, ver más cine, convivir más con mis seres queridos, aprender otro idioma, darme en la madre y dejar cargas pesadas atrás que no me permitan avanzar (¿así o más diálogo de película barata?) jaja…

Ya en serio, el ánimo que tengo ahorita es distinto al de hace un año, recapitulo y vuelvo a caer en ‘el tiempo’, que pienso, ha sido uno de mis mejores aliados.

Leo mensajes por ahí ya de felicitación pues recién ocurrió el 1er aniversario de la aparición de este blog, pero mientras preparo tema conmemorativo (que espero postear a tiempo), quiero desearles a todos ustedes, una Feliz Navidad y un gran, en serio, gran Año Nuevo.
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Un fuerte abrazo.

19 diciembre 2007

Polvos de otros Blogs: Six Feet Under

He terminado de ver las 5 temporadas de una serie fabulosa: Six Feet Under. Encuentro tardío pero no por ello menos significativo. Estoy triste, melancólico y con hambre de prolongar un poco más el exquisito sabor de boca que la serie me dejó. Lecciones de vida -pero especialmente de muerte- que me provocaron introspección como muy pocas obras (especialmente de la tele) me han producido. Me siento literalmente devastado emocionalmente pues presencié una belleza de guión, de actuaciones e historias que hoy, para mi, han concluido de manera brillante.
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Y leyendo lo que escribió Hernán Casciari en su blog llamado SPOILER no pude sentirme más identificado. Los que han visto la serie, estarán de acuerdo en todo lo que él señala. Los que no la han visto, de verdad, corran a buscarla...es una experiencia sin par que seguramente los marcará de por vida...y no exagero.
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Lean ustedes con confianza por favor que el buen Hernán no revela -curiosamente- ningún spoiler.

P.D. Extraño a los Fisher.

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Es un buen momento para hablar de Six Feet Under
Hay días tristes en donde ver Six feet Under es una excelente receta para reflexionar sobre aquéllos que nos dejan para siempre.

HERNAN CASCIARI - 20 de julio, 2007
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Hoy tenía pensado escribir un tutorial veraniego, pero un acontecimiento exclusivo de mi nacionalidad (es decir, que no importa demasiado en un medio español) me lleva a estar un poco triste, o más bien, desganado para la broma frívola. Aprovecho, entonces, mi estado de ánimo con nubarrones para conversar con ustedes, por fin, sobre Six Feet Under. Para conversar sobre la muerte.

Claro que escribir sobre Six Feet Under trasciende un poco el plano televisivo. Se trata más bien de hablar sobre una novela filosófica planteada en cinco extensos capítulos audiovisuales. No, no exagero. Cuando recuerdo escenas sueltas de esta serie me ocurre algo novedoso: mi cerebro cree que estoy recordando un libro, no unas imágenes en movimiento. Que estoy recordando un texto inolvidable.

A veces hay aromas tan intensos que parecen sabores. A veces hay amigos que cuentan tan bien un viaje que más tarde, años después, creemos haber estado allí, en ese sitio que nunca hemos pisado. Y también a veces (muy poquitas) hay programas de televisión tan palpables que parecen literatura, que se asemejan al puro y duro texto fatal leído por la noche, con esa hipnosis babeante que te dejan las grandes obras de papel.

Cada capítulo de Six Feet Under comienza con una muerte anónima, singular, precisa y arbitraria. Todas las muertes lo son. Antes de los créditos iniciales, vemos siempre a alguien que está a punto de despedirse de todo lo que conoce. No hay efectismo.

Puede ser una anciana entubada en la cama de un hospital, o la muerte súbita de un bebé de seis días, que ni quiera sabe que está vivo y que se deja llevar sin dolor ni miedo ni recuerdos. O una mujer que decide —en ese segundo de rabia— aplastarle la cabeza a su marido mediocre con una sartén. O un simple resbalón en la ducha. Todas las muertes están llenas de pequeños azares.

Cada uno de estos inicios de capítulo (que nunca duran más de tres minuto) nos acongoja y nos predispone a lo inevitable. Nos ata a la tierra, a la vida nuestra, de la que sabemos muy pocas cosas. Y en los restantes cuarenta minutos la trama te deja con los ojos en blanco.

Six Feet Under es una historia sobre nuestra muerte, la que vendrá, cualquiera sea. Y nos pone el espejo de nuestro futuro en los ojos.

Su creador, Allan Ball, ensaya su propuesta de un modo simple. Nos cuenta la historia de una familia que regentea una funeraria, que se codea con la muerte a diario porque ése es su negocio. Como un panadero amasa su pan por la madrugada, como un carpintero diseña sus mesas, los Fisher maquillan, recomponen y velan a personas que ya no son. Y mientras tanto, les ocurren cosas emparentadas con el amor, la locura y la rutina.

Estas cosas que ocurren en Six Feet Under son pequeñas cosas, nunca grandes epopeyas. La serie está salpicada por silencios y atmósferas, por climas y sobrentendidos. No es una serie que se puede escuchar mientras planchamos la camisa (las hay que sí). Tenemos que estar atentos a los detalles para encontrar la grandeza y la tenacidad del guión. Se trata de un guión paciente, nunca ansioso, que espera agazapado y nos da en la nuca cuando menos lo esperamos. Como la muerte.

No miento si digo (y los lectores que han visto la serie completa me respaldarán) que tras el final de Six Feet Under estuve días enteros como un imbécil, sin poder pensar en otra cosa. Posiblemente es el mejor final que la televisión ha emitido nunca.

La tele (el artefacto 'tele') puede desaparecer del mapa, porque ya ha tenido su broche de oro. Ni siquiera se merecía algo tan digno un aparato que también escupe tele realidad e informativos tendenciosos. Six Feet Under le da a la televisión categoría de teatro griego.

No. No hablaré de cada una de las cinco temporadas, ni de actuaciones maravillosas, ni recomendaré una parte más que otra. Hoy quería hablar sobre la muerte y su desesperante naturalidad. Del poder majestuoso de la muerte. De su desparpajo y su ironía. De cómo baila, cotidiana y ajena, a nuestro alrededor.

Hay días tristes (hoy lo es, para mí y para mis amigos) en donde ver cuatro o cinco capítulos de Six Feet Under puede ser una excelente receta para reflexionar sobre aquéllos que nos dejan para siempre. Sobre lo que siempre será un misterio, hasta el último segundo: la intensidad de nuestra tristeza cuando se apaga un ser querido con el que desayunábamos a diario.

Agradezco tener entre mis dvds semejante antídoto. Ahora mismo, cuando deje de escribir, me iré a ver el último capítulo de la quinta temporada. Porque sé que me sentiré mejor después de hacerlo. A veces un programa de televisión es mucho más que eso. Es una obra de arte, un paliativo, una forma de hundirse en el “goce de estar triste” y pensar, con espanto, en esas frases desgastadas por el uso. Que estamos aquí de paso, que no somos nada, que todos nos encontraremos, más tarde o más temprano, a dos metros bajo tierra.
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09 diciembre 2007

Después de la tempestad...Lalo


A veces, estando dentro de un huracán de emociones, puedes encontrarte tal vez, dentro del ojo del huracán, que contrario a lo que usualmente se piensa al mencionar ese concepto (según las noticias, estar “en el ojo del huracán” implica ser el centro de atención por algún escándalo a nuestro alrededor) también puede asimilarse a un momento de calma total, de relajamiento o tranquilidad.

Y esto viene a colación porque hace ya un par de meses que conocí fortuitamente (jugarretas de la red) a un nuevo amigo. Se llama Lalo, vive en el D.F. y se ha convertido en una especie de solaz; una suerte de lugar de paz que con su sola conversación (generalmente a larga distancia) me puede provocar un momento genuino de bienestar emocional.

Esto, claro está, ya se lo he dicho. Hay una especie de sincronía conversacional que hace que, los 30 ó 40 minutos que usualmente me regala, sean satisfactorios y de buen cotorreo.

Que si la serie de televisión, que si su trabajo, que si el mío, que si se va de viaje, que si se va de antro, que si Abercrombie Kids, que si el tráfico, que si su delgadez y mi sobrepeso, que si esa noche tendré compañía, que si el idioma inglés ó el portugués, que si la máquina contactadora, que si los dvd’s, que si el libro, que si hace falta alguien a nuestro lado…

Oyéndolo, me doy cuenta de la gran similitud de condiciones en las que nos desenvolvemos: ambos profesionistas, con puestos y funciones demandantes, deseos de superación, cierta estabilidad económica, aficionados a la fotografía, rodeados de amigos pero al mismo tiempo, solos, sentimentalmente hablando.

No sé cuando le vuelva a ver. Posiblemente hasta el año entrante. Hoy quise escribir para decirle que muchas gracias por su desinteresada amistad, por llamarme de cuando en cuando, por ser buen escucha y por esa rara habilidad que posee de cambiarme el estado de ánimo. Sé que tarde o temprano encontrará a un ser que lo valore en su justa medida y que lo haga sentir acompañado, cruzo los dedos por ello pues es un tipazo.

P.D. Muchas Felicidades en tu cumple, Lalo.
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04 diciembre 2007

Cuarteaduras de la mente: REPULSION


A veces me pregunto que tan perturbada estará la mente de algunos directores que logran plasmar ideas en sus obras que de sólo observarlas se erizan los cabellos. Ayer me pasó con Roman Polanski, la -espléndida- Catherine Deneuve y una película llamada Repulsión (1965). Para muchos, es la obra maestra de terror psicológico de Polanski; sinceramente es magistral aunque al final me quedé con la idea de que es sólo una gran viñeta (válido, ¿porqué no?); una viñeta que retrata el infierno al que desciende mentalmente Carol (Denueve) y que inicia –como en la vida real- con breves detalles, casi mínimos, como un malestar porque el amante (casado) de su hermana deja su navaja de afeitar en su vaso del enjuague bucal ó por la incomodidad de escuchar gemir a Helene (su hermana) mientras tiene relaciones sexuales en la recámara de al lado.


Carol es hermosa, frágil, de voz dulce y trabaja en un centro de belleza. Algo no anda bien en ella. Su mente se retrae como elástico ante ciertos eventos: las campanadas del convento de monjas frente al apartamento en el que vive, una banqueta cuarteada que la inquieta al grado de olvidarse del tiempo y la gente que pasa a su alrededor ó un pretendiente persistente cuyo beso le provoca asco. Pero ese asco tiene tintes de represión sexual; su mente le juega jugarretas que van in crescendo a partir de que su hermana se va de viaje un par de semanas y Carol debe permanecer sola en ese apartamento. Presencias imposibles que se reflejan al ras del piso, comida en descomposición y paredes que amenazan con venirse encima.

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Carol se encierra temiendo cada sonido que se produce al interior, llamadas telefónicas de personas que la buscan, visitas inesperadas que acaban en tragedia. Observo a Carol en la cuerda de equilibrista y temo con ella los silencios que Polanski orquesta cuando es atacada. Es un silencio eterno a ratos interrumpido por el tic tac de un reloj en los que mi sofocamiento es tal que pido todo sea una ilusión, pesadilla tal vez, pero irreal al fin.

Pero Polanski no es Altman con “Images”. Polanski se va literalmente a la yugular emocional golpeándote con un candelabro en la cabeza asestando múltiples puñaladas a la sensibilidad. Es ahí donde viene la saña, una saña que provoca que sus imágenes sean poderosas y terriblemente atractivas. Señores, es hora de grandes decisiones y Polanski las toma llevándolas al límite.



Cada fotograma me parece cuidado al detalle. La posición de la cámara, siempre inteligente, siempre exacta agrandando objetos comúnmente insignificantes y que en el universo de Carol funcionan creando ansiedad y perturbamiento. Son simbolismos que aderezan un estado de locura generalizado. Uno sabe, mientras ve Repulsión, que no se trata de una película más; uno sabe que se está viendo un clásico, uno del que por supuesto David Lynch ha bebido más de la cuenta (dicho sea de paso)…
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Han pasado varias horas desde que terminé de ver esta siniestra fantasía surrealista y todavía traigo en mi cabeza insertadas como en un rompecabezas, la imagen de Carol acurrucada bajo la cama, el platillo de conejo en estado de descomposición, la sangre brotando de un dedo, el extraño en la cama de Carol y esos vecinos, que como aves de rapiña, penetran al interior del departamento a observar el dantesco cuadro; alegoría vecinal (sic) que ya había visto en un filme posterior de Polanski e igualmente perturbador: El Bebé de Rosemary…¡qué cosa!