Cambiar de casa puede significar muchas cosas. En mi caso, prácticamente es en la misma ciudad. Será mi primera casa. Y como decía en un post antiguo, creo que será la única. Pero digo que puede significar muchas cosas porque implica de entrada, un cambio de aires, de ambiente, de vecinos, amaneceres distintos. Para muchos representa alegría, yo todavía ando con sentimientos encontrados. Por un lado con la adquisición, logro cuajar un sueño de mi adolescencia: tener mi propia casa, por el otro, es endeudarme por un espacio de 25 años de mi vida.
El departamento (pequeño) que habito actualmente me es suficiente, aunque a ratos el poco espacio me agobia. Y es que sueño con tener un jardín, un lugar para dejar la bicicleta, recámaras para que las visitas y amistades se puedan instalar cómodamente sin tener que sufrir metiendo a toda la tribu en un solo cuarto ó dormir en el piso, en el peor de los casos. Sueño con tener una cocina grande y que la luz del día inunde todos los rincones.
Como alguna vez comenté, seguramente será la casa en la que pasaré mi vejez…una vejez que se antoja solitaria ó tal vez, si bien me va, en compañía de mi madre ó alguna de mis hermanas. Me inquieta mi futuro en la nueva casa. Me inquieta el dinero que representa y los años por venir en los que prácticamente estaré restringido con muchas cosas que me gusta comprar actualmente.
Alguien (mera anécdota) me aconsejó empezar a ver lo de un testamento; idea que en otros tiempos me hubiese parecido descabellada pero que ahorita, aún con mi juventud (ver post de la década prodigiosa) si siento ya como algo que debo hacer en poco tiempo. Por supuesto, el ganón será Sebastián, mi sobrino…el más pequeño de mis sobrinos y el que en esa circunstancia es el más indefenso.
Ah sí, pero estoy metiéndome a caminos insospechados y realmente la intención del post es platicarles de mi nueva casa; así que si me lo permiten, igual les interesa lo que voy a contarles:
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La compré en preventa. Es decir, viendo sólo un cuadrito en un gran mapa. El fraccionamiento se llama
“Villas del Arte” (dar clic para el website) y cuando me eché la soga al cuello tenía un precio aproximado de 890 mil pesos. El modelo (existen 6) se llama
Gaudí y todas las casas tienen un estilo minimalista. Todo el concepto del fraccionamiento apunta eso, al
“arte” y lo que se entienda por él. Contará con bellos jardínes (en un inicio nos dijeron que habría hasta esculturas adornándolos, espero lo cumplan), ciclopista, un pequeño centro comercial y está definido como un fraccionamiento semiprivado. Mi casa tiene 3 recámaras, un cuarto de servicio, cocina, 3 y medio baños, una sala de TV, un mini estudio, sala, comedor. La recámara principal tiene balcón a la calle y un gran clóset.
Hace como 20 días firmé el contrato de compraventa y me aseguraron que en un mes me la entregaban. Sin embargo, hace como un mes fui a ver el esqueleto y lo que llevan de construcción. No tenía la mínima idea de donde estaba físicamente el lote que compré (imagínense) y esto fue lo que me encontré:
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Sinceramente, dudo que me la entreguen en un mes y no me preocupa. Ahorita estoy más preocupado por ver de donde saldrán las mensualidades, el dinero para amueblarla y para garantizar la seguridad de puertas, ventanas y jardín. Además, como estrategia, he pensado en rentar mi actual departamento y apoyarme también con algún incremento salarial que espero con los dedos cruzados. Es obvio que disminuirá la compra de DVDs, Cds, viajes de fin de semana y regalitos al por mayor.
Not anymore.
Pero bueno, pasado el shock inicial de ver el avance que llevan, conservo las expectativas de que lo que me entregarán será algo parecido a esto:
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Bonita ¿no? A ver qué ocurre. Ya les contaré como toman forma mis nuevos sueños viviendo ahí, pero seguramente eso será por marzo del año entrante.
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