Siempre he pensado que las películas basadas en una novela exitosa y especialmente premiada, tienen el plus -de inicio- de poder apoyarse en una historia que ha sido redactada con cierto cuidado, con detalles redondeados y en donde a veces es posible encontrar verdaderas hazañas de investigación histórica y la película 'Posesión' puede presumir de ello principalmente porque se percibe, poderosa e indiscutiblemente, una gran novela detrás.
Existe el riesgo casi inherente de que al traspasar a la pantalla un gran libro (como es este caso) de que los resultados que se logren, no serán satisfactorios para el exigente lector o conocedor de la obra literaria y está claro también que solamente los verdaderos genios de la realización podrían lograr superar lo escrito, ya sea aportando nuevos elementos puramente cinematográficos o implantando una visión complementaria (no peleada) con la historia original.
Pero para entrar en materia, hay que retroceder un poco. Se han hecho dos adaptaciones para la pantalla grande de novelas de la escritora inglesa Antonia Susan Byatt. En 1995 se realizó 'Ángeles e Insectos' basada en su libro 'Morpho Eugenia', una interesante metáfora sobre una familia aristócrata de la Inglaterra victoriana estelarizada por Kristin Scott Thomas y Mark Rylance. El film, que pasó prácticamente sin pena ni gloria, comparaba curiosa e inteligentemente, las costumbres de la familia protagonista con las de los insectos (objetos de estudio del personaje de Rylance).
La segunda adaptación, es la que nos ocupa: 'Posesión', la novela con la que Byatt ganó el premio Booker en 1990 y relata la historia de dos investigadores contemporáneos que están a la búsqueda de elementos que permitan sacar a la luz, una relación sentimental que aparentemente existió entre dos connotados poetas de la época victoriana y que el mundo desconoce.
Los escritores (ficticios, hay que decirlo) Randolph Henry Ash y Christabel LaMotte fueron, según lo sugieren las pistas, algo más que simples conocidos. Es por ello que Roland Michell (Aaron Eckhart) al descubrir en una biblioteca unas cartas escritas por Ash LaMotte, busca la ayuda de Maud Bailey (Gwyneth Paltrow) -quien conoce muy bien la historia de la poetisa- para intentar desentrañar el misterio. Poco a poco, al ir encontrando cartas y poemas escritos entre estos dos amantes, Maud y Roland exploran también sus sentimientos, provocándose finalmente que el amor surja entre ellos.
‘Posesión’ –el film- también tiene sus errores de ambientación y esto se nota en el mundo de los escritores, sintiéndose plástico y superficial, pues no lograron darle vitalidad y coherencia al ambiente victoriano. Y es que es muy extraño porque todo parece estar ahí, el vestuario de la época, la arquitectura, los objetos; sin embargo, ayuda más el exquisito trabajo de la actriz Jennifer Ehle en su papel de la poetisa LaMotte para hacernos sentir inmersos en esos años, que todos los utensilios colocados en escena.
Y es que Ehle, con su rostro de porcelana, sus finas maneras, su elegante caminar y la ambigüedad que proyecta personificando a Christabel LaMotte, se roba la película. La actriz, con un gran parecido físico a Meryl Streep (algunos recordarán el clásico 'La amante del teniente francés' al lado de Jeremy Irons), logra proyectar sensualidad e inteligencia inquietantes, cualidades con las que logra atrapar al escritor Randolph H. Ash poniendo de cabeza su mundo, quién aún siendo casado y ella con una amante (la pintora Blanche Glover), decide dejarse llevar por la pasión que está experimentando.
La dupla contemporánea (Paltrow y Eckhart) se sienten tibios en escena y definitivamente creo que el film no forma parte de los trabajos memorables de Gwyneth. Me quedé con la idea de un error del guión al delinear su personaje como una mujer dulce y a veces coqueta pues leí que en la novela, su personaje Maud Bailey es fría y distante y no es lo que vemos en la cinta. No hay pues gran diferencia en matices actorales con la Paltrow de ‘Posesión’ y la que vimos en 'Si yo hubiera' (Sliding Doors) o 'El talentoso Sr. Ripley' del desaparecido Anthony Minghella. Sin duda, un personaje más en la línea del que creó para 'Grandes Esperanzas' (hostil y calculadora) de Alfonso Cuarón hubiese dado mejores resultados. Aaron Eckhart por su parte, a quien recordamos por su papel en 'Erin Brockovich' y colaborador habitual de LaBute, realiza un sencillo trabajo actoral con la carga a cuestas de la endeble línea narrativa que une su personaje al de Gwyneth. Esto no parece ser un error, pues únicamente se ciñen al hecho de que la novela da mayor prioridad e importancia a la historia de los poetas Christabel LaMotte y Randolph Henry Ash (Jeremy Northam) que a la dupla contemporánea.
La cinta es un homenaje a la Poesía, a la escritura; los pensamientos que Maud y Roland van leyendo durante toda la historia son exquisitos, aunque para los que no hemos leído la novela, puede parecer un recurso excesivo la cantidad de poemas que se transcriben y seguramente algunos de ellos no encuentran eco en nosotros porque no tenemos el antecedente de la situación que se está contando (es decir, no se ve en pantalla -¿error de adaptación?-), que seguramente el lector del libro sí conoce; aunque cabe la posibilidad de que la transcripción funja como mero dato ilustrativo y nada más.
Y es que hay una sensación muy grande de que el director LaBute solo está ilustrando lo que el texto dice. No sabría decir si experimentar esta percepción sea benéfica para el espectador (creo que no), pero es claro que es una fuerte indicación de posibles errores en la adaptación de la novela al guión cinematográfico.
Pero hay momentos poéticos que si emocionan y que hacen valer la pena el boleto siendo uno de ellos el suicidio de Blanche -la amante de LaMotte-, pleno de desesperanza y tristeza. Es incluso posible deleitarse con la bella fotografía que logra Jean Yves-Scoffier, que en ciertas imágenes nos hace recordar otro estupendo trabajo fotográfico pero realizado por el australiano Stuart Dryburgh con ‘El Piano’ de Jane Campion; hay que poner especial atención a las imágenes del mar y de ese lago en donde Blanche (Lena Headey) se suicida pues son extraordinarias.
Y hablando de medias tintas, otro que se queda a medio camino es Gabriel Yared con su banda sonora. Hay muchas coincidencias con obras anteriores como ‘El Amante’ de Jean Jacques Annaud y posiblemente de ‘El Paciente Inglés’ pero definitivamente no alcanza esos niveles de calidad. Sin embargo, a pesar de ser casi imperceptible su trabajo musical, sí es posible identificar las bases creadas para ilustrar y diferenciar cada época del film poniendo especial empeño en la partitura clásica (que incluye violínes, teclados y piano) para la etapa victoriana. Pero a pesar de este acierto, la música de 'Posesión', prácticamente puede pasar desapercibida ya que queda reducida a mero acompañamiento de imágenes y aunque es identificable el estilo de Yared, no deja de ser convencional.
Me quedo finalmente con la inquietud de leer la novela. Es evidente porque se siente, que la novela de A.S. Byatt tiene muchísima más fuerza emocional y riqueza histórica. Es evidente también que hay un gran libro detrás; creo que este es el gran mérito del director Neil LaBute en el film: el haber logrado hipnotizarme para salir corriendo a buscar 'Possession' (el libro) y así enterarme, con lujo de detalles (que no encontré en pantalla), de todo lo que acontece con esta gran historia de amor.
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