10 septiembre 2008

Ser adulto, no es fácil

Lauren Ambrose (Claire) en Six Feet Under

Esto de ser adulto no es fácil. Con el paso del tiempo, aquellas cosas que te aplaudían en tu juventud o niñez, sonaban a proezas logradas buscando de alguna forma la complacencia de los seres queridos. Terminar estudios, la Universidad, ganar algún concurso de conocimientos, obtener diplomas de aprovechamiento, etc. Hoy veo las cosas de otra forma, ya no es algo que busque para reconocimiento de los demás sino ‘algo’ que impera en mi mente como una penitencia: “hay que hacer lo que hay que hacer”. Obligación de vida, pues.

Por eso pienso que ser adulto no es fácil. Hay una preocupación latente, primaria (si se quiere ver así) de la alimentación, la vivienda, el sustento. Ganar dinero que pueda subsanar esto, día a día…por el resto de nuestras vidas y sin depender de nadie más que de tu voluntad y ánimo de trabajar.

Ser adulto no es pues lo que se dice fácil. Sostener un compromiso de pago durante 25 años de una casa, sacrificar viajes, diversión y lujos por invertir lo poco que queda disponible en hacerle arreglos que nunca cesan a un espacio que siempre tiene algo que queremos modificar, como si fuésemos a vivir eternamente en él. Trámites que antes no efectuabas, firmar convenios de pago ó contratos de compraventa de inmuebles, conseguir avales y manejarte responsablemente en todos tus compromisos monetarios; todo esto suena a “cosas de adultos”

Es difícil ser adulto, ver que la vida pasa, que los años se quedan, que tu cuerpo se deteriora, que ahora por más ejercicio que haces tu metabolismo es distinto, los kilos no bajan tan fácilmente, el cabello se torna gris ó en el peor de los casos se cae y esas líneas que aparecen en tu rostro y que antes no estaban; y también…voltear y verte al espejo pensando que las enfermedades empezarán a hacer acto de presencia, preocupación de si algo se tornará crónico, de si algo nos será transmitido sin darnos cuenta.

Ser adulto no es fácil. En mi caso, es buscar a la persona con la que quiero estar. Aplicarme en los sitios idóneos, voltear a verla, entrar en contacto y hacer labor de conquista (ó dejarme conquistar). Si el milagro ocurre, llevar a cabo el compromiso de fidelidad, de convivencia sana, de dar atención y cariño siempre y en el mejor de los ánimos (además de responder sexualmente siempre que se requiera).

Pero antes de esto es hacer frente a que no eres más un jovencito y que ahora debes manejarte en ‘otras ligas’ con personas más afines a tu edad, madurez, situación económica e intelecto. Es la etapa de la posible añoranza: ¡Cuánta gente nueva, cuerpos perfectos, rostros jóvenes que despliegan alegría, despreocupación e incluso irresponsabilidad!

(Y también, la etapa en la que empezarás a dejar de ver a personas queridas)

Siendo adulto hay que buscar desesperada y ansiosamente el tiempo para cultivar las amistades, convivir con ellas y también entrar -con otras personas- a posibles juegos de adultos, en donde el sexo es papel importante y todos tus demás valores quedan ocultos ó son irrelevantes, al menos temporalmente.

Ser adulto no es fácil y asumirse como tal se antoja un proceso al que uno no quiere entrar, siempre bordeándolo, esquivándolo…añorando la juventud que pareciera despedirse y entrar en pánico por una soledad que se vislumbra así (ídem): solitaria. Pero los que estamos en esa línea sabemos que tenemos que hacerlo, asumir la adultez en toda su magnitud. Falta la voluntad y la decisión y yo estoy por tomarla.
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08 julio 2008

Mini-Tour fotográfico en Yucatán

A reserva de comentar in-extenso próximamente un tour que hicimos mis amigos y yo el pasado fin de semana en algo que se denomina ‘La Ruta de los Conventos’, me encontré a la hora de revisar el material recopilado con una cámara digital Canon SD750, algunas muestras de lo que aparentan ser fotografías artísticas (jaja, no se burlen). La verdad es que me agradó bastante el resultado, tanto que decidí titularlas (permítaseme, por favor) y venir a publicarlas aquí. Ojalá les gusten también a ustedes.
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'Puerta al Cielo'

'Sacra quietud'

'Todos quieren salir en la foto'

'Tiempo de espera'

'El Visitante'

'Bici en descanso'

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18 junio 2008

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Hoy el Ipod pareció confabularse. A diferencia de otros días, en los que elijo canciones aleatoriamente, termina seleccionándome cosas que no son de mi agrado. Pero hoy no es así. Son las 7.30 am y estoy regresando de correr. Así, en el auto empiezan a desfilar canciones con características similares: Coldplay con Viva la Vida, Non Je Ne Regrette Rien con la Piaf, Forca con Nelly Furtado, Star of the Sea de Nyman y Moby con In My Heart. En la distancia, un sol extrañamente naranja comienza a aparecer. Sonrío. Tímidamente mi ánimo comienza a elevarse. Carajo! hoy cumplo 36 años y todo parece coincidir para alegrarme el día. Llego a casa y busco un regalo que me dieron anticipadamente: una playera y la trilogía más famosa de Kieslowski yacen sobre mi cama. Reviso el celular y sí, hay dos mensajes de amigos esperando. Me preparo un sandwich y con la música puesta, no escucho que en mi celular alguien dejó mensaje de voz. Era mi jefe para felicitarme. Mi madre hace lo propio, una maestra que tuve en mi infancia me llama desde Oaxaca. Un mensaje más en el cel de un número del DF que no reconozco, aunque supongo es de mi amigo Felipe. Total, la fiesta ya también la traigo en la cabeza, irremediablemente.

Ayer precisamente pensé mucho en ustedes, seres que estimo que vienen y leen las tonterías que se me ocurren. Pensé en el poco tiempo disponible, en cómo ha cambiado mi vida de un par de meses para acá y que el blog especialmente ha resentido con la ausencia de letras; así que quisiera ponerlos al tanto de lo que ocurre, si ustedes me lo permiten.

El paso más importante es que finalmente llegó la Maestría. Sí, me siento como niño con juguete nuevo metido en un aula otra vez. Comienza a desempolvarse mi cerebro, conocer personas, incrementar vivencias y conocimientos. Han pasado 10 años desde que estuve metido en un salón de clases y esto para mi se convierte en verdadero deleite. Y claro, estudios así traen nuevas preocupaciones pero, vamos! no son las mismas de antes que me mantenían en un círculo vicioso, son nuevas preocupaciones: que si estudiar, que si la tarea, que si el exámen, que el tiempo. Así las cosas, este fin de semana que viene termino la primera asignatura con exámen y ensayo que hay que preparar y pues ¡a darle!

Tiempo, que ahora me hace falta. El otro día estuve pensando que me gustaría que el día tuviese al menos un par de horas más. No contento con realizar estos estudios, ahora se me ocurre que necesitaba realizar ejercicio digamos un tanto más en forma, sino de manera constante al menos si regular. “Contraté” a un instructor que me hace sudar la gota gorda al menos tres veces a la semana. Sufro en serio, pero es algo que necesitaba (no sufrir, más bien ejercitarme) pues siempre he hecho ejercicio mal (me están corrigiendo desde la respiración hasta mi pésima forma de trotar) y a la larga eso me desmotivaba pues no había resultados tangibles y menos avances. Antes me daba gusto ver a mi instructor llegar, ahora casi cruzo los dedos por si me avisa que algo se le atravesó y no puede llegar, cosa que NO sucede.

Y llegó la casa, finalmente me la entregaron. Y ahí está, como papa caliente que no sé donde poner. Le hacen falta muchas cosas para irme a vivir ahí y eso implica dinero, dinero que en este momento no sobra. Y ahora sí sabré lo que es amar a Dios en tierra ajena, pues se vienen las mensualidades en forma y no hay escapatoria: hay que ahorrar. Ahorita por ejemplo, no he parado viendo que si el tanque de gas estacionario, que si los protectores, que si el contrato de luz, de agua, que si ponerle chapa nueva a la puerta principal, que si los focos y el tinaco. Encima se me ocurre ‘inaugurarla’ complementando con mi cumple y esto está de locos pues me pedí algunos días en la oficina para atender todas estas cuestiones y que el sábado (día elegido para la pachanga privada) al menos estén puestas las mesas y contemos con lo mínimo indispensable para pasarla bien en compañía de amistades y familiares.

En la oficina hay relativa calma. Poco trabajo comparado con otros meses, pero esa disminución no implica holgazaneo. Siempre digo que ‘siempre hay algo que hacer’ e incluso en estos días que me he pedido de vacaciones, termino yendo que si a firmar ó a revisar algo urgente.

He estado viendo mucho cine, series de televisión y conciertos musicales (Gracias Paco, no me he convertido en fan de The Corrs pero me gustaron bastante algunas canciones, especialmente Only when I sleep y Runaway), así he visto la serie Planet Earth que es majestuosa (por decirlo sencillito), Elizabeth ‘The Golden Age’ (la Blanchett me dejó boquiabierto), ‘Lars and the Real Girl’ que es un encanto de film, bonito en serio; la alemana La Vida de los Otros (me resistía a verla porque le ganó a Del Toro pero me cae que está bien hecha) y A Room with a View (clásico de James Ivory), La Madrastra (gracias Cane por recordarme a Bette Davis) y algunas más en pantalla grande como: El Fin de los Tiempos de Shyamalan (que no me gustó a diferencia de dos seres que la recomiendan y que estimo bastante), Las Crónicas de Narnia ‘El Príncipe Caspian’ (que me agradó mucho sin pedirle tanto) y dos rarezas de esas que llegan a Cinemark en un ciclo de Cámara Alternativa: ‘Yo soy Guapo’ con Michel Blanc (efectiva) y ‘Verano 04’ rara pero entretenida. Sigo esperando sentado que llegue a Cancún la de Wong Kar Wai ‘My Blueberry Nights’ aunque cada día que pasa presiento que fosilizaré en la espera.

Mails que esperan por ser contestados, respuestas en el blog en la misma situación, no sé…a ratos me dan ganas de tirar la toalla pues, como decía mi psicóloga ‘debes medir tu actividad pues corres el riesgo de padecer stress’; por lo pronto a ella ya le di de descanso una semana y ahora la veo cada 15 días, pero...no, sinceramente no quiero tirar la toalla y aquí me verán de cuando en cuando.

Quiero agradecerles su paciencia y su buena disposición a darse su vuelta aún con la expectativa de que posiblemente no haya nada nuevo en días pero me gustaría que supieran que siempre estoy pendiente patrullando el sitio y que aunque tarde, aquí andaré contestando todo lo que gusten comentarme.

Les mando un abrazo y mi agradecimiento –aquí de anticipado y optimista- por sus posibles felicitaciones y demás buenos deseos.

Regreso, lo prometo.

02 junio 2008

Mi Vida de Película

Hace algunas semanas platiqué por teléfono con un desconocido (no lo conozco personalmente, aunque sí he leído lo que escribe) y a pesar (yo lo veo así) de su edad (muy joven) y después de haber hablado infinidad de cosas, hubo un comentario que me soltó en medio de la plática que provocó mi aturdimiento y que aún siguiendo una conversación fluida sobre varios tópicos, ese pensamiento vertido unos minutos atrás, no me dejaba tranquilo. Lo que me dijo iba más o menos en este orden de ideas:

“No hay que dejarse llevar por lo que se ve en el cine. La vida real es distinta, pero ver tanto cine puede provocar el perdernos en cosas que no tienen que ver con nuestra forma de pensar, con nuestra realidad ó con la vida misma. Uno de verdad puede confundirse…”

Terminamos la plática y el pensamiento (me agarró disfrutando un paseo en un centro comercial) de plano me congeló. Creo que yo atiné a decir algo como: “si por supuesto, hay que estar bien conscientes de la realidad y no dejar de pisar el suelo” o un cliché de esos.
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La Rosa Púrpura del Cairo de Woody Allen

Y es que, mal que bien, el cine sí ha influido en mi forma de ver el mundo. Tampoco estoy loco que no pueda darme cuenta de que si me venden fantasía estoy viendo fantasía, de que si me venden algo sobrenatural, estoy viendo algo sobrenatural o si estoy viendo una comedia romántica, pues eso, sé que terminará en final feliz.

Pero esa frase tantas veces dicha por mí de que “he visto demasiadas películas de amor” (nada alejada de la realidad) lleva inherente que esa situación tal vez me ha provocado una idealización o utopía (ver el sueño comentado en el post abajo) de las relaciones amorosas que difícilmente tiene que ver con la realidad ó al menos, con la mía.

Y he estado dándole vueltas sobre qué otros aspectos me han secuestrado -posiblemente- de la realidad y en este tenor me acordé de una cinta de Barbra Streisand llamada “El Amor tiene dos Caras” en donde en alguna parte aluden a que en nuestro diario vivir no estamos escuchando mágicamente música que provenga de alguna fuente no identificada que nos acentúe el sentimiento o emoción que estemos viviendo en ese momento como en las películas (baste recordar el baile final entre Barbra y el infumable Jeff Bridges y el Nessun Dorma de Puccini de fondo). Lo peor es que reconozco que yo me fabrico el 'musicalizar' de alguna forma mi vida. Me la vivo en el auto escuchando una y otra vez los temas de Jumeji’s Theme, Adagio (Secret Garden) y The Greatest (Cat Power) –sólo por mencionar ejemplos recientes y curiosamente todos temas de películas de Wong Kar Wai-; puedo llegar a sentir compasión si yendo sobre la calle observo a las personas paradas en esquinas esperando por algo o por alguien con (mi) música de fondo que me inspire eso. Si estoy triste y quiero sublimar el sentimiento, busco el ‘Time Lapse’ de Michael Nyman (reconocida también en el cine con el film de Peter Greenaway A Zed and Two Noughts) o tal vez su ‘Infinite Complexities of Christmas’ (del film 'Carrington' de Christopher Hampton), o si voy manejando a alta velocidad puede que pruebe con el ‘Molossus’ de Hans Zimmer (para Batman) para aderezar la emoción y así me la puedo seguir.
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Time Lapse de Michael Nyman

Tal vez esto de 'musicalizar mi vida' sea mero detalle sin relevancia porque hurgando un poco más allá es donde empiezo a inquietarme -al reflexionar-: ‘¿Qué tanto de mi forma de pensar en general está influenciada por el cine?’ ‘¿qué valores aprendí viendo cine?’ ‘¿aprendí alguno?’ ‘¿me habré compenetrado con algún concepto distorsionado a los ojos de los demás?’ ‘¿mi concepto de belleza tendrá que ver con lo que he visto en el cine?’ ‘¿algunos de mis miedos a lo sobrenatural habrán sido influenciados ó maximizados por las películas?’ ‘¿la romántica forma que tengo de ver una relación de pareja es producto de ver tantas películas de amor?’ ‘¿tienen que ver mis acciones de resolver situaciones con cosas que he visto en el cine?’ ‘¿mi percepción general de la forma de comportarse ó pensar de los seres humanos estará puntualizada por tanto film que he visto?’

Muchas preguntas, pocas respuestas.

Todo esto me inquieta. Aunque en el fondo creo que cada quién moldea y enriquece (consciente o inconscientemente) su personalidad de formas tan variadas y quiero creer que igualmente válidas, la mayoría desde el seno familiar, con el ejemplo de los padres, en la escuela, unos leyendo, otros experimentado por sí mismos, otros de la mano de guías (espirituales, religiosos, etc.), u otros como yo (y ya sin pensar a qué grado para no atormentarme) por el cine.

Me intriga no saber a qué grado estoy ‘tocado’ por el cine. Me intriga no saber cómo pensaría o que sensibilidad tendría de no haber tenido este acercamiento al séptimo arte. ¿Tendría otra forma de pensar? No lo sé. Lo que sí sé es que por esta sensibilidad que poseo puedo disfrutar a mayor profundidad las cosas que algunos otros no (dicho sea de paso: disfruto el amanecer, como seguramente lo disfrutó Carlos Reygadas en la primera toma de su ‘Luz Silenciosa’), pero esta gran ventaja conlleva un riesgo adicional: mis decepciones pueden ser devastadoras y eso no es nada fácil de asimilar y he llegado a la conclusión de que mi personalidad no permite medias tintas.
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El amanecer de Luz Silenciosa de Carlos Reygadas

Al menos me tranquiliza saber que no soy el único (gran consuelo). El máximo ejemplo son los cineastas mismos que llevan a la pantalla muchas de sus propias obsesiones y visiones, pero aquí cabría preguntarse si son plenamente conscientes de la realidad que viven o si de plano se encuentran en un sueño permanente: su propio mundo -ilusión- (la cuenta bancaria de muchos de ellos también puede darnos una pista) -realidad-.

17 abril 2008

Del verbo "Amelizar"

Escucho mi agitada respiración. Camino unos pasos, troto algunos más y vuelvo a caminar. Está anocheciendo y el caminito pareciera no tener final. Veo personas venir. Busco con ansiedad algo ó alguien de quién sostenerme emocionalmente y a lo lejos veo una figura que me llama la atención. Se acerca cada vez más a donde estoy. Observo que me sigue con la mirada y mi respiración se agita aún más. Le he visto antes. Siempre con compañía mientras camina. Y otras veces, cuando me ha volteado a ver, he bajado la mirada. Y esas veces, mis nervios me traicionan y mi sonrisa contenida explota cuando ha pasado de mi lado. Hoy no es así, hoy no hay compañía. Volteo y nadie más se acerca. Estamos solos y a unos cuantos pasos de distancia. Y por única vez, contengo la respiración y le miro. Me sonríe y me escudriña con la mirada. Súbitamente se detiene. Hago lo que nunca. También me detengo. Me toca el hombro, le miro y sus ojos se abren y cierran como queriendo retener mi imagen.

Oye, me gustas – me dice mientras se esboza una sonrisa al tiempo que mi rostro se ilumina cuál foco incandescente.

Y me gustas bastante – continúa.

¿Cómo te llamas? – prosigue.

Le digo mi nombre, mientras paso saliva tratando de mostrar mi mejor lado físico y al mismo tiempo estar emocionalmente sereno. Pienso que es difícil estar tranquilo ante tanto nervio momentáneo.

No te rías pero...he estado pensando en ti. De hecho hoy vine sólo para decirte que me encantaría salir contigo…y – no le dejo terminar la frase pues irrumpo diciendo:
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Tú también me gustas y mucho…
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Rayos. Me sudan las manos y me tiemblan los pies.
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Continúo corriendo. Un suspiro desesperanzado me indica que todo fue una jugarreta de mi mente. Mi decaimiento me lo demuestra. Anhelos e ilusiones que se forman y desaparecen en segundos. Hay pues que continuar aunque en el fondo deseo que algún día ocurra lo que acabo de soñar.
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14 abril 2008

Descubriendo a Edith Piaf en 'La Vida en Rosa'

La Vida en Rosa de Olivier Dahan


Me encuentro otra vez, dentro de una sala de cine; expectante y esta vez, acompañado. Veré una película francesa: La Vida en Rosa de un cineasta que me da la impresión tiene buena mano con los actores, se trata de Olivier Dahan, quién logro sacarle una entrañable actuación a la espléndida Isabelle Huppert en La Vida Prometida. Otra vez, siento un hormigueo en el cuerpo, nervio dirán algunos. Desconozco totalmente la vida de Edith Piaf, figura central del filme de Dahan quién aquí es personificada por Marion Cotillard, ganadora de un Oscar por esta actuación, ‘una de las más memorables actuaciones de los últimos años’, según leí en alguna crítica de cine.

Siento pues una especie de expectación. Últimamente me percato aún más que el cine me ha servido de trampolín para conocer otras culturas, otra gente, otra música, lugares y periodos y ante este pensamiento, me surgen las preguntas: ¿qué hay de ‘nuevo’ para mí?, ¿qué nuevas canciones enriquecerán mi –corta- cultura musical? ¿Qué nuevos sonidos? ¿Qué nuevas frases? y ver La Vida en Rosa me supone, desde un principio, el acercamiento a una figura icónica (para mi desconocida) de la cultura francesa: Edith Piaf.

Primera reacción: ¡Dios santo! ¿¡Es Marion Cotillard!? Apenas salgo de mi estupor cuando veo una asombrosa interpretación que va de una excelente caracterización, maquillaje, lenguaje físico, y mímico (deberían copiarle ciertas cantantes que hacen playback), hasta una vocecilla ronca que en nada se parece a la original de la actriz y que tendría más que ver con la cantante que vemos en pantalla. No veo pues a la Cotillard sino a la Piaf.
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Marion Cotillard es Edith Piaf
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Y no, después de ver esta ‘biopic’ (película biográfica) no coincido en que el Oscar se lo debió llevar Julie Christie (monstruo sagrado), quién también hizo un gran papel en ‘Lejos de Ella’; siendo justos, creo que el Oscar se les debió haber dado a ambas, pues cada una hace lo mejor que se les ha visto en años en los dos films y la Cotillard no es culpable de que su deslumbrante actuación haya sido favorecida con ese premio (si es que seguimos queriendo darle tanto valor a la estatuilla dorada). Por lo poco que he visto en la red, clips de video y fotografías, la Cotillard ES la Piaf en La Vida en Rosa.

Una vida azarosa, llena de problemas, depresiones, adicciones y desgracias; la Piaf, de personalidad enfermiza pero igualmente desparpajada y a ratos egocéntrica (diva, al fin) cuenta sin embargo con algo que provoca la estupefacción y admiración generalizada: su voz. Francia y gran parte del mundo se rinde ante su talento, empañado solamente por los males físicos y emocionales que la aquejan. ‘La Vida en Rosa’ no es pues una película optimista como intenta su nombre hacernos creer (más en relación directa con la famosa canción que escribió e interpretó la Piaf); es deprimente pero al mismo tiempo emocionante. Ver como alguien –que existió- sale de los lodazales más profundos a alcanzar esos niveles de gloria, suena a lección de vida y en ello radica (más que en sus valores de realización) la relevancia del film.

Las canciones son para mí, todo un descubrimiento. La tonalidad nostálgica de las letras le confieren un aire de tristeza permanente a la artista que pareciera sólo encuentra regocijo sobre el escenario, aún en los momentos del peor estado físico y por ello el público la adora (basta ver su interpretación de Non, je ne regrette rien / No, no me arrepiento de nada, en el Olympia de París, casi al finalizar sus días).

Salgo con un nudo en la garganta. Me alegra sentir que el cine todavía puede sorprenderme a estos niveles: exponer mi emoción a flor de piel. Llego a casa y comienza mi búsqueda de datos y de canciones sobre esta mujer. Consigo el tema que menciono en el párrafo anterior y lo repito constantemente en el reproductor intentando saborear el mensaje y la voz que interpreta; hay un aire parisino en mi apartamento. Delicia auditiva y de sentimiento. Hoy puedo decir que el cine me ha puesto en bandeja de plata a una ‘nueva’ artista para acrecentar mis gustos musicales y no es cualquier artista: es una de grueso calibre, nada menos que Edith Piaf.
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Non, rien de rien
(No, nada de nada)
Non, je ne regrette rien
(No, no me arrepiento de nada)
Ni le bien qu'on m'a fait, ni le mal
(Ni el bien que me han hecho, ni el mal)
Tout ça m'est bien éga
(Todo eso me da lo mismo)

Non, rien de rien
(No, nada de nada)
Non, je ne regrette rien
(No, no me arrepiento de nada)
C'est payé, balayé, oublié
(Está pagado, barrido, olvidado)
Je me fous du passé
(Me da lo mismo el pasado)
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Avec mes souvenirs
(Con mis recuerdos)
J'ai allumé le feu
(Yo prendí el fuego)
Mes chagrins, mes plaisirs
(Mis tristezas, mis placeres)
Je n'ai plus besoin d'eux
(Ya no tengo necesidad de ellos)
Balayés mes amours
(Barridos mis amores)
Avec leurs trémolos
(con sus trémolos)
Balayés pour toujours
(barridos para siempre)
Je repars à zéro
(Vuevo a partir de cero)

Non, rien de rien
(No, nada de nada)
Non, je ne regrette rien
(No, no me arrepiento de nada)
Ni le bien qu'on m'a fait, ni le mal
(Ni el bien que me han hecho, ni el mal)
Tout ça m'est bien égal
(Todo eso me da lo mismo)

Non, rien de rien
(No, nada de nada)
Non, je ne regrette rien
(No, no me arrepiento de nada)
Car ma vie
(Pues mi vida)
Car mes joies
(mis alegrías)
Aujourd'hui
(hoy)
Ça commence avec toi...
(comienzan contigo...)
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03 abril 2008

Mi Ipod: ese gran desconocido

(¡Lo que me faltaba!)


Es curioso darse cuenta que, con el paso del tiempo y acumulando edad, surgen aditamentos a los que nos resistimos entrarle, ya sea por falta de interés, por desconocer sus bondades ó por considerarlos innecesarios. Algo así me ocurrió con el Ipod, llegué bastante tarde a conocer esta maravilla de la tecnología y he de confesar que aún habiendo adquirido finalmente uno, no termino de conocerlo en toda su dimensión.

Contando con una media de 250 CDs en casa, seleccionar lo que me gustaba oír cada que subía al auto no era tarea fácil. Si adicionamos las dificultades de seleccionar una canción y el cambio de discos, el problema es aún mayor. A veces cargaba con discos que sólo había adquirido por un solo éxito (ya no hago esto, es un dineral tirado a la basura) y empecé a grabar en discos vírgenes, aquellas selecciones que más me gustaban. Pilas de CDs empezaron a aparecer en mi apartamento, sólo para ser desechados en cuanto me aburría de repetirlos hasta el cansancio. Ahí me di cuenta que el Ipod es verdaderamente, una maravilla.

Decidí comprarlo ya cuando salió el Ipod Video. Y como tengo tantos discos (no lo digo con orgullo, créanme) me dije: pues voy con el de 80 gb. ¡En la torre! ahora hay que destinar tiempo para bajar los discos a la laptop, seleccionar canciones y en el peor de los casos, organizar y titular temas que la base de datos del ITunes no reconociera. Una inversión de tiempo pavorosa. De los 80 Gb, a la fecha he utilizado una media de 5 (unas 1700 canciones). No acabo de cargar los demás CDs porque no tengo tiempo y no veo para cuando. Pasé una buena temporada de desvelos cargando los pocos discos que he podido, porque además, hay que aprender a usar el ITunes, que por si alguien desconoce el término todavía, es el programa a utilizar en la compu y fase intermedia entre el CD y el destino final: el Ipod.

Pero lo realmente interesante de todo esto son las cantidades estratosféricas de dinero que puede implicar tener un aparatito de estos: Hay en el mercado infinidad de accesorios, desde el cargador, el transmisor para el auto, la banda para sujetarlo y colgártelo en el brazo, el cable auxiliar, la funda de piel, de plástico ó metal, la cera para quitarle rayones, la película protectora de la caja, los audífonos (que yo debo comprarme unos especiales pues por defecto genético, uno de mis oídos-orejas no retiene debidamente el dispositivo), las bocinas por si quieres quitarte los audífonos (nada baratas por cierto), etc, etc.

A la par de todo esto, al Ipod hay que alimentarlo. Aparte del tiempo invertido descargando canciones vía el ARES ó el Emule, a la gente de cierta edad (léase yo) de repente nos da por instalarnos en la nostalgia y nos acordamos de ciertos artistas que tiene añísimos que no hemos escuchado. Canciones de las que nos acordamos repentinamente ó éxitos que en su momento no nos hicieron mayor mella pero que ahorita pareciera ‘recordar es volver a vivir’ y ya sea que descargues las canciones de la red ó que corras a la tienda de discos donde te encuentras con verdaderas antologías (a veces a precios muy bajos pero también muy caros) y curioso, compilaciones nuevas de artistas que pensabas habían desaparecido por completo del mapa.

Pero la tecnología es ‘canija’. Y lo que fue nuevo en su momento hoy empieza a parecer obsoleto. Mi Ipod Video es ahora conocido como clásico (parece un tabique) y han aparecido los de 3ª, 4ª ó 5ª generación que son tan delgados como una regla (ultraligeros), pantalla táctil, en llamativos colores y con opciones fabulosas de visualización al operarlos. El que me costó a mi cerca de 5 mil pesos, ahora cuesta cerca de 3 mil y si quieres venderlo, a ver si regalado te lo aceptan.

Y decía que el aparatito es (para mí) el ‘gran desconocido’ pues recién he empezado a indagarle a la parte del video (después de haber 'triunfado' cargando fotografías). Batallé una buena cantidad de horas buscando el software que me permitiera convertir clips de video al formato aceptado por Ipod y para probar cualquier cantidad de programitas que se encuentra uno en la red -para estos efectos- me he empezado a convertir en adepto visitante de la página youtube.com; además ando con el gusanillo de meterle alguna de las películas que tengo por ahí pendientes de ver por si se me ocurre hacer tiempo en aeropuertos ó en la fila de las tortillas. Tampoco sé como igualar el volumen con el que vienen grabados algunos mp3, desconozco qué son los podcasts, cómo subir audiolibros, cómo utilizar semejante memoria para guardar otro tipo de archivos, como enviar a ciertas carpetas, canciones, videos ó fotos y como ajustar tantos comandos que vienen incluídos. Siento que si pudiese identificar el porcentaje en que conozco al juguetito éste, no andaría arriba del 30%.

Así pues, mi economía ha sufrido un atraco en despoblado: mi colección de discos originales se ha incrementado con compilaciones que jamás imaginé: Leonardo Favio, Marisela, Emmanuel, Napoleón y Laura León -por aquello de reírnos- etc; me he familiarizado con términos que antes no conocía: (gadgets, shuffle, nano, mini, touch, etc), mi laptop (me suicido si se le llega a borrar el disco duro) está llena hoy de reliquias - y virus- (‘Mi Viejo’ cantada por Piero ó ‘Words’ con F. R. David) ó incluso videos de la Méndez cuando su nariz no estaba como quedó (gulp!), fotografías familiares del año del caldo y cables y accesorios por todos lados pero sobre todo: mi tiempo invertido en cada uno de estos aspectos: grabar, descargar, ir a comprar y cargar batería; son actividades prácticamente diarias.
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Ayer mi madre me espantó: ¡quiere uno!
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12 marzo 2008

Éste es uno...

Mis amigos


Hoy me siento extraño. Una especie de júbilo apagado. Me invade la idea de que un momento feliz orquestado por mi y algunos amigos ha concluido. No es la sensación de una tristeza inevitable, es la sensación de que percibo que los momentos felices, como he comentado en otras ocasiones, me los tengo que fabricar y como tal la tarea tiene que ser permanente.

El momento feliz de esta vez sucedió de forma inesperada. La visita de dos amigos entrañables me llenó de alegría pues es sincero mi aprecio. Me doy cuenta en mis actos y en mi genuina disposición para estar con ellos. Pero la dupla se hizo cuádruple, pues ellos venían a encontrarse con otros dos amigos (de ellos, cabe decir) que venían de Argentina y que habían parado en Cancún para finalmente y después de un largo recorrido por México, descansar.

Después de ir por ellos al aeropuerto y venir en auto tipo sardina, llegamos a casa. La década prodigiosa nos pone en evidencia. La media de edad de todos ronda los 30 y tantos. Las cervezas ponen el tono. Larga conversación, risas y una especie de alegría que inunda el espacio. Se termina la bebida; los argentinos son como no diría comúnmente ‘adorables’ y me sorprendo de ver lo bien que caen. Las pláticas se centran en Argentina, de su recorrido en México, de Oaxaca, Chiapas y Yucatán que han conocido con tremendo mochilón al hombro. Me invitan un té de hierbas llamado ‘mate’, típico de América del sur que degustan todos como si fuese un ritual. Segunda corrida de cervezas y a alguien se le ocurre poner música oaxaqueña. La única presencia femenina en el grupo, mi amiga Norma, alaba mi blog y me dice palabras hermosas sobre cómo se identifica con lo que escribo; eso es padre y me emociona pues veo que no estoy solo en lo que expreso y siento. La veo contenta y a gusto disfrutando el momento con Felipe, su compañero y mi gran amigo. Hay algo en ellos que todos percibimos, un cariño sincero y libertad de acción y palabra. ‘Otra cosa sería machismo’, dice Norma y coincido. Me agrada ver a una mujer que toma su participación como corresponde, con inteligencia y dominio, y a la vez, con el toque femenino que sólo las mujeres (y aunque suene redundante) tienen. Tercera ronda de cervezas y comienzan las competencias aderezadas con mezcal. Cuando menos lo pensamos y sin dar tiempo a tratar de convencerla, Norma dice “con permiso” y a dormir. Al poco rato y ya de madrugada, hacemos desbandada para descansar.
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Juanpi y Normis en Xcaret

A la mañana siguiente el punto es Xcaret. Siempre que lo visito encuentro cosas nuevas. Cuando pienso que me aburriré por visitarlo nuevamente, llego a la conclusión de que disfruto estar ahí para ver los rostros de mis acompañantes maravillándose por lo que sus ojos están reteniendo. La clásica nadada en el río subterráneo, la torre escénica cuya panorámica fascina, los animales, el paseo en balsa, las fotos en ese mar azul y todo el previo que sirve para coronar el día: el espectáculo nocturno en el Gran Tlachco; ese enorme teatro que diariamente emociona a mexicanos y extranjeros por igual. Era mi carta fuerte para impresionar a mis nuevos amigos argentinos y se logró. Emotivo, nostálgico, alegre, ensoñador y mágico, cualquier adjetivo podría describirlo fácilmente. Me cuentan que Sebastián, uno de los amigos argentinos, llora cuando todo concluye, me hubiese encantado verle pues yo estuve todo el tiempo con el nudo en la garganta. Es un gran recorrido por tradiciones, bailes folclóricos y coloridos rituales que no hacen más que enorgullecernos de ser mexicanos y al mismo tiempo, latinoamericanos. Lograrlo en dos horas, es labor titánica. Ya en el auto de regreso, los comentarios no cesan. El precio pagado, lo vale.

Xcaret de noche

Pero había que cerrar con broche de oro la travesía. Hace tiempo comenté a Felipe y Norma que había visitado un lugar espectacular: la isla de Holbox, y allá nos dirigimos al día siguiente. Creo que es el sitio más alejado de México; una isla en la parte superior de la península de Yucatán (pertenece sin embargo a Quintana Roo), lugar del tiburón ballena, de las pizzas de camarón y langosta, de espectaculares atardeceres, de playas de ensueño y de tranquilidad plena. Rentamos una cabaña y nos dispusimos a disfrutar los que considero los tres mejores días que he pasado en los últimos meses. El lugar les encantó. Tanto así que Sebastián y Juan, decidieron terminar sus vacaciones mexicanas ahí, que concluyen en un par de días. Lo primero que hicimos fue comer en abundancia. Esas pizzas famosas son deliciosas, sin par. De regreso hacemos caminata nocturna hasta el hotel que se encuentra a un par de kilómetros del centro del pueblo.


Juanpi y acompañante nocturno inesperado

Y viene la tertulia que en el fondo ya espero. Decía que la década prodigiosa (los 30s) hacen acto de presencia pues Holbox no es para irse de antro ó caer en desfiguros y esto lo aceptamos con gratificante convicción. El lugar invita a la reflexión, a la paz, al descanso y a la conversación. Cerveza en mano y una copa de vino celebramos discretamente el cumpleaños de Sebastián y brindamos por su estancia en México y por la amistad. Cae la noche y mientras los sonidos nocturnos de olas y grillos se dejan oír, platicamos de todo, de cómics y superhéroes, de cine, de nuestra infancia, de lo que les ha impresionado de estas tierras, de lo que nos falta por conocer; del tiempo, de la trascendencia y en este sentido concluímos que son los amigos quienes nos ayudan en este proceso, lo que nos dejan los que se van, en suma: el recuerdo de lo especial que pudimos ser en vida, más allá de títulos o herencias.
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'Zona de restauración'

A la mañana siguiente decidimos hacer un recorrido en lancha. Vaya experiencia, casi sepulcral. “Este lugar es un paraíso” me dice Sebastián y estoy de acuerdo. Visitamos la Isla de los Pájaros y bordeamos Holbox para adentrarnos al punto que marcaría nuestra despedida, un ojo de agua selva adentro. Estuvimos prácticamente solos admirando la grandiosidad del paisaje como preparándonos para el momento de decir sino adiós, hasta pronto. Imaginé lo que sentían Sebastián y Juanpi estando tan lejos de su tierra y los admiré en silencio por su gran deseo de conocer y hacer algo al respecto y eso, no cualquiera.


(de der. a izq) Juan, Sebastián, Norma, Felipe y yo

Me percato que hay silencios gratos. Que hay silencios que infieren que se está disfrutando la compañía, que se está degustando lo que se conversa como quién toma una deliciosa taza de café. Hay silencios en estos viejos amigos -y en los nuevos- y me siento complacido, como sé lo están ellos. Es bonito darse cuenta que habemos personas con tantas cosas en común. Que hay que mandar al diablo a quién te dice ‘me das flojera porque eres sentimental’ y acercarse a quién comparte tu sensibilidad. Existen, están en México ó en Argentina ó tal vez mucho más cerca. Me viene a la mente la frase de aquella canción: ...tanto tiempo, tanto espacio y coincidir. Me doy cuenta pues que la vida está llena de momentos, se forma de ellos...éste es uno.
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26 febrero 2008

Entrando al jardín de Zbigniew Preisner


Zbigniew Preisner


Pocas veces se puede experimentar una sensación tan placentera como el descubrir algo por uno mismo. La emoción puede ser tan genuina que podemos sentirnos como niños experimentando sorpresa ó fascinación; puede incluso generarse sobrecogimiento y curiosamente fue esta la sensación que me generó descubrir la música del compositor polaco Zbigniew Preisner (1955) una lluviosa tarde de la ciudad de México hace casi 15 años, cuando en un viejo cine proyectaban Tres Colores Azul del fallecido cineasta Krzysztof Kieslowski. Y es que sabía realmente muy poco de la cinta; casi entré por accidente…un accidente que jamás pensé me marcaría para la posteridad y es que ver casi al inicio del film a Juliette Binoche salir de una alberca y escuchar los acordes de un sonido que estremece me obligó a replantear todo lo que conocía como música para cine.





Esa música


En “Tres Colores Azul” esa música adquiere connotación protagónica. Es un personaje más, a ratos el principal. Dota al film de una personalidad avasalladora. La Binoche nos comparte su tristeza pero la música de Preisner la magnifica a niveles que provocan desgaste emocional. Se siente en las vísceras. Mi sobrecogimiento es tal que jamás espero coronar este mar de sensaciones de manera magistral: Julie (encarnada por Binoche) intenta terminar la magna composición musical que –supuestamente- su esposo no concluyó cuando se le atravesó la muerte. Un dedo femenino recorre una partitura mientras los sonidos de “Song for the unification of Europe” acuden repentinamente al sutil llamado. Coros, flautas, piano y órgano emergen violentamente, mientras una voz femenina nos quebranta, al menos en la secuencia final cuando el tema completo se escucha en todo su esplendor.




Algo tiene la música de Preisner (como la de Michael Nyman, la del casi mítico Vangelis, Yann Tiersen ó de Philip Glass) que eleva de nivel cualquier film que sonorice. Es común pues encontrar en la filmografía de Preisner títulos que rayan la excelencia: “Eurora Europa” ó “El Jardín Secreto” de Agniezka Holland, “Decálogo”,Tres Colores” y “La Doble Vida de Verónica” del mencionado Kiesloswki son sólo unos cuantos ejemplos que dan cuenta de ello.
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De todos es conocida la dupla que formó Preisner con su coterráneo Kieslowski, para muchos la etapa más fructífera del músico. Los momentos conseguidos en los filmes del director son únicos y permanecen fuertemente enraizados en la memoria colectiva. Para muestra la secuencia que mencioné de Tres Colores Azul ó el baile de las marionetas (Puppets) y el momento de la muerte de Veronique (Irene Jacob) en La Doble Vida de Veronica en pleno escenario (Van Den Budenmayer); la tragedia en el lago de El Decálogo 1 (Lake) ó el desfile de modas en el que una inquieta y preciosa Irene Jacob busca con mirada impaciente al viejo abogado encarnado por Jean Louis Trintignant (Finale) en Tres Colores Rojo.

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Aquellos que han profundizado en sus trabajos discográficos deberán leer mi recomendación como mero brochazo para los no iniciados. En lo personal, recomiendo: Preisner’s Music, un concierto grabado a 130 metros bajo la Iglesia Wieliczka en su natal Polonia logrando un sonido y acústica sin igual –créanme escucharlo se convierte en una experiencia casi espiritual- en el que el compositor nos obsequia un hermoso recorrido por sus composiciones más significativas y en donde su soprano de cabecera Elzbieta Towarnicka hace gala de su magnífica voz; una voz dolorosa y de inmenso potencial que hoy hace inimaginable pensar en otra artista interpretando. Voz desgarradora en el tema Labyrinth ó en Sky del mismo disco, hay que escucharla para dar crédito.



Elzbieta Towarnicka


Ante la repentina muerte de Kiesloswki en 1996 y como homenaje póstumo, Preisner compone “Requiem for my Friend”, una serie de melodías que exhalan tristeza y belleza al mismo tiempo. Aunque de difícil escucha para el oído no habituado, es satisfactorio encontrar nuevamente la voz de Towarnicka y en este disco en particular es sencillamente sensacional encontrarse con todo el abanico de posibilidades que a lo largo de su carrera Preisner ha explorado: Coro de niños, la sinfónica de Varsovia, nuevamente el piano, flauta y órgano; sacro coctel que encuentra su punto máximo en los temas Ascende Huc, Veni et Vidi ó Lacrimosa, además del emotivo cántico de un niño en el tema que cierra el disco: Prayer; de verdad conmovedor.
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Krszysztof Kieslowski



Pareciera sin embargo que con este broche de oro Preisner disminuye su presencia en la escena musical y en consecuencia en el cine, al menos en los niveles de brillantez con los que participó en las películas de Kieslowski. En México incluso, es difícil acceder ya no se diga a películas en exhibición, sino a los dvds de los últimos filmes que ha musicalizado. Pero cuando pareciera que el mundo se pregunta ¿qué ha sido de Preisner? aparece un disco magnífico en el que la ex vocalista del conjunto portugués Madredeus, Teresa Salgueiro acompaña a Preisner en este nuevo viaje llamado “Silence, Night & Dreams”; la Salgueiro no es Towarnicka y su voz se deja sentir más aguda de lo acostumbrado pero el trabajo trasciende por lo diferente y porque finalmente Preisner siempre será Preisner.

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Teresa Salgueiro y Zbigniew Preisner

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13 febrero 2008

Regaderazo "prodigioso"


Bajo la mirada al suelo mientras sendo chorro de agua cae por mi cuerpo y pienso:

“36 años este año…36”

No sé si estar preocupado. No sé si estar feliz. Supongo que esto es lo menos probable dado que estoy pensando que cumpliré 36 y lo repito.

“Dentro de poco seré un cuarentón…¡Dios santo…un cuarentón!
“Encima, soltero…”

Me enjabono el rostro y pienso que debo apurarme para irme a trabajar. Pero me quedo un rato más bajo el agua tibia, como en relajamiento, en trance.

“Ya viene el fin de semana. ¿Qué hacer ahora? ¿Ver películas? ¿Viajar a cualquier parte que me quede cerca? ¿visitar amistades o familiares? …¿leer?...¿arreglar mi casa?...¿ver mis pendientes de ropa?...”

A veces siento que la vida se me está yendo muy rápido. Sin querer, estoy teniendo otro momento de lucidez pensando ahora en…la edad.

Y es que recuerdo perfecto cuando mi madre tuvo esta edad y en su momento pensé: “Uy, cuando yo tenga esa edad?!...¡me falta mucho!”

Un amigo me decía: “David, se nos está yendo la vida! ¡ya se terminó otro fin de semana!”

“Tengo que conocer gente…Damn it! ¿Estaría yo pensando todo esto de estar casado y con hijos?”

No lo creo. Estaría más preocupado en ver por mis hijos, que si el calzado ó la escuela ó sus problemas de adolescentes, si fuese el caso.

Lo peor es que ni me voy a casar ni voy a tener hijos, por lo que parezco predestinado a padecer este tormento psicológico en forma contínua y cíclica. Siento que habría que pensar en un tratado sobre los intereses que deben prevalecer en las personas que no estarán destinadas a tener una vida “normal” (casorio e hijos), para no padecer angustia ó ansiedad y enfocarse a ello.

Creo que hoy nada más y para no seguirme torturando, me haré “wey”…aunque no creo durar mucho tiempo en ese estado (disculpen ustedes este pequeño bonus de mi subconsciente).

“O.k. ¿qué ropa me pongo?”

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07 febrero 2008

Ahí les traigo unas playeritas...

Viene el 14 de febrero y aunque la fecha no me apasiona ni nada por el estilo, quise -a manera de apapacharlos y que me disculpen por andar de flojo en el blog- traerles su regalito (virtual) directamente de Amazon.Com donde venden estas maravillas.

Espero haberle atinado y si no, se aceptan devoluciones.

Muchas felicidades anticipadas, queridos amigos.

Para Viviana
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Para Paxton
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Para Miguel Cane
(ra ra raaa!)
Para Paco Peña (dos por ser cuaderno)




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Para Wii

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Para Marichuy
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Para Mario
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Para Sharleem Eco

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Para mi
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Y para mi jaja

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A todos los demás, luego se las traigo, no se me enojen.

24 enero 2008

¿Por qué tan serios? Heath Ledger

Heath Ledger como El Guasón en Batman The Dark Knight

Me quedé en shock cuando leí (en mi celular, cortesía de un amigo) la nota de que el actor australiano Heath Ledger había muerto. Días antes, ocurrió el deceso de Brad Renfro, el joven actor que debutó en una cinta de Joel Schumacher “El Cliente”, las causas aparentes (al momento de redactar esto, todavía no había nada oficial) sobredosis de drogas.

Pues sí, verdadero shock. He estado siguiendo con atención toda la odisea de Ledger respecto de su último papel en Batman ‘The Dark Knight’ a estrenarse a mediados de año, nada menos que El Guasón. Difícil tarea que se aventó encima pues en la memoria colectiva prevalece hasta ahora la creación realizada por Jack Nicholson en el Batman de Tim Burton. Como carroñero (y ante el estupor) comencé a leer cuanta nota apareció en internet sobre la muerte de Ledger, se me hacía difícil de creer. Una muerte desde mi punto de vista, estúpida, carente de lógica y totalmente absurda...miren que morir por sobredosis (aunque luego hay quienes mueren en la tina del baño). No es que considerara a Ledger un gran actor, al menos hasta ahora y de lo visto, su mejor trabajo (para mi) es su creación de Ennis del Mar en la –a ratos sobrevalorada- Secreto en la Montaña, pero era alguien que prometía, y ante la víspera del estreno de Batman, seguramente se trataba de disfrutar las mieles que le resultarían de su -de verdad- último trabajo.
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Jake Gyllenhaal y Heath Ledger y su Secreto en la Montaña

Pero se fue y la nota trascendió en los titulares mucho más que las nominaciones al Oscar (que dicho sea de paso, no lograron emocionarme en lo mínimo). Hurgando en la sensación de desesperanza que me producen estas muertes, recordé una frase que si no me equivoco leí en la novela de Stephen King ‘El Cuerpo’, sobre qué es lo que nos mueve a quedar petrificados, curiosos y a ratos extrañados viendo / leyendo sobre gente que fallece, que más allá del morbo, es simplemente darse cuenta de lo vulnerables que somos, de que hoy estamos y tal vez, mañana no.

También recordé que el único fallecimiento de una celebridad que me ha afectado hasta la lágrima, fue la muerte de Krzysztof Kieslowski en 1996. Recién empezaba yo a descubrir su filmografía; recién había visto El Decálogo, esa extraordinaria serie de la televisión polaca con tintes de revisión crítica (a veces cercana, a veces distante) de los diez mandamientos y recién había disfrutado su ya mítica trilogía Tres Colores, con la que se le recordará en la posteridad, cuando vi la noticia en el televisor: había fallecido víctima de un paro cardiaco a los 54 años. Sentí, contrario a lo que él manifestaba en sus últimas entrevistas, que todavía tenía mucho que decir y que la cinematografía mundial había perdido demasiado. Una especie de desasosiego me inundaba pues sentí que quedaba un gran vacío de talento y sentimiento y no pude evitar pensar en mis lágrimas viendo Tres Colores: Azul y a una Juliette Binoche introduciéndoseme hasta la médula.

El otro lado de la moneda de estas muertes es el 'mercadológico': La nueva película de Batman de Christopher Nolan, se convertirá por este hecho seguramente en cinta de culto, lloverán las alabanzas al trabajo de Ledger (por lo poco que he visto en el trailer, se percibe espléndido) y la cinta, por supuesto, liderará las taquillas. No quiero atreverme a pensar en un adelanto de su estreno pues, como dijo un buen amigo, ‘eso sería demasiado morboso’, pero dados los teje-manejes de Hollywood y en especial de la gente que mueve el dinero, esto no me extrañaría en lo más mínimo.



Esperemos pues y mientras que Heath Ledger, descanse en paz.
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16 enero 2008

Ideas para...bloguear


Después de haberme autoexprimido y exhibido públicamente mis más recónditos secretos, inseguridades y anhelos en el post No. 100, se me acabaron las ideas (espero sólo sea temporalmente para escribir). He pues de reconocer, que repasando estos 100 primeros posts, me di cuenta de que ustedes se la viven padre, nomás leyendo…y el que tiene que batallar con la preocupación de qué poner soy yo, el intento de bloguero que tienen por anfitrión…

Así que bajo ese tenor, decidí darle un descansito a la masa cerebral (en lo que también aprovecho para responder antiguos comentarios –que seguramente nadie irá a revisar, pero compromisos son compromisos-) y me dije:

¿Por qué no hacer que mis queridos internautas muevan un poquito los dedos y…me sugieran sobre qué podría yo escribirles?

¡Sea pues! (y de paso verifico si todavía hay almas que se paseen por aquí...¡gulp!)

Ahí les encargo.

04 enero 2008

El héroe olvidado


Para mi sobrino Lalo,
de regalo de Reyes.
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Hoy me ocurrió algo realmente fantástico. Resulta que nos fuimos de paseo con mi hermana, mi cuñado y mi sobrino Lalo. Todo el camino, en el interior del vehículo, mi sobrino estuvo jugando muy animadamente con su nueva adquisición, un regalo que le hizo papá: Spider-man.

Lalo trajo al pobre Spidey de un lado a otro, le salían posiciones de brazos y piernas imposibles así como una voz bastante infantil, volaba sin lanzar su red arácnida y a ratos terminaba en el suelo para ser levantado bruscamente por la pequeña mano de mi sobrino.

Estuve al tanto de esta actividad la mayor parte del tiempo, aunque hubo un instante en el que empecé a percibir mucho silencio. Venía yo tranquilamente viendo por la ventana autos desplazarse rápidamente, árboles que aparecían sin cesar y mucho calor que me provocó un gran bostezo.

Pero percibí el silencio que les platico y alcancé a ver a Spidey siendo sostenido sólo por la punta de los dedos de la mano de mi sobrino. Lalo empezaba a cerrar sus ojos pesadamente lo cuál me hizo sonreír levemente para volver a posar mi mirada hacia el exterior. Me empezó a ocurrir lo mismo, una especie de sueño profundo quería apoderarse de mi y alcancé a cerrar los ojos unos segundos para acto seguido y como por instinto de seguridad, voltear a ver a Lalo tratando de ubicarlo físicamente para poder sumirme plácidamente en mi sueño.

Grande fue mi sorpresa al entreabrir mis ojos y ver al mismísimo Spidey trepar sobre la camisa de Lalo, hincarse y tocar tímidamente con sus grises manos el cuerpo del niño como tratando de despertarlo. Pero Lalo no despertaba y yo empezaba a buscar -procurando no moverme ni hacer ruido-, mi cámara fotográfica en la bolsa del pantalón. Como pude la encendí y tomé la instantánea que adorna este post; “¡¡soy un suertudote!!” pensé.

En esas estaba cuando sentí que alguien me movía al tiempo que una voz me decía: “David, David…ya llegamos ¡despierta!”; con cara de sorpresa inaudita volteo y veo el hermoso rostro de mi hermana como si fuese una desconocida y sólo alcanzo a decir: “está bien, voy…”

Busco extrañado mi cámara todavía en el pantalón, la enciendo y reviso ansiosamente si la foto que había tomado momentos antes, existía. La encuentro, me alegro del extraño acontecimiento y cuando volteo a ver a mi sobrino, me observa sonriendo con una inusual mirada de complicidad. Spidey está -nuevamente- en sus manos.

Hasta aquí, todo iba bien…pensé que al venir a contarles la anécdota sonaría a cuento cliché, pero fue nuevamente Lalo quién desbarató la ilusión. Su guiño final fue debido a que vació en su asiento el refresco que venía tomando y naturalmente me estaba haciendo cómplice para no decir nada a mamá.
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