30 noviembre 2007

Verdaderamente Irresistible

Caminando en un centro comercial, mi amigo me decía:
"Ve como está llena la plaza, mucha gente comprando"
"Es la época… ¡a gastar se ha dicho!" –contesté.
En esas iba cuando al entrar a un Sanborns en el área de perfumería me encontré de frente con una mujer. A lo lejos, como entre sueños, escuchaba a mi amigo que me llamaba: “Es por acá, David”
No hice caso.
Creo que sólo alcance a balbucear y decir: “ajá”
Ahí estaba ella, rodeada de gente.
Peinadores, maquillistas…
Sobre una cama…
Dios, era hermosa.
Rodeada de luces y un fotógrafo capturando su extraordinaria belleza.
Me quedé en shock, aturdido y con semblante de extrañeza sorpresiva.
De esas veces que pareciera te sacan la masa cerebral y te quedas como estúpido observando.
Un ángel se había estacionado momentáneamente en la tierra.
Una elfa, tal vez.
Maravíllense conmigo y aplaudámosle como todos al final.
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20 noviembre 2007

Mi nueva casa

Cambiar de casa puede significar muchas cosas. En mi caso, prácticamente es en la misma ciudad. Será mi primera casa. Y como decía en un post antiguo, creo que será la única. Pero digo que puede significar muchas cosas porque implica de entrada, un cambio de aires, de ambiente, de vecinos, amaneceres distintos. Para muchos representa alegría, yo todavía ando con sentimientos encontrados. Por un lado con la adquisición, logro cuajar un sueño de mi adolescencia: tener mi propia casa, por el otro, es endeudarme por un espacio de 25 años de mi vida.

El departamento (pequeño) que habito actualmente me es suficiente, aunque a ratos el poco espacio me agobia. Y es que sueño con tener un jardín, un lugar para dejar la bicicleta, recámaras para que las visitas y amistades se puedan instalar cómodamente sin tener que sufrir metiendo a toda la tribu en un solo cuarto ó dormir en el piso, en el peor de los casos. Sueño con tener una cocina grande y que la luz del día inunde todos los rincones.

Como alguna vez comenté, seguramente será la casa en la que pasaré mi vejez…una vejez que se antoja solitaria ó tal vez, si bien me va, en compañía de mi madre ó alguna de mis hermanas. Me inquieta mi futuro en la nueva casa. Me inquieta el dinero que representa y los años por venir en los que prácticamente estaré restringido con muchas cosas que me gusta comprar actualmente.

Alguien (mera anécdota) me aconsejó empezar a ver lo de un testamento; idea que en otros tiempos me hubiese parecido descabellada pero que ahorita, aún con mi juventud (ver post de la década prodigiosa) si siento ya como algo que debo hacer en poco tiempo. Por supuesto, el ganón será Sebastián, mi sobrino…el más pequeño de mis sobrinos y el que en esa circunstancia es el más indefenso.

Ah sí, pero estoy metiéndome a caminos insospechados y realmente la intención del post es platicarles de mi nueva casa; así que si me lo permiten, igual les interesa lo que voy a contarles:
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La compré en preventa. Es decir, viendo sólo un cuadrito en un gran mapa. El fraccionamiento se llama “Villas del Arte” (dar clic para el website) y cuando me eché la soga al cuello tenía un precio aproximado de 890 mil pesos. El modelo (existen 6) se llama Gaudí y todas las casas tienen un estilo minimalista. Todo el concepto del fraccionamiento apunta eso, al “arte” y lo que se entienda por él. Contará con bellos jardínes (en un inicio nos dijeron que habría hasta esculturas adornándolos, espero lo cumplan), ciclopista, un pequeño centro comercial y está definido como un fraccionamiento semiprivado. Mi casa tiene 3 recámaras, un cuarto de servicio, cocina, 3 y medio baños, una sala de TV, un mini estudio, sala, comedor. La recámara principal tiene balcón a la calle y un gran clóset.

Hace como 20 días firmé el contrato de compraventa y me aseguraron que en un mes me la entregaban. Sin embargo, hace como un mes fui a ver el esqueleto y lo que llevan de construcción. No tenía la mínima idea de donde estaba físicamente el lote que compré (imagínense) y esto fue lo que me encontré:
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Sinceramente, dudo que me la entreguen en un mes y no me preocupa. Ahorita estoy más preocupado por ver de donde saldrán las mensualidades, el dinero para amueblarla y para garantizar la seguridad de puertas, ventanas y jardín. Además, como estrategia, he pensado en rentar mi actual departamento y apoyarme también con algún incremento salarial que espero con los dedos cruzados. Es obvio que disminuirá la compra de DVDs, Cds, viajes de fin de semana y regalitos al por mayor. Not anymore.

Pero bueno, pasado el shock inicial de ver el avance que llevan, conservo las expectativas de que lo que me entregarán será algo parecido a esto:
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Bonita ¿no? A ver qué ocurre. Ya les contaré como toman forma mis nuevos sueños viviendo ahí, pero seguramente eso será por marzo del año entrante.
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06 noviembre 2007

Mi década prodigiosa: Los 30's

Hay días que se antojan para reflexionar. Hay días en los que al leer lo que otros escriben, nos dejan una sensación de intranquilidad. Hay días en los que no sabes si estás enamorado ó detestas irremediablemente. Hay días en los que sientes no te valoran. Hay días en los que hay que tomar decisiones y mandar todo al carajo. Hay días que no quisiéramos sucedieran. Hay días en los que tienes que evolucionar o reinventarte. Hay días en los que sólo quieres ser felíz.

Bajo este orden de ideas y viendo la película mexicana “Efectos Secundarios” que no me agradó más que por su mensaje final, no pude evitar sentirme tan involucrado con lo que ese pensamiento decía. Me sentí retratado y al mismo tiempo empecé a ponerme escéptico sobre cada línea pues de alguna forma quién las escribió puede o no tener razón en lo que señala aunque si lo pienso bien mi escepticismo puede obedecer a una caparazón que mi forma de ser se fabricó en ese instante.

Pero no puedo dejar de reconocer que me sacudió y por ello, se me antoja que hoy es pues un día para reflexionar. Chequen dato y súbanle volumen por favor que el audio está muy chirris (ah! y bájenle al TuneFeed):
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04 noviembre 2007

Cine para el Día de Muertos: “El Vampiro”


Para mi amigo Felipe,
de ‘regalo de cumple’
quién curiosamente

nació en Día de Muertos.

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Hay una imagen recurrente que tengo de mi niñez: a la hora de dormir, me arropaba completamente cubriendo en especial mi cuello pues soñaba frecuentemente que un personaje de inmensa capa negra, mirada penetrante y grandes colmillos, me iba a morder extrayéndome toda la sangre y eso me llenaba de mucho temor. Recuerdo también, que empecé a tener estas pesadillas y ‘cuidados especiales’ a raíz de haber visto en la tele una película donde este ser de la noche tenía asolados a los pobladores de una región y que como en un sueño tenebroso, la zona permanecía envuelta en una espesa niebla e inquietante oscuridad.

La atmósfera

Años más tarde, supe que el actor que encarnaba al ser que me atormentaba en mis pesadillas se llamaba Germán Robles; que la película que me marcó la dirigió Fernando Méndez y que se trata de una reelaboración muy ‘a la mexicana’ del Drácula de Bram Stoker. Para mi sorpresa, y habiendo pasado al menos 2 décadas de haberla visto por última vez, me encuentro con que ha sido re-lanzada en DVD, remasterizada y con extras muy atractivos que dan cuenta de un inusual culto del que goza la cinta especialmente en países europeos. No puedo negar la emoción que me generó ver en los estantes aquella vieja película que me espantó tanto cuando niño, por lo que no pude resistirme a verla nuevamente y estar dispuesto a recordar sensaciones hoy prácticamente en el olvido.


Germán Robles

Y me encuentro con algo que pocas cintas logran transmitir y cuyo éxito de público casi se asegura si la plasman: atmósfera, ¡ahh que buena atmósfera tiene “El Vampiro”! La película filmada –naturalmente- en blanco y negro en 1957, goza de un despliegue visual que pocas veces he visto en cine de ese género y menos (sin menospreciar) en el cine mexicano. Neblina, mucha neblina que se esparce por doquier y que logra realzar y dar coherencia a las figuras del conde Lavud/Duval, encarnado por Robles y al de la nueva vampira: la enigmática -y a ratos siniestra- Carmen Montejo.


Carmen Montejo

Con el personaje de la Montejo, Fernando Méndez (el director) se da ‘visualmente’ vuelo. Enfundada en un largo y bello vestido negro, aparece y desaparece ó camina envuelta en niebla y con un viento que le confiere una imagen de misterio hipnotizante. La Montejo es tía del personaje de Ariadna Welter (Marta), una hermosa joven que regresa a la ahora descuidada hacienda llamada ‘Los Sicomoros’ y en la que vivió prácticamente durante su niñez. Su regreso obedece a la agonía que padece una segunda tía llamada María Teresa (Alicia Montoya), quien diagnosticada como esquizofrénica es enterrada viva (eso lo sabremos después) por su hermano y la gente del pueblo en una procesión que ciertamente retrata de manera fiel la tradición tal como se estilaba en esas épocas en México.

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El juego de luces y sombras que Méndez realiza sobre la figura de Germán Robles es sencillamente fabuloso. Los emplazamientos de cámara, los grandes planos, close ups que enfatizan la siniestra mirada del vampiro y una acertada iluminación (gran trabajo fotográfico de Rosalío Solano) dotan de especial profundidad tanto a personajes como a escenarios; particularmente éstos últimos que incluyen pasajes subterráneos, densos bosques y una hacienda con tintes góticos que envidiaría cualquier producción hollywoodense de la época; todos son elementos que realzan una trama bien elaborada, coherente y entretenida que únicamente se ve (a ratos) perjudicada por los hilos que se logran advertir del murciélago que sobrevuela la hacienda y por el personaje (para muchos fuera de contexto) de Abel Salazar, un ‘simpático’ médico que ha llegado casualmente con Marta (encubierto como agente viajero) a los Sicomoros tratando de confirmar la locura que supuestamente padece la tía María Teresa. Esta última parece regresar del más allá a combatir a la dupla de vampiros junto al escéptico, mujeriego e 'incipiente Sherlock Holmes', el Dr. Enrique (Salazar) que ha descubierto el hilo de la historia de los antepasados de Duval en registros de un viejo libro que cae misteriosamente de un estante en donde vienen plasmados los antecedentes de la muerte de otro vampiro ocurrida 100 años atrás.


Alicia Montoya


Efectos visuales ingeniosos: libreros que ocultan pasadizos secretos ó espejos que no reflejan a los vampiros -pero si a los objetos que tocan-, todos los (ahora) clichés del género están presentes: matar al vampiro con una estaca clavada en el pecho, el temor a la luz del sol y a los crucifijos, la extraña sensualidad inherente a estos seres, los dedos del maligno sobresaliendo del ataúd cuando despierta ¡y por supuesto!, una música inusualmente perfecta compuesta por un prolífico compositor mexicano llamado Gustavo Carrión cuya banda sonora me recuerda insistentemente y para mi sorpresa, la que realizó el polaco Wojciech Kilar para el Drácula pero de Coppola.


Sí, sí… una verdadera sorpresa reencontrarme con éste clásico de culto que por su enorme éxito, hizo obligatoria la secuela “El Ataúd del Vampiro” con el mismo equipo de producción y realizada prácticamente al año siguiente. Ambas películas vienen incluídas en esta edición de lujo realizada por Casa Negra y aunque no me pagan un peso por publicidad, en serio la recomiendo ampliamente.
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‘El Vampiro’ es pues la película que sembró en mí el gusto por éste género y hoy puedo decirles que el miedo ha desaparecido a tal grado que traigo el cuello descubierto por cualquier cosa que pudiera ofrecerse jeje. Sin embargo, como dato anecdótico les confieso que no hay película que un servidor deje pasar que aborde a este oscuro y tortuoso personaje y créanme que volver a ver el film de Méndez me hizo confirmar que, como dice una popular canción mexicana: las películas vampíricas ‘me asustan, pero me gustan’

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