03 enero 2007

Hace tiempo escribí...


¿Qué me despierta?

Abro los ojos. Mi habitación todavía a obscuras. La envuelve la noche…a lo lejos, escucho una vieja canción.

Me quedo estático.

Volteo y de reojo prendo la lucecita del minúsculo despertador…son las 6:00 de la mañana. Decido quedarme acostado, pero...¿quién pone esas canciones en los amaneceres? Siempre me he preguntado si alguien tiene una bocina en la azotea y decide acompañar todos los días el amanecer poniendo canciones de Leonardo Favio, José Luis Perales ó la ya cotidiana canción Los Caminos de la vida, con no sé que grupo…

Es de verdad inquietante, pues es en esos momentos en los que creo se me presenta una extrema lucidez. Y es que esas viejas canciones, sólo me remiten a tiempos pasados, me inspiran nostalgia y tiendo a pensar en el tiempo, inevitable e irremediablemente.

El tiempo que pasa, las horas, los minutos, los segundos…

Escucho la respiración de alguien a mi lado que duerme plácidamente, pero al final me concentro en algo que comienza a sobresaltarme y… que no quiero pensar. Y escucho nuevamente la canción en la lejanía; muevo mis brazos para acomodar la sábana que me cubre, es tal el silencio en mi recámara que percibo claramente el ruido de mi cama al moverme.

No quiero pensar nada, pero es entonces cuando “bang” comienzan a agolparse en mi mente una serie de pistoletazos mentales que cuando me percato sólo atino a: “Un día más…¿Qué estoy haciendo por vivir?...¿estoy de paso en este mundo?...¿qué es lo que me mueve?...¿es esto la felicidad?"

Pasan los minutos y los primeros albores del amanecer comienzan tímidamente a hacer acto de presencia.

Me incorporo y me siento al borde la cama. Apoyo mis largos brazos en ella mientras cabeceo y suspiro. Entonces -jugarreta de mi mente- me acuerdo de una escena de una película con Bill Murray “Hechizo del tiempo”, y recuerdo que el cuate este se levanta una y otra vez, en un largo día que se repite y repite…todos los días, ¡vaya maldición!

La misma rutina, bañarse, vestirse, peinarse, salir a la oficina, correr…

Más pensamientos mientras sigo sentado sin decidirme a ocupar mi mente en cosas menos angustiantes: ¿será que el motivo de amanecer día con día vivo, es buscar la perfección en mi vida?, ¿buscar la perfección en mi trabajo?, ¿buscar las perfección en mi vida sentimental?...¿ser ó mejor dicho, tratar de ser felíz?

¿A eso se reduce el amanecer?...

¿A eso se reduce mi amanecer?...

Y en todo caso… ¿es eso poco?...¿estoy pensando lo correcto?

En eso estoy cuando de pronto se me ilumina el rostro y se me hace fácil concluir que hoy buscaré ser mejor que ayer, en todos los planos. Al parecer, éste es el motivo de estar aquí. Debo pensarlo así para no seguir con mis dudas. Sólo espero no cambiar de parecer mañana -al amanecer-, si escucho nuevamente como una vieja canción me saca del letargo y me hace tambalear.
Hace tiempo escribí esto y hoy...algunas cosas han cambiado.

10 comentarios:

Miguel Cane dijo...

Davis,

para nuestra buena -- o mala- fortuna, los amaneceres aunque parezcan muy similares, también son el pie para que los días cambien.

No existe una rutina exacta. Siempre hay pequeñas variaciones.

Lo importante, en todo caso, es ver cómo es el día, cuando comienza a atardecer.

O cuando anochece.

Abrazos, cher monsieur.

Anónimo dijo...

David: ¿Sabías que la red es un pañuelo?

Estaba yo visitando al amigo MC, y miré su lista de Vínculos. Al leer "Monsieur David", claro que no hubo dudas... y me vine.

Así que acá estoy, admirando como siempre a los que sí pueden alimentar un blog porque yo no he tenido esa constancia (hay pruebas); pero como me gusta leerlos, vengo de visita.

En este nuevo año, te deseo que "algunas cosas" sigan cambiando para bien, y que la melancolía que te hizo abrir este espacio se vaya diluyendo. Pero que este espacio no lo haga, claro.

Un abrazo
Patricia

Nyman dijo...

Cane,¿que te puedo yo decir? Tan son distintos los amaneceres que hay algunos que los disfruto con especial fruición, expectante por lo que me espera vivir ese día. Otros, como en este caso, de plano que me aterrizan tremendamente. Pero todo es parte del SENTIR, sentirse vivo...un ser pensante con todo lo que conlleva. Y creo que también es padre no clavarse en estas cuestiones, pues dejas de vivir propiamente.

Y mejor ya no le sigo, no vaya yo a cometer una burrada en juego de palabras. La intención es lo que cuenta jaja y creo que se comprende lo que quise decir ja!
Abrazos Canito.

Nyman dijo...

Estimada Penélope, alias Patrifar, llamada Patricia jeje...gracias por estar aquí. Juro que envié correo invitación (lo aclaro porque leo como diste con el sitio y no era así la película), por ahí lo debes tener guardado en alguna de tus cuentas de hotmail. Pero bueno, lo importante es leerte acá y además con gran gusto. Y si, "algunas cosas" han cambiado para bien...checa mi sonrisa en la foto de mi perfil, pero...no me pongan "Los Caminos" de la Vida pues me pongo mal jeje...

Gustazo leerte, en serio...ya nos leeremos en Xcape también.

Anónimo dijo...

¡Újule Herr Neimann! ¿Conque presa de la crisis existencial de los treinta? (y de los cuarenta, y de los cincuenta... etc)

Aquí te van unas respuestas:

¿estoy de paso en este mundo?
¡Por supuesto!

¿es esto la felicidad?
La felicidad es un fenómeno instantáneo y efímero, como la vida de las partículas elementales, que se aniquilan en fracciones de segundo. A veces nos topamos inesperadamente con un paquetito - un quantum - de felicidad, mismo que no debemos dejar escapar. Pero el secreto mejor guardado, es que, al igual que los viejos alquimistas, tenemos el don de la transmutación: podemos convertir algún breve momento de nuestra existencia en un momento feliz.

Por ello, hay que concentrarse en dos cosas: no desperdiciar los quanta de felicidad con los que nos topamos, y tratar de fabricar todos los quanta de felicidad que podamos. Es ocioso y estéril el preguntarse si somos felices. Si tienes que preguntarte si eres feliz, es un síntoma clarísimo de que no lo eres.

Por otra parte, no podría platicarte de mi rutina matutina. Básicamente porque aunque abra yo los ojos a las 6am, mi cerebro no empieza a funcionar sino hasta eso de las nueve, siempre y cuando tenga ya al menos medio litro de café entre pecho y espalda. El noticiero de Carmen Aristegui me despierta en la mañana. Por simple reflejo me salgo de la cama, hago cuarenta minutos de ejercicio, para ver si así me despierto un poco. Y también para evitar el morir por causas endocrinológicas: mi endocrinólogo prometió que me va a matar si en la próxima consulta no llego con el peso y el nivel de triglicéridos que me fijó la cita pasada. A toda carrera, entre mi esposa y tu servilleta, arreglamos a los niños, y me subo al auto con mis retoños, para dejarlos en la escuela. Luego me aviento 60 o 90 minutos manejando a las oficinas del cliente en turno, y ahí trabajo con entusiasmo más que singular hasta las siete, hora en la que parto con el otro cliente a pegarle a la chamba con singular alegría. Llego a mi casa (que por cierto también es la tuya) a eso de las once, o tal vez once y media, para caer rendido como piedra.

Ya se me acabó el tiempo... jejeje.
Saludos,
Filiberto López

Anónimo dijo...

Pues resulta que el mail me llegó hoy, así que quedaste cumplido, pero de ningún modo iba de reproche la cosa. Al contrario, iba de que fue una agradable sorpresa... Se cruzaron pues tu invitación y mi descubrimiento.

Un abrazo, ya ví la sonrisa y me alegro por ella por supuesto.

Patricia (debería firmar PPP, me parece, entre nicks y nombre...)

Roger Cortes Carrillo dijo...

David:
Tus comentarios nos han hecho reflexionar.
Y también preguntarnos si en realidad la vida que estamos disfrutando será toda la felicidad esperada.

Inés y Roger

Nyman dijo...

Fili, está claro que me faltan hijos para no sentirme así jeje y tienes razón también en el hecho de que si existen estas preguntas acerca de la felicidad es porque seguramente no se es. Pero el tip que das es buenísimo y sabio: fabricar los momentos y especialmente cuando se presienta que no se tienen.

Nyman dijo...

Señor Roger, me parece que tanto usted como la señora Inés son felices. Al menos debieran serlo por los hijos que tienen. La familia ha crecido y los momentos que menciona Filiberto, seguramente se han multiplicado con las alegrías que seguramente a diario les producen sus nietos.

Y fíjese, a mi ya me hizo el rato feliz sólo de leerlo aquí, leyéndome.

Saludote hasta Veracruz.

Anónimo dijo...

PUES IGUAL COINCIDO PERO NO LO EXPRESO TAN ARMONIOSAMENTE NI POETICAMENTE BELLO COMO TU

SALUDOS NYMAN