04 noviembre 2010

Y se hizo el Cineclub...


La idea surgió casi al acercarse el final de la Maestría, cuando la mayoría externó que serían cada vez menos las ocasiones que nos encontraríamos. Sugerí entonces que nos reuniéramos a ver películas al menos una vez a la semana y estuvieron de acuerdo. Así nació uno de los proyectos que me tiene entretenido todos los miércoles seleccionando un film que considere importante deban ver, cuidando sólo una condición: que nadie lo haya visto (sólo quien esto les narra). Así, el miércoles 24 de marzo de 2010 inició la odisea de tratar de acercar a mis amigos (una media de 7 personas) al cine interesante, al cine alejado de la taquilla y con más valores artísticos que de dinero; pero sobre todo al Cine de Autor. He enfatizado esa máxima de “El Director es la Estrella” armando pósters-invitación que ante todo llevan el nombre del realizador remarcado.
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Pero… ¿por dónde empezar? Estaba claro que tenía un grupo heterogéneo enfrente y al menos uno de ellos traía un bagaje interesante de películas. Los demás estaban más interesados en ‘la reunión’ que en ver ‘qué se le va a ocurrir proyectarnos a David Guzmán?’. Pero eso no causó mella en mí y me propuse ser riguroso, llevándolos de la mano de films accesibles primero para después ir incrementando el nivel con temáticas u obsesiones más complicadas de asimilar y con ello conseguir que los nombres de los Directores empezaran a retumbar en sus cabecitas creando una referencia de calidad, de temas o estilos de ver la vida y sus obsesiones.
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¡Vaya labor! A la par de ser el organizador principal, de seleccionar entre el montón de películas que tengo tratando –en un inicio- de agradar a todos y que no huyeran despavoridos ante las rarezas que podría seleccionar, de enviar invitaciones por correo, de cazarlos vía telefónica solicitando confirmación, ahora también -por cuestiones técnicas- me encargo de llevar la pantalla, el proyector y hasta el reproductor a la casa elegida…
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Mi pequeño público está formado por profesionales de la Ingeniería, de la Administración, Mercadólogos, Contadores y Financieros; uno de ellos viaja todos los miércoles desde Playa del Carmen a Cancún exclusivamente al Cineclub; un Cineclub que ahora puedo decir, me llena de satisfacción y aunque los pasos que estoy dando con ellos son pequeños (salvo en una ocasión hasta ahorita, soy yo quién provee los títulos), comienzan a aparecer tímidas conversaciones al final de la proyección alrededor de la cinta que se convierten en el postrecito que corona la noche.
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A veces somos pocos, a veces muchos los reunidos; no ha faltado quién dice ‘No quiero pelis de terror, eh?’ u ‘Oye, para la otra tráete una romántica’ o ‘Por qué no vemos alguna de Jennifer Aniston?´ (gulp!) o mi obsesivo amigo de Playa del Carmen que sólo desea ver cosas retorcidas, complejas u obscuras que puedan escandalizar al respetable. A todos he complacido de alguna forma y en su momento, atendiendo lo que piden (a veces bajando el nivel, como lo verán más adelante, también hay que descansar de tanta rigurosidad) pero siempre llevando películas que sé no olvidarán fácilmente y que tienen un mínimo de calidad que provoque una experiencia distinta a la comercial.
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Con este breve antecedente quiero iniciar una serie de posts (etiqueta nueva incluida) que les mostrarán lo que hemos visto, les contaré lo que recuerdo generó el film en su momento y echaré mano de la memoria para rescatar alguna anécdota que haya surgido a propósito de esas proyecciones.
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El primer director elegido fue el británico Mike Leigh, regreso y les cuento.

02 noviembre 2010

8 ideas sueltas sobre Los Cronocrímenes


Para @sabbasbo, por pedirme opinión.
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¿Cómo criticar una película que a todas luces está hecha con más amor al arte que con dinero? Tarea difícil, porque si parto de las buenas intenciones con las que está realizada, la película es casi perfecta y bajo este esquema no hay mucho que señalar o criticar.
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Alabar lo original de su argumento no tendría nada de novedoso dado los premios que el film alcanzó en su corrida por el mundo y posiblemente me metería en problemas con los adeptos a la película de Nacho Vigalondo si señalara sus defectos.
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Pero una charla con Miguel Cane me dio la pauta para intentar al menos comentar lo que podría mejorarse (desde mi humilde punto de vista) de contar con un mayor presupuesto; situación que ya es una realidad derivado del interés de Tom Cruise y Steven Zaillian de hollywoodizar el film español en una nueva versión cuyo estreno se espera para el 2012.

Así que, si el dinero para producirla sobra, ojalá los nuevos realizadores consideren (claro! seguramente me están leyendo) los siguientes detalles nimios susceptibles de revisar:
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1. Los Cronocrímenes (2007) tiene todos los elementos para lograr algo que se llama atmósfera. Sí, esa ‘atmósfera’ que puede marcar la diferencia entre un film y otro aun partiendo de la misma historia. Las tomas en el bosque, ganarían más si la profundidad de campo fuese más amplia. Las imágenes fuera de foco que se observan a través del binocular de Héctor enchinan la piel pero es notorio que el trabajo fotográfico no es precisamente el fuerte de la película, esto supongo derivado ‘del presupuesto’.


La a ratos lograda atmósfera de Los Cronocrímenes

2. El personaje principal, tiene pinta de poder colocarse en la galería de personajes oscuros más icónicos del séptimo arte. Su sola presencia y motivos son el principal gancho del film, después por supuesto, los viajes en el tiempo que siempre resultan atractivos a los seguidores de la ciencia ficción. La degradación del rostro del protagonista proyecta perfectamente la transformación y la ansiedad que experimenta Héctor por “desaparecer” al doble que ocupa su lugar. Hay sin embargo cierta ambigüedad en la emoción del espectador, pues el miedo que genera el ‘enmascarado’ en las secuencias iniciales se diluye cuando nos enteramos de quién es; sin embargo, si partimos de esa evolución de desesperación de la que está siendo presa, podrían conseguir proyectarlo más inquietante.

Héctor (Karra Elejalde)

3. La selección de actores. Es obvio que ante la falta de recursos el director tuvo que entrarle a la actuación y Vigalondo podrá ser un talento comprobado como creador/realizador pero ‘actor’ no es. Su actuación es acartonada, sin matices y uno siente que se está viendo un trabajo de tésis. A la par de esto, siento que le hace falta una afinada al guión, hay ciertas incongruencias en la actitud de los personajes; por ejemplo: el exceso de confianza de la chica en bicicleta (Bárbara Goenaga) ante los “extraños” con los que se topa, no suena lógica. Mayores elementos narrativos tendrían que contemplarse para lograr que ella ‘haga’ lo que debe en la historia sin que pensemos: “¿quién hace eso en su sano juicio?”
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4. Parte de los méritos que los fans del film le encuentran es que con poco dinero y mucho ingenio, la máquina del tiempo que vemos en pantalla cumple su cometido. Yo en cambio, desearía que en el remake que ya se prepara, la composición sea más sofisticada y las instalaciones científicas menos accesibles o con mayor misterio; todo con miras a que no se sienta una peli de serie B como en ciertos momentos percibí.

5. Todos los hilos, acertijos, bucles y misterios de la historia de alguna forma nos son resueltos, excepto uno: ¿cómo se genera el Héctor del primer viaje en el tiempo que nunca vemos? El film inicia con uno que ya está en el bosque atemorizando a una chica y otro que lo observa. Esta suerte de círculo sin fin, debe tener un inicio y no es precisamente con el que lo hace el film.

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6. Más lana para reclutar a un buen compositor que elabore una banda sonora ad hoc y no se note lo precario que sí escuché en algunas secuencias. Consiguiendo al idóneo, la película puede tomar un aire de superioridad que marque la diferencia.

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7. Que Tom Cruise no tome el papel principal y que se quede atrás poniendo el dinero. Ya antes desgració Abre los Ojos de Alejandro Amenábar cuando Cameron Crowe la refriteó con el título de Vanilla Sky. Está claro que al ex de la Kidman le gusta el cine español pero hay cosas que se deben enaltecer y una es el inteligente guión de Vigalondo.

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8. Que Los Cronocrímenes conserve su título original o Timecrimes, que a mi me encanta. Algún día un ser superior juzgará al osado que en México tituló esta obra como “Rewind” (en clara alusión a REC de Jaumé Balagueró), que no hace más que entorpecer su identificación en las tiendas y videoclubes.

Los Cronocrímenes (a.k.a Rewind)

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Sea pues, que Los Cronocrímenes alcance un nivel superior en la re-hechura; la historia se lo merece y estoy seguro que los fans de esta obra, así como Héctor -el protagonista de esta insólita película-, se multiplicarán.

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...soñar no cuesta nada.

25 octubre 2010

Los defectos de Actividad Paranormal 2


Está claro que el cine se rompe en gustos y este post no pretende convencerlos de que los míos deban seguirse como Biblia. Si acaso es presentarles un punto de vista que a la larga deberá asignársele su dosis de escepticismo y que en el mejor de los casos podría verse como una opción o mera opinión adicional de la que se puede echar mano para complementar un visionado.

Esto viene a colación porque en días pasados, Paxton -un cuate que tengo en alto grado de confianza por su amplio bagaje de Cine- depositó grandes cantidades de alabanzas a la cinta que nos ocupa. Conservadoramente, al notarme interesado en ver el film derivado de sus apreciaciones, concluyó diciéndome “Yo no recomiendo películas, si la ves es bajo tu propio riesgo”

Y así lo hice.

Al terminar de ver Actividad Paranormal 2 empecé a twittear que la cinta no me había gustado y que al menos un par de ocasiones estuve a un paso de salirme de la sala, cosa que no hice por una extraña costumbre que tengo de “respeto” al séptimo arte en general, chutándome cada bodrio –no necesariamente digo que éste lo sea- hasta sus últimas consecuencias y últimos minutos casi como una manda.
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Ante mi comentario, Paxton me pidió que al menos señalara los errores que había encontrado; las virtudes -que sí tiene, lo acepto aunque no siento que al grado que él señala- las pueden leer ampliamente en su texto; de mi parte intentaré plasmar un poco lo malo que encontré para no redundar:
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  • Perdí la cuenta de los minutos que NO PASA NADA en el film. Es peligrosísimo jugar con la paciencia del espectador, corres el riesgo de perderlo o que minimice su interés. Revisé mi reloj al menos tres veces y creo que es hasta la hora cuando empiezan las ‘señales de vida’. La sensación que experimenté es más una ansiedad de hartazgo que de nervio porque la entidad maligna se manifestara de una buena vez.
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  • Hay algo en el “falso documental” que están intentando venderme y que no me deja del todo convencido. Jamás me creí que estaba basado en hechos reales como intentaron hacerlo. ¿Falta de congruencia? La sensación es de “la gente ya sabe que esto es falso, así que no es necesario tratar de hacérselos creíble con más datos”. Craso error, hay que llevar la mentira a niveles donde la duda no encuentre cabida y especialmente por el formato elegido para contarnos esto. Casi salía del cine cuando medio leí lo que sucedió con el nene y la tía; simplemente me perdieron como espectador.

  • Es estúpido el comportamiento de los personajes. No es posible que ante tantas anécdotas y detalles ocurridos en todas esas noches NADIE revise enseguida lo que está aconteciendo y verificar las grabaciones de las cámaras de seguridad, y aunque hay momentos que lo hacen, esto ocurre totalmente a destiempo. Que alguien me explique si este es un artificio para provocar intencionalmente la duración de la película porque casi no me doy cuenta.
    ¿Qué se le cerró la puerta a la niña y ella alega que es un demonio y no le creen? Acceso de inmediato a la grabación y nos evitamos el pancho que se armó. ¿Qué la mamá está catatónica y nadie sabe por qué? Acceso a la grabación que se está pagando y vemos que ocurrió, pero duh! esto NO ocurre de inmediato, estimados lectores.

  • ¿Qué es esto? ¿Poseídos con Denzel Washington? , dejando de lado la forma del “traspaso”, ¿esa posesión “sutil” se vuelve violenta -al grado de matar- cuando está en el cuerpo de la hermana de la protagonista pero con Kristi no?
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  • Tampoco les creí todo el cuento del pacto con el demonio ancestral y la pobre verborrea del primogénito, motivo por el cual la entidad se quiere llevar al pequeño. Desconozco si era necesario ver la parte 1 para comprenderlo pero en lo personal este argumento lo compro en una película de Sam Raimi (por ejemplo), no en una que se maneja como –falso- documental ubicado en la época actual.
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  • La sensación permanente de “esto ya lo ví” está presente todo el tiempo: desde el estilo de La Bruja de Blair, el jueguito de la ouija para contactar al ente, la investigación en google de pactos demoniacos con precio de por medio, los ataques tipo Barbara Hershey en The Entity (al menos ahí eran más gráficos) y hasta el escéptico que echa a perder la paciencia del espectador.
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Hay pues problemas de coherencia en todo el entramado. Me ofrecen una historia con tintes reales pero el patinazo sobreviene con la actitud idiota de los involucrados y las leyendas urbanas que adolecen de fuerza argumental en pantalla (aún tratándose de una reconstrucción de grabaciones) de los familiares de la protagonista. Repito, cerca de una hora sin ver nada relevante.

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Más allá de todo esto y aludiendo a una frase que mi amigo y mentor Paco Peña alguna vez me dijo: “uno no va por la vida siempre justificando porqué le gustan o no las cosas” la sensación casi inconsciente de “damn, quiero salirme de la sala” (y no precisamente por miedo) hizo acto de presencia y ante ella, no hay mucho para donde hacerse, justificada o no.
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Así que parafraseando al buen Paxton, véanla bajo su propio riesgo y si por primera vez coinciden con Roger Ebert, no se sientan culpables o disminuidos intelectualmente.

24 octubre 2010

Pequeña obra maestra: Kick Ass

Para mi amigo Rodrigo

Sonrío mientras intento recordar lo que me atrapó de Kick Ass. La frase publicitaria debería ser “También en el entretenimiento hay obras maestras…ésta es una” y es que cuando se entra a ver Kick Ass uno va con la idea de eso, de ver una película palomera, dominguera, que te saque del tedio y de las preocupaciones y casi te has concientizado de que vas expresamente a tirar el dinero, pero no y en ese sentido el film funciona perfecto cuando estás con ganas de ver algo distinto al cine de arte o cualquier preocupación metafísica fumada por los directores de culto de cualquiera de nosotros.


Y es que hasta antes de ver esta cinta de Matthew Vaughn yo tenía muy bien catalogado lo que veía: las pelis de arte y todo lo demás, así de sencillo. Obviamente el cine de arte es fácilmente delimitable pues las obras que encajan ahí no brillan precisamente por su cantidad, pero en el cine de entretenimiento -la otra clasificación- entra de todo: desde Adam Sandler, magos y hechiceros Potterianos, los Transformers y ¿por qué no decirlo? algunas bazofias que firman directores de culto con actores reconocidos.

Kick Ass entra en este segundo apartado, pero ya me doy cuenta que ‘hay niveles’. Es una obra que no firmaría Sergio Leone, Tarantino o Luc Besson (en sus mejores tiempos) pero que sorpresivamente se nutre magníficamente de las ideas de todos ellos. Y es que a Kick Ass, que es entretenimiento puro, su director se la ha tomado tan en serio, que termina dándole a su película aires de rigurosidad que difícilmente se pueden ver en los blockbusters veraniegos.


Todo empieza con Dave Lizewski, un estudiante de prepa aficionado a los cómics que se pregunta por qué no existe realmente un superhéroe (aun sin súper poderes) que haga el bien a la humanidad. Ante semejante vacío y con más ánimo que capacidad y fuerza, decide comprarse un traje, elegir su nombre y empezar a librar a la ciudad de cuánto malandro se encuentre haciendo de las suyas y las carcajadas, como es de esperarse cuando se planta en la calle, no se hacen esperar.

A la par de él, otra historia se ejecuta: la de Big Daddy (encarnado por un espléndido Nicholas Cage) y la maravillosa Hit Girl, una pequeña de 11 años entrenada por su padre para matar. Chloe Moretz, actricita que antes vimos en 500 días con Ella, se roba la película aún cuando muchos encontrarán reprobable ver que una niña asesine con tal maestría y lujo de violencia en su afán de venganza. Ella es simplemente fantástica.


Es obvio que hay inconsistencias de forma en la cinta; los más rigurosos le encontrarán muchas, de entrada el cambio de tono inicial pues partimos de la idea de que no hay súper poderes o habilidades extraordinarias, sin embargo algunas coreografías realizadas por Moretz hacia la segunda parte del film, serían fácilmente envidiadas por el mismísimo Batman o algún otro héroe de cómic. Pero más allá de eso, el deleite y placer en su estado puro, llegan de la mano de esta pequeña y cuando el director se toma todo tan en serio uno termina boquiabierto ante las múltiples referencias cinematográficas que es posible detectar con alusiones a Nikita, Kill Bill, remembranzas a famosas secuencias con visión nocturna (El Silencio de los Inocentes) en la escena climática y para cereza del pastel, Ennio Morricone dando el toque con su legendaria música.



Basada en un exitoso cómic de Mark Millar (la tragedia familiar de Big Daddy narrada en flashback da cuenta de ello), con actuaciones convincentes y efectos visuales ingeniosos, Kick Ass sobresale en la cartelera como una estupenda opción de diversión de gran nivel. Casi olvido decir que el soundtrack es inmejorable pero sin duda, la sensación de que el cine todavía puede ofrecernos sorpresas agradables, es mucho mejor. Corran a verla sin niños, que es diversión garantizada sólo para adultos.

30 marzo 2010

'Te doy mis Ojos' de Icíar Bollaín


A Nancy, ella sabe por qué.

Hay ciertos temas a los que siempre rehuyo en el Cine, tal vez bajo la nada oculta intención de no sufrir con situaciones que seguramente veo de forma repetida en las noticias o incluso entre mis allegados. Situaciones en las que la realidad supera a la ficción, sin duda. Y uno de los temas que particularmente rehuyo es ver el maltrato hacia los indefensos, sean niños o mujeres.
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Es el caso de 'Te doy mis ojos', película española de 2003 dirigida con rigor pero también con sensibilidad por Icíar Bollaín, una directora y actriz que traía un par de largometrajes bajo el brazo (actualmente dirige a Gael García Bernal en su nuevo film) pero siendo sin duda éste el que la dio a conocer internacionalmente. La premisa, sencilla en su anécdota pero con tratamiento interesante trata sobre Pilar, una mujer que una noche decide abandonar con su hijo, a su esposo Antonio. No sabemos los motivos, pero algo anda mal donde decide irse sin revisar siquiera el calzado que lleva puesto. Pilar acude al apoyo de su hermana, una restauradora de arte próxima a casarse que la recibe inquieta, pues desconoce lo que ocurre. La causa es develada posteriormente: Antonio es violento y tiene a Pilar atrapada en una especie de montaña rusa de celos, deseo, golpes y dependencia.
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El mosaico de situaciones está servido y uno pensaría que todo el asunto tiene tintes casi didácticos pues aparecen todas las aristas que uno desearía tener para estudiar una conducta así: por un lado, el enojo de la hermana que no tolera ver el maltrato que sufre Pilar; en otro el pequeño, que empieza a generar miedo ante su padre al verlo estallar en esas crisis; la madre de Pilar como presencia de las costumbres y tradiciones ‘la mujer tiene que estar siempre al lado del esposo’ etc.; en otra arista, toda la preparación de una boda que nos recuerda lo bonito que puede ser el inicio de una vida en pareja; por supuesto Antonio, que ha empezado a buscar ayuda asistiendo a terapia grupal entendiendo lentamente el daño que provoca y por último, la parte más afectada: Pilar misma, padeciendo el terror que le infunde su esposo cuando la violencia se apodera de él. Especial atención a ella, a Pilar pues no carece de culpa en la maraña (si de buscar culpables se tratara), su actitud es la de una mujer que parece no quererse a sí misma, aunque su miedo no le permite percatarse de ello.
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Hay que tener capacidad narrativa para lograr que lo planteado, no nos suene a lección moralina y Bollaín lo logra de forma sobresaliente. Me gusta mucho la forma en que la directora aborda el tema, consigue proyectarle vitalidad y fuerza sin trampas ni sentimentalismos baratos. En este tenor se agradece que la tonalidad del film no sea explícita gráficamente y que el punto medular de la cinta sea que estamos asistiendo a un periodo de reconstrucción en la relación de este par, no a una fotografía prolongada de la crisis; sin embargo, con un par de secuencias clave lo suficientemente poderosas podemos entender el problema en toda su magnitud sin recurrir al flashback: la co-dependencia, la baja autoestima y la violencia como ejes de toda la narración y en el centro, la labor actoral de una exquisita Laia Marull (tiene años que no veía una actuación tan plena de matices, tan vívida y real) como Pilar y de Luis Tosar (brillante como el frustrado e inseguro esposo) como contraparte. No está de más repetirlo: el trabajo de Laia excede cualquier expectativa, ver sus ojos, el terror que expresa con su cuerpo y manos, deja afectado a cualquiera.
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Ahí está ‘Te doy mis Ojos’ para concederle la oportunidad de ser vista, al menos (y sin querer caer en lección moralina), para recordarnos las trampas del amor o como mencioné alguna vez, los falsos rostros de él.
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08 marzo 2010

‘La Dulce Vida’ de Mike Leigh


Llevo muchas horas pensando en Happy-Go-Lucky de Mike Leigh. No dejo de pensar, con cierta ironía y gracia que cuando empecé a verla, sentí que me habían timado y que la cosa no era para tanto. Y es que ‘La Dulce Vida’ (el título en español) empieza sencillita, sencillita. Uno no se percata de la fuerza del mensaje, simplemente te dedicas a ver las correrías de la protagonista, Poppy (una deslumbrante Sally Hawkins) una maestra de primaria que tiene una peculiar forma de comportarse y que nada parece hacerla enojar encontrando motivo de risa hasta en el robo de su bicicleta. Su desparpajo o relajamiento es tal que uno termina a ratos confundido con esa personalidad y no sabes si detestarla o quererla, pues su conducta se sale de todo lo normal, pareciendo a veces que la cordura no es precisamente una de sus cualidades.
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Es obvio que a su edad (30 años), le han sucedido cosas que pudieran haber minado su forma de ser. El film de hecho parece un extracto de su vida, un periodo corto que se nos muestra en donde vemos que la gente a su alrededor tiene problemas, que tiene actitudes que a nosotros ‘los mortales’ nos son cotidianas. Soltera y sin prospecto en puerta, con un empleo ‘modesto’ y con dinero que seguramente no sobra, Puppy pudiese tener razones suficientes como para guardar una actitud tal vez menos optimista de la vida, pero es todo lo contrario.
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Su vida transcurre entre los niños de la escuela y sus idas a los bares (la borrachera inicial es de antología), las conversaciones con Zoe -su rommie- y sus clases -hilarantes- de flamenco; pero será en sus lecciones de manejo y con su instructor (un amargado que parece no soportar ni su trabajo) con quién se pondrá a prueba toda su personalidad y actitud ante la vida.
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Así es Happy-Go-Lucky, se te va metiendo poco a poco y te vas dando cuenta que a pesar de su apariencia, es una cinta profunda. No hay nada más placentero y gratificante que adivinar las respuestas de un personaje como el de ella. Y no es adivinar como quién sabe lo ‘predecible’ de un cliché. Se trata de haber entendido la psicología con la que fue bordado un personaje, entenderlo y conocerlo. Sally Hawkins hace crecer a Poppy sutilmente y ese crecimiento es tal que conforme avanza el metraje uno puede prácticamente ver a esta chica más bella que al inicio; belleza -en todos sentidos- que por supuesto rinde sus frutos para beneplácito de los que también desean acabar con sensación agradable al ver un film de esta naturaleza.
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Poppy elige ser feliz y percatarnos de ello crea el momento más iluminador de la película de Leigh y el que me tiene todavía pensando, como autómata, sobre la facilidad de lograrlo aunque los vientos soplen en contra y existan personas que simplemente no te quieran ver así.
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01 marzo 2010

'Euforia' de Iván Vyrypaev


De inicio tuve que poner 'pausa'. Me incorporé en mi cama y prendí la computadora casi al filo de la medianoche porque sentí que las ideas se me iban a escapar si no las plasmaba con rapidez. Apenas el minuto 24 y me siento extasiado por lo que he visto. Se trata de EUFORIA, del director ruso Iván Vyrypaev. Jamás había oído hablar de ella; la encontré en un estante de la conocida tienda de discos con logo metálico y me llamó la atención por el póster que la ilustra. Un par de rostros casi fantasmales tendidos en la arena -con rictus de placer culpable- y un poco de investigación en la red, hicieron el resto.

De primera impresión, la banda sonora consigue darle un aire peculiar al film. Tomas aéreas que quitan el aliento y que el director utiliza magistralmente para marcar tiempos con fundidos contínuos que consiguen proyectar una atmósfera de locura en una estepa siberiana que parece no tener fin. Caminos bifurcados con una cámara panorámica que avanza frenética hacia la nada pero que en su inesperado regreso nos planta en escena a los pocos personajes que pueblan la historia de una forma por demás original.
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¿Cómo luchar contra esa euforia que produce el enamoramiento? la euforia que supone además una mujer prohibida y es que los protagonistas no saben que hacer con la emoción desconocida que los embarga. Apenas es posible escuchar frases sueltas que intentan darnos idea de lo que ocurre a este par de inexpertos amorosos con preguntas como "¿por qué me miraste aquella noche?" sin que existan respuestas contundentes, mostrando un fundido que mas tarde, ambos se consumen en silencio. ¿Qué hacer cuando la euforia te ciega dejando en segundo plano todo lo que eras y hacías?
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Un ambiente enrarecido: una desconocida sentada al borde del camino con rostro de satisfacción por su reciente dosis sexual con un hombre infiel; el sonido de las moscas y un perro que destroza los dedos de una niña, son sólo las viñetas que parecen danzar alrededor de los enamorados enloqueciendo la espera de un tiempo que se antoja lento y que está enmarcado por atardeceres rojizos como preámbulo de alguna tragedia que se anuncia ocurrirá.
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Ese cine ruso, lleno de simbolismos que recuerda fácilmente algunas obras de Tarkovski; a ratos percibimos el ensamblado teatral del que no puede abstraerse pareciendo éste el punto más débil del film que sin embargo logra salir avante por la belleza visual que se plasma en cada fotograma y por la fuerza de la narrativa elegida por Vyrypaev: gran economía de diálogos pero con un tratamiento de la imagen que nada le pide a las palabras para lograr transmitir los tormentosos sentimientos que anidan en los personajes principales.
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Para los que quieran un referente de la poesía visual que podrían encontrar, tal vez les sugeriría remitirse a lo logrado por Carlos Reygadas en ‘Luz Silenciosa’, verán algo de la tragedia que permea a ‘Elvira Madigan’ (film sueco de Bo Widerberg con el que ‘Euforia’ guarda más puntos de contacto de los que uno esperaría) o mejor aún, un cierto aire de la atmósfera lograda por el también ruso Elem Klimov con su ‘Ven y Mira’, proporciones y temáticas debidamente guardadas.
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'Euforia' es una extraña alegoría de esos viejos conocidos Romeo y Julieta con una nota musical inquietante y que provee al film de personalidad y atmósfera generando que el interés nunca se pierda. A ratos sorprende la rigurosidad técnica del novel director aunque hacia al final subyace la conocida sensación de que el ejercicio podría haber sido más profundo de lo que resultó; aún con ello el film es conmovedor y de manufactura notable; hay que verlo.
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11 febrero 2010

Regresando del mismísimo infierno










Mi vida ha dado un giro trascendental. Ocurrió algo en ella en el mes de enero y lo que llevo de febrero que ha modificado sustancialmente mi forma de ser, principalmente en lo laboral. He librado una batalla, cruenta, desgastante y que ha movido toda mi estructura emocional y espiritual. He llorado, he sacado fuerza donde nunca creí tener obligándome a replantearme muchas cosas.

Y nadie mejor que Gandalf en esta secuencia para ilustrar lo que he pasado. Bendito Dios, aprendemos de estas experiencias. Hoy puedo decir que estoy regresando del mismísimo infierno.
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Dios existe. Créanme.

Ya les contaré.
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07 enero 2010

Regaderazo Prodigioso Vol. 2

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Veo felizmente que el padre de Mafalda tiene las mismas preocupaciones que yo jajaja. Esta imagen debió adornar el post que relataba mi 'crisis' de los 30 pues no puede ser mas ad hoc para todo lo que les comenté en su momento. Y créanme, las respuestas plasmadas ahí por ustedes, las he compartido muchas veces con amistades que padecen estos 'violentos, preocupantes y acongojantes' pensamientos con espléndidos resultados. Gracias por ello.
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Puedo pues descansar tranquilo, mis pesares son universales.
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02 enero 2010

Hoy me sentí un nómada

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Me despedí de mi hermana en el aeropuerto diciéndole que me encanta su familia, que la quiero y que cuenta conmigo. Es la primera vez que se lo digo con tal apasionamiento que se me quebró la voz y se me hizo un nudo en la garganta. El tiempo pasa y ya no me es posible verla con la frecuencia de antes. Si bien me va, esto sucederá cada año, pero el tiempo, insisto, continúa pasando y ¿por qué no decirlo? haciendo mella en nosotros, empezando por el físico que ya no es el de antes pues por mínimo que sea el cambio, tener 37 y ella 36 por supuesto que en algo nos afecta.

Pero me sentí nómada porque dentro de todo me sentí solo. Un simple observador que ve como la vida brota y toma curso a su alrededor, con su familia, como mirando algo que me fue negado o tal vez que me he autoimpuesto estúpidamente: una suerte de soledad de la que he dotado a mi vida y que me condena (a veces pienso que como un vampiro) a ser, repito, un observador pasivo de eventos, personas y sus lazos.
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La abracé muy fuerte en la despedida y mientras caminaba hacia la sala de espera, rogué por ser notado, rogué porque alguien me viera y que tuviera el ánimo y ganas de acercárseme para darse cuenta que soy un ser extraordinario y con una necesidad imperiosa de amar y ser amado.
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Pero nada de eso sucede.
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La gente a mi alrededor abraza a su familia, niños jugando videojuegos, un joven que duerme plácidamente como si no le importara perder el avión, pero dentro de todo, vida, mucha vida y compañías.
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Y volteo a ver el teclado y por primera vez me siento un limosnero de amor, por cursi, triste y exagerado que se escuche.
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Y mientras pienso en el cada vez más lejano “ya llegará” trato de hacer planes de regreso a la escuela, al trabajo, a casa y posiblemente pensar en el nuevo viaje que haré en fechas santas, sólo para sentirme de nuevo el nómada entre personas que me quieren y de las que me despediré llegado el momento.
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Creo que si me concientizo de esta forma de vida, tal vez no me duela tanto…como ahorita. Debo hacerlo. Tengo que...
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Mientras tanto, el maldito nudo en la garganta no se va (malditas fechas).