Momentos de perdón, Señora Clarkson

Me adelanto: Siempre es un lujo ver a Patricia Clarkson en pantalla, un lujo y un deleite y para muestra este botón.

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Con cámara en mano y un inusual estilo de filmación en una película que pintaba para ser comedia romántica o chick flick, el director Peter Hegdes (guionista de About a Boy) debuta en la pantalla grande y realiza una película que puede tocar nuestras fibras más profundas.

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Lo confieso descaradamente, soy fan de las historias rosas. He sido duramente criticado (lo cuál me vale sombrilla) por manifestar que puedo preferir películas como Legalmente Rubia a ver alguna otra del llamado cine de arte, todo siempre, en función a mi estado de ánimo. Posiblemente sea un cursi reprimido que ha encontrado en este tipo de historias una especie de catársis, una liberación o simplemente una idealización de este tipo de sentimientos que de repente me invaden. Fue así como llegué a Momentos de Perdón (Pieces of April), buscando algo fácil de digerir y de mero entretenimiento y aunque no soy admirador de Katie Holmes (The Gift), la portada del DVD se empeña en hacernos pensar que se trata de una película de ese tipo. Pero vaya sorpresa, agradable sorpresa. Momentos de Perdón, contrario a lo que parece de primera impresión, es un melodrama muy bien logrado, con actuaciones sublimes y con una vitalidad contagiante en su interior que brinda eso, varias sorpresas.
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Katie Holmes-Cruise

¿Y de qué trata? Es día de Acción de Gracias y Katie Holmes es la hija rebelde que vive en una ciudad alejada completamente de la de su familia. La madre, la sublime Patricia Clarkson (Los Intocables, The Green Mile, Six Feet Under), ha volcado su cuidado y esmero en cuidar a los otros dos hermanos menores de April, dos jovencitos ejemplares que conviven, junto con el padre, en una especie de alerta permanente ante la enfermedad incurable (cáncer) que padece la madre.

Patricia Clarkson

La película nos muestra a detalle la experiencia del Día de Acción de Gracias desde ambas perspectivas: la de la familia, cuyo viaje de reencuentro con April está lleno de pequeñas viñetas que nos va sugiriendo lo que aconteció para resultar en ese distanciamiento entre ella y su familia, en una especie de mini road movie que enriquece la historia; y la de April, quien junto a su novio Bobby comienza los preparativos para recibir a la familia cuya odisea empezará a partir de la preparación del clásico pavo.

La cámara se mueve nerviosamente entre los personajes en una suerte de homenaje a Lars Von Trier. Katie Holmes brilla como pocas veces la he visto y seguramente esta cinta es de la única que puede preciarse en su filmografía. En su accidentado preparativo de la comida, tiene que salir de su ostracismo y pedir ayuda a unos recelosos y distantes vecinos que la ven como bicho raro. Es sin embargo este interactuar, el pretexto perfecto para delimitar y proyectar su personalidad y carácter.

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No hay duda, Patricia Clarkson (Joy, la madre), se lleva la película. Es obvio que la cinta trata de un reencuentro, así se plantea desde un principio, pero la forma en el que está resuelto se me hizo de lo más original, matizado, sencillo y de gran sensibilidad que haya podido ver recientemente en cine -que pinta- independiente. Y digo que la Clarkson se lleva la cinta porque muestra una madurez escénica que sólo he visto en actrices como Charlotte Rampling ó Helen Mirren (guardando las debidas proporciones y cada una en su estilo). Su personalidad y presencia en el film, confirma la seriedad con la que aparentemente quería ser contada la historia y se logra con creces. La película no es perfecta, pero más allá de su tolerable imperfección lo realmente importante es el sentimiento que la envuelve y eso se agradece y se disfruta.

Son las fotos del hijo de Joy las que imprimen los momentos de perdón del título. No palabras, no sonidos; una bella canción comienza a emerger mientras un nudo en mi garganta señala mi desbaratamiento. Creo que en todas las familias hay momentos como este y ahí radica la efectividad de la cinta, pues nos llega y nos llega fuerte. La sensación de ser algo conocido hará que la película perdure un poco más en nuestra mente y yo los invito a vivir la experiencia, aunque sólo se trate de una película sin mayor pretensión que hacernos pasar un momento agradable…de perdón.

No lo vean: El final