30 noviembre 2009

Regreso a lo básico: Lykke Li

Lykke Li
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Estaba muy a gusto comiendo palomitas, meciéndome en mi asiento del cine, moviendo nerviosamente mis dedos en el descansabrazos, volteando a ver el reloj con ansiedad y revisando algún mensaje de entrada que iluminaba mi celular cuando me percaté que estaba en el estreno de ‘Luna Nueva’
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Y es que de pronto, como a media película, el encantamiento me llegó por el oído: me dije: “a ver, a ver… ¿qué es lo que estamos oyendo…?” y recordé súbitamente que el director de la película Chris Weitz podría no ser lo suficientemente competente cinematográficamente hablando pero podía presumir de un buen gusto musical con el que adorna sus cintas y para muestra la afortunada selección de canciones que hizo con su hermano en aquella película del 2002 'About a Boy'.
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Asi que guardé respetuoso silencio cuando un sonido elegante de un piano de ejecución sencilla pero contundente acompañaba una extraña voz, mezcla de niña con un aire nostálgico… De primera impresión pensé que se trataba de Björk, pero no. La voz era un tanto más magnética, juvenil y atrayente (que ya es decir bastante). Las imágenes que sucedían en el bosque eran en cámara lenta lo cuál contribuía al aire poético del momento…pero, ¿quién canta? –pensé, nuevamente-.
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Salí del cine con la obsesión de buscar a la intérprete de tan singular pieza y acabé mi fin de semana totalmente sumergido en el material de esta chica. Es sueca, se llama Lykke Li (23 años) y me parece que me he encontrado con tremendo diamante en bruto.
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Para empezar ya me adelanté clasificándola en la camada de artistas que realmente transmiten algo. Es muy joven pero su rostro (que no es el típico de facciones finas de muñequita de aparador), su forma de interpretar y la simpleza de sus canciones se salen de lo ordinario. La canción que escuché en ‘Luna Nueva’ se llama ‘Possibility’ y es la que seguramente la está poniendo en el candelero a nivel mundial pues la taquilla de la película es alucinante y no faltarán los que como yo, ‘descubran’ a Lykke Li por el film aunque haya sido en el 2008 cuando lanzó su primer y único disco a la fecha: Youth Novels.
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De aire ‘indie’, la misma cantante conceptualiza su música como 'una mezcla de soul, electro y poderoso y azucarado pop’, lo cierto es que en mi opinión la fuerza de su música radica en la aparente simplicidad de la misma. A veces aparece armada con panderetas, campanas y un par de baquetas (sin dejar de lado a sus músicos, que tampoco son tantos en escena, dos o tres cuando más) que complementan su interpretación y cuya voz me mantiene en vilo pues su timbre pareciera a ratos no llegar a los tonos más agudos o altos pero hay que tranquilizarnos porque todo está orquestado para hacernos sentir esa ansiedad logrando dar los tonos sin complicación. Su voz es una especie de banda elástica que mueve a voluntad y que para ejemplificar elegí un sencillo llamado ‘Tonight’ cuyo video filmado en blanco y negro, una sola toma (al parecer grabado en concierto en vivo) y su interesante rostro (me quedo petrificado cuando lo levanta de perfil viendo a la cámara) dan cuenta de que no se necesita nada más para emocionar hasta la médula.
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Y si de ampliar su rango se trata, escúchenla con su encantadora ‘Dance, Dance, Dance’, al terminar se quedarán con un sentimiento de genuina alegría y eso... es impagable.

24 noviembre 2009

'Luna Nueva' de Chris Weitz


La premisa de que el Cine siempre estará en deuda con la literatura es de todos conocida. Es raro encontrarse con trabajos fílmicos que le hagan justicia al libro del que preceden y con esto casi puedo adivinar el pensamiento de quienes me leen donde aparecen títulos como Blade Runner, 2001 Odisea del Espacio, El Señor de los Anillos, etc. como los ejemplos más afortunados (algunos dirán que incluso superando a los libros, como el caso de la película de Ridley Scott). Del otro lado de la moneda, hay infinidad de fallidas adaptaciones y en los que irremediablemente solemos exclamar: “¡es mejor el libro!” y la lista -que omito consignar por falta de espacio-, sería interminable.
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Hay sin embargo, algo en lo que no había reparado sino hasta estar viendo ‘Luna Nueva’, la segunda entrega de la saga ‘Crepúsculo’ (vehículo que sin duda hará de Stephanie Meyer la nueva millonaria de las letras) y es una suerte de rayos X que traspasan al libro, lo exhiben y evidencian dejando entrever la pobreza de situaciones maquiladas por su autora que seguramente en el papel se pueden realzar o ‘maquillar’ pero que al traspasar a la pantalla no dan el ancho emocional por mucha realización que el director le invierta al asunto.
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Trabajo fotográfico del español Javier Aguirresarobe
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Y me causa extrañeza encontrarme con este vértice porque hace algunos años me sorprendió descubrir el lado opuesto de esta misma situación. Viendo ‘Posesión’ (la película de Neil LaBute realizada de manera correcta pero fría, sin pasión) dejaba entrever -sin haber leído una sola línea del libro-, que la novela homónima de Antonia Susan Byatt escondía entre sus páginas una superioridad narrativa y de contenido poco usual. La sugerencia llegaba por todos lados, pues la cinta me gritaba la riqueza de historia que seguramente se había quedado en el limbo por no tener el director la habilidad de proyectarlo.
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Así que casi pude imaginar el rostro de Meyer viendo como en su ‘Luna Nueva’ sus personajes danzaban en escenarios y situaciones poco creíbles (jóvenes musculosos semidesnudos corriendo por los bosques ante la mirada indiferente de la gente del pueblo como si se tratase de algo habitual); incongruentes, como la violenta pelea entre Jacob transformado en lobo y otro de su jauría a causa de Bella para instantes después ser los grandes amigos de siempre -sentí de verdad que me tomaron el pelo- y la celebración en Europa de una fiesta antivampírica multitudinaria y ¿que creen? en el edificio de al lado con trono y ajuar, la plana mayor de ellos aquí llamados los Volturi. Imaginé pues a la escritora deseosa de salir de la sala a darle delete a ciertas partes de su texto para reescribir giros más emocionantes en su segundo tomo y poder estar al nivel de todo lo que está generando su saga, empezando con noticias de récords de audiencia y el título de bestseller etiquetado en sus libros.
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‘Luna Nueva’ es el melodrama casero, sin duda con mayor presupuesto que Crepúsculo (la primera entrega) y se nota; con una actriz que tiene potencial (Kristen Stewart), otro al que le faltan registros actorales (Robert Pattinson) y uno nuevo que provocó las mayores exclamaciones de la muchachada por la facilidad para quitarse la ropa (Taylor Lautner); efectos visuales regulares, pero con un trabajo fotográfico sobresaliente. Un film que a mi parecer -y aunque suene gracioso- tiene sus mayores puntos en la selección de canciones donde desfilan The Killers, Thom Yorke y una chica nórdica de nombre Lykke Li que con su rola Possibility le da la oportunidad al director Chris Weitz (con mejor desempeño en 'About a Boy') de explorar su vena poética en una secuencia bien lograda en el bosque. ¿Qué más? Ah sí, la banda sonora de Alexandre Desplat se me hizo totalmente artesanal y de encargo y ya como conclusión (demasiados bytes dedicado al film, la verdad) el curioso comentario de mi acompañante que dejó entrever que 'por la cantidad de gente asistiendo al cine, la película tenía que ser buena'. Nada más alejado de la realidad.

Vayamos pues a compenetrarnos con el boom, aunque sea nada más para no sentirnos fuera de este mundo.
.. critica pelicula luna nueva new moon

20 noviembre 2009

...and I don't know why

Hoy ando particularmente sensible. No sé si es el día, no sé si es el clima, no sé si es la gente, no sé si es mi vida…
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No hay cambio en ella.
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Y una canción como esta complementa perfectamente mi estado de ánimo.
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Los de Keane pueden morir tranquilos. Han creado una belleza de canción que curiosamente mantuve por ahí guardada mucho tiempo (años), sin escuchar. De esas canciones a las que uno no presta atención suficiente al comprar el disco, que pasan desapercibidas o que solo suenan ‘bonitas’ sin sentirnos involucrados. Apenas la rescaté y no puedo dejar de oírla, pues me siento muy identificado con la letra aunque si la escuchan detenidamente notarán una música singularmente inspirada.
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Como dato a saber, la revista Rolling Stone la ubica en el número 28 de las 100 mejores canciones del siglo XXI y The Sun en el 79 de las 100 mejores de todos los tiempos
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Yo solo sé que me gusta…y me llega a niveles impensables.
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10 noviembre 2009

Los placeres realmente solitarios


Recientemente viajé a Río Lagartos (en Yucatán) con un compañero (y he de decir, nuevo amigo) de la Maestría. Más allá del anecdotario del viaje, que aún con amenaza de lluvia durante todo el trayecto fue algo realmente satisfactorio, ocurrió un detalle que me dejó perplejo (si, con ‘rpl’) y tiene que ver con la relatividad de las cosas.
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Íbamos muy a gusto, escuchando música. Yo previamente hice una selección (depuración pues) precisamente para oír cosas agradables en carretera y que no me saliera (al azar) alguna sorpresita inesperada tipo Napoleón, Leonardo Favio o Tatiana (sí, a todos los tengo en el IPOD y ya conté el origen de tales inclusiones). Traté de equilibrar un poco la selección a la hora de armarla pues más o menos conocía a mi acompañante y sabía que, de entrada Lila Downs (y todo lo que sonara digamos tradicional, mexicano, folclórico y a trova) tenía que estar.
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Pero se me hacía egoísta tratar solamente de alegrarle el oído a él y decidí meter mis gustos; al menos lo más accesible para un compañero de Maestría, léase Nyman (hay temas excelentes para viaje en carretera), Tiersen o hasta Korzeniowski a quién traigo naturalmente de batalla (Danube, no podía faltar, ¡claro!). La Méndez fue descartada por obvias razones, pues mi cuate si algo tiene es un sentido del humor bastante cáustico que me produciría seguramente tener que justificar mis gustos y sinceramente no le vi el caso (ella es para cuando viajo solo y/o sabiendo de antemano que otras amistades comparten esta afición).
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Así las cosas, me encontré de repente disfrutando a Lila, Caifanes y a Mercedes Sosa que se alternaban peligrosa e incongruentemente con temas en inglés de Coldplay, Depeche Mode y The Killers. También puse agua de mi molino y en plan de relajo le aventé trivias con los primeros segundos de algunas rolas de antología (mientras el manejaba) emergiendo entre carcajadas la tesoro Laura León, Chico Che y su Crisis.
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Pero llegó el turno de Nyman (digo, ya me tocaba algo personal). Todavía recuerdo que le dije: “oye esta maravilla” y le di play a la primera parte del MGV (Musique à Grand Vitesse) que compuso Nyman para el Festival de Lille en Francia (en el 93); entrarle a MGV es entrarle verdaderamente a la velocidad de las cuerdas de Nyman y creí que mi amigo terminaría rendido.
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Pero nada, no le produjo nada.
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Terminó el tema y con un optimismo más receloso, me dije: “Ok, probemos con algo más accesible” y me seguí con Korzeniowski y su ‘Danube’ mientras él se limitaba a imitar gutural y pobremente el sonido repetitivo de tan deliciosa melodía golpeando tenuemente con los dedos el volante y de plano me percaté entonces de que, por ser ‘sólo música’ (instrumental, si pudiese malamente decirse) la experiencia auditiva no estaba al suficiente nivel emocional que los tamborazos de Lila Downs por ejemplo (sin decirlo despectivamente, pues Lila me fascina). De reojo vi el estéreo del auto y sentí tan minimizada toda la orquestación y mi sentimiento que estuve a un paso de subirle más el volumen, voltear a verlo, sacudirlo un poco y decirle: “pero…¿cómo es posible que no te inspire algo tanta grandiosidad?! Damn it!!” (Plaf plaf -Batman dixit)
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Ni modo. Ya me di cuenta que cada quién anda en su rollo, con sus gustos exaltados y sus dioses intocables. Por lo pronto, escuchar a los míos definitivamente tiene que ser en solitario y disfrutarse a niveles inconmensurables sin compañía, a máximo volumen y con los sentidos puestos totalmente en cada instrumento, en cada movimiento y en cada sonido. Con mi compañero de viaje, mejor terminamos cantando al unísono y a todo pulmón “Bella” de Mijares, mientras los tracks de Nyman y compañía, se perdían discretamente en la profunda vastedad de mi reproductor.
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