Ayer me dijeron, en una reunión que tuve (sentados a la mesa 4 personas), el peor piropo que se le puede decir a alguien. El Contralor, que viene cada mes a revisarme cifras, contaba la anécdota de que conoció a alguien que se metió en broncas económicas terribles por una mujer. Ante la pregunta curiosa de mi jefe directo cuando dijo más o menos esto: “¿pero que le vio? ¿al menos estaba guapa?”, el contralor respondió: “No, no, horrible la mujer, de verdad fea…vamos, si él hubiese sido mujer (señalándome) sería guapo al lado de la mujer esa…” 2 Todos rieron pero yo si sentí algo en la garganta y no sé si decir que por ganas de vomitarle encima o un nudo para llorar porque alguien me dijo “guapo” (cualquiera que haya sido la circunstancia y el enfoque) jaja 2 Hoy amanecí pensando en todo lo que un subordinado debe padecer en ciertas ocasiones con tal de no agriar un momento ante una de las máximas autoridades de la empresa (a nivel corporativo) para la que se trabaja.
Ni hablar, algún día se revertirán las cosas. 2
P.D. Y aclaro que el (la) de la foto de arriba, no soy yo.
Falta poco para terminar la Década Prodigiosa, 3 años más y se acabó. Creo que eso me permite hacer un balance y en mi caso decir que esta década, en el fondo, me está dejando insatisfacciones aunque al reverso de la moneda, mucho aprendizaje. .
Hasta este momento en esta década he conocido el DESAMOR (con mayúsculas), la infidelidad, las relaciones tormentosas, la apertura sexual (aquella que no se consigue cerrando el ojito y enamorando), la soledad; enfermedades que nunca antes había sospechado empezaran a aparecer como esas dolencias estomacales, las riesgosas sexuales (que tienen a un amigo prácticamente viviendo en una esfera de cristal); a que ya no entras en ciertos círculos juveniles, a que se disminuyen fuertemente las probabilidades de estar con alguien; a los problemas monetarios por deudas contraídas más grandes que en toda tu vida; a que empieza la decadencia física, a que los intereses amorosos cambian y ya mejor sueñas con alguien viviendo a tu lado cuando ahora todo es más independencia y cada quién en su casa y si nos vemos, bien gracias; a verdades que iluminan la existencia, a pensar de cuando en cuando en la muerte, en lo hermoso que puede ser un amanecer; en que te debes cuidar físicamente en este mundo donde impera la belleza física o donde al menos es la llave para que alguien te permita entrar en su campo de visión y después le maravilles con tu mente; en la competencia -fuerte y desgastante- laboral, en que tienes que seguir preparándote, en los posibles planes (de entrarle a la docencia, más adelante en mi caso) futuros, en los planes de pensión; en cómo será Dexter cuando tenga algunos años ó este viejito, si permanecerá conmigo; si llegarán mas amigos; que si el calentamiento global, la crisis monetaria, la influenza o el huracán y sobre que otras desgracias nos depara este mundo en los tiempos por venir.
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Hoy cumplo 37 años y no lo digo con facilidad y debe ser por algo que en el fondo me da miedo explorar. Me he dado cuenta de que todo es cíclico, que hay tiempos en los que estoy con ánimo de ejercitarme físicamente, otros de pasármela viendo tele y películas todo el tiempo libre que tengo, que vienen personas, que otras se van o algunas que uno mismo las saca de nuestro camino por salud mental pues no se quisieron dar cuenta que tenían a ALGUIEN enfrente y mejor decidieron la misma vida vacía y libertina de siempre huyendo a los compromisos, pero…
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Hoy que cumplo 37 años también me percato que bajo este ciclo relativo, el AMOR puede volver a aparecer en donde uno menos se lo imagine. Y si no es Amor, es algo que se le parece mucho y sólo por ese hecho es relevante. Hay una luz en el camino, muy débil, muy tenue, esperanzadora de que puede surgir alguien y es al menos de momento, gratificador y motivante. Me ayuda a levantarme temprano, a desear continuar haciendo ejercicio, a ‘ponerme guapo’ y llegar a la oficina con otro ánimo y sobre todo a mantener como estúpido y de manera permanente una sonrisa que tenía tiempo no mostraba tan genuinamente.
No me hago ilusiones, no forzaré nada; me conformaré con observar y dejar que las cosas fluyan por si solas. Dios, me doy cuenta con qué poco puedo estar feliz. Hoy pues estoy feliz y eso curiosamente, no parece poca cosa.
Llego un poco tarde al cine, aún así alcanzo a sentarme con ligera ansia y cansancio repentino producto de la subida de escaleras -damn!- y de caminar de puntitas en el pasillo (se debe sentir feo que te pisen los pies) y me enfilo al asiento mientras escucho a la niña mamona a mi espalda decir: “tenemos un papá pirata”
2 Decidí venir solo, así que me pongo a tono; es decir, de observador distante de lo que me muestran en la pantalla como si fuese yo un ‘comprador escéptico’; con compañía, otra hubiese sido la tónica (la sonrisa permanente, el voltear y prestar oído a cualquier comentario nimio, etc.)
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En esas estoy cuando veo a Christian Bale en el trailer de Terminator. Corriendo, gritando, disparando, trepado en autos, en franca persecución. Y pienso: 'Este cuate... lo que hace para entretenernos; las compañías productoras, el tiempo invertido, el dinero…’
2 Es pues toda una maquinaria montada para entretener a los humanos(los humanos eh? nótese la profundidad del sesudo momento) en su paso por este mundo. Wao!…'en su paso por este mundo’
2 Y sigue el comercial de Cinépolis con su segunda versión de los estrenos cinematográficos acompañados con música que parece de Bob Sinclar. ¡Cuántas películas! ¡cuánta gente involucrada! ¡cuánto tiempo! (pienso nuevamente)…para entretenernos.
2 Justo en esa reflexión, recuerdo la noticia del fundador de la empresa para la que trabajo que murió recientemente -y a una edad avanzada- y pienso que la compañía se la dejó a sus hijos y seguramente éstos harán lo mismo con sus hijos…
2 …y pienso en como los humanos cambian de empleo, en cómo se van de un lugar para vivir en otro, en cómo se casan, en cómo están en una oficina varias horas al día, en los que van en sus autos, los que están en la escuela, en los que saliendo se van a casa, duermen y se levantan para volver a la rutina del día anterior, para llegar el viernes (ó sábado) ir al cine (o leer, o ver tele, etc.) y… que alguien los entretenga…como a mí (o debí decir YO?) en este momento... 2
La escena es magistral. Una alberca, cuerpos que vuelan sobre el agua en cámara lenta, un rostro inocente que no sabe lo que ocurre a su alrededor mientras contiene la respiración bajo la superficie y yo experimentando la malsana satisfacción de ver semejante tragedia como quién observa un acto de justicia divina. Es el clímax del film y me siento extrañamente regocijado aunque perciba que me están obsequiando una visión parcial del dantesco cuadro; es como si Tomas Alfredson, el director, supiera perfectamente que estoy siguiendo todo desde mi seguro escondrijo y que tengo, como su protagonista Oskar, estos instintos emergiendo cuando ya no hay más salida que matar o morir.
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Se trata de la película ‘Déjame entrar’ y es simplemente sensacional. Experimento un entusiasmo como muy rara vez en los últimos tiempos que sin embargo contrasta grandemente con el ánimo de algunos espectadores en la sala que empiezan a bostezar. Me pregunto qué es lo que no encaja en su endeble entusiasmo pues mi razón no logra justificarlo, pero ya creo saber lo que ocurre.
2 Y es que una gran parte de conectarse con el film proviene del gusto por el género vampírico; hay que tenerlo aunque todos sepamos que es un género susceptible de caer en clichés o situaciones tan repetidas que a pocos sorprende que se retomen en este nuevo film. Y es que no hay nada nuevo bajo el sol y viendo la película, he encontrado sumamente agradable el hecho de que toda la alusión vampírica de la cinta (es poca, en realidad) no es más que el pretexto para unir piezas de un engranaje mucho más profundo que el de meramente revisitar esta variante del personaje de Bram Stoker.
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El ser sanguinario es ahora tortuosamente encarnado en una misteriosa y pálida niña que aparece en la vida de Oskar, un pequeño de 12 años con una problemática tan compleja que fácilmente un director como Larry Clark (Kids o Bully) podría hacerlo protagonista de cualquiera de sus películas. Oskar es un ser triste y solitario al que le gusta coleccionar recortes de prensa sobre asesinatos violentos. Nada le atrae más que convivir con Eli, su nueva vecina que se convertirá en su primer amor, aún sabiendo más tarde que es una vampira.
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2 Y es que Oskar sufre el acoso de sus compañeros valentones de la escuela, que no pierden oportunidad para humillarlo, golpearlo, herirlo. Sus padres están separados y Oskar tiene que pasar algunas temporadas con su padre que ya tiene nueva esposa. Por otra parte, su madre desconoce la realidad del acoso que padece su hijo. Oskar sin embargo no es débil, sólo necesita un breve empujón que lo ayude a hacer emerger ese ímpetu y deseo de venganza con tintes monstruosos y sorprendentes que sin dudarlo serán materializados por Eli quién los ejecutará (para beneplácito de todos) con rostro de inocencia y olorosa fragilidad.
2 A la par del asunto vampírico, algunos perciben ‘lentitud’ en el desarrollo del film. Pero es una lentitud que genera la atmósfera misma de la película, que se enmarca en una preciosa fotografía invernal y que acentúa los colores azul y rojo logrando palidecer los rostros de Oskar y Eli a grados fantasmagóricos. Pero es esa –aquí- mal llamada lentitud (que a mí me parece catarsis pura) la que le imprime fuerza a los asesinatos, a las noches nevadas, a la vocecita indefensa de Eli pidiendo ayuda cobijada en la penumbra de un viejo puente; a escuchar –y ver, claro- como escurre la sangre de una víctima hacia el depósito del ‘protector’ de la niña quién -para no generar sospechas de que un monstruo más sanguinario azota la región- se ha convertido en un asesino que la provee de sangre.
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El director ha impresionado de manera positiva en los festivales en donde ha presentado su film basado en una espléndida novela escrita por John Ajvide Lindqvist, pues el estilo que le imprime a su largometraje no parece de ópera prima. Su maravilloso cuento tenebroso, está realizado dejando de lado la carga erótica del mito vampírico para centrarse en la inocencia del amor, matizado por nieve en noches que se antojan eternas.
2 Han pasado los días y 'Déjame Entrar' continúa perforándome la cabeza. De cuando en cuando viene a mi mente la secuencia que detallo al inicio de este texto. Lograr eso en la mente de los actuales espectadores, no es fácil. Pero es en su simplicidad en donde radica su magnificencia y la escena pasará, sin duda, a formar parte de la memoria fílmica que sobrevive al paso del tiempo. 2
Hoy amanecí con ganas de hablar de la Méndez. Sí, sí, sí, ya veo venir la pléyade de comentarios en contra de esta afición mía que raya en fanatismo y lo siento, no puedo evitarlo. Y menos puedo evitarlo cuando veo como su telenovela ícono, es manoseada y refriteada ya en dos ocasiones. Una vez llamada Acapulco, Cuerpo y Alma y ahora Sortilegio. Jamás vi la que protagonizó Patricia Manterola. Ese esfuerzo de Televisa por revitalizar esa novela (de la que ya hablé en una ocasión) se me hacía a todas luces fallido (¿Saúl Lisazo de galán? duh!); en consecuencia y como todos ustedes saben, el intento pasó sin pena ni gloria aún con la Manterola enseñando un cuerpo más trabajado -sin duda- que el de la Méndez.
22 Ahora llega con bombo y platillo Sortilegio, con innumerables guiños a la novela original: María Zarattini se adapta y reinventa a sí misma, rellenando huecos que en la novela de hace ya más de 20 años nunca se tocaron a fondo. También recurren a nombres de personajes de la entrega pasada como Raquel (nombre del personaje de Chantal Andere quién hace el papel de Liliana Abud en Tú o Nadie); por ahí alcancé a escuchar que alguien se llama Maura (que originalmente era Ursula Prats); Victoria (ahora Daniela Romo), etc; reaparece Guillermo Zarur como el inolvidable mayordomo de los Lombardo, y en resumen, toda la línea argumental guardando gran similitud con la novela de la Méndez.2
2Sortilegio -Carla Estrada
3 Sé que es muy temprano para empezar con las descalificaciones de Sortilegio, pero lo poco que he visto si no lo arreglan, puede resultar en tremendo fiasco. Sí, sí, bonitas locaciones pero Yucatán no es Guerrero (y viceversa); William Levy no es Andrés García, la Romo no es Magda Guzmán y la Bracamontes no tiene, ni volviendo a nacer, el rostro y la presencia de Lucía.
2 Alguien vendrá y me dirá que no compare, pero lo cierto es que toda la intención del post es hacer hincapié en que hay cosas que “no deben tocarse” y una de ella es la novela de la Méndez (es de ella y de nadie más). Aún con los años, Tú o Nadie conserva una fuerza interior, una emoción e intensidad que Sortilegio no me transmite. Empezando con los protagonistas, con un Levy que parece niño fresa con nula expresión escénica; un antagonista (David Zepeda) instalado en “soy malo, muy malo” sin los matices que Salvador Pineda sí manejaba (aún con sus limitaciones actorales) y Daniela Romo que -con la horrible peluca que trae todo el tiempo- simplemente no proyecta la clase y dominio actoral que Magda Guzmán manejaba a la perfección.
2 Jacqueline Bracamontes se cuece aparte. Es muy bonita, sin duda, pero le falta la coquetería, el dominio de la cámara y 'la atmósfera' (asi mismo) que la Méndez lograba con sólo colocar su rostro en pantalla. Era sin duda EL rostro que nos dejaba estupefactos. Un rostro bellísimo que no hace más que provocarme una gran nostalgia cuando reviso los clips de video que algún buen fan de la novela subió en YouTube. Y esto, lo sabe perfectamente Carla Estrada, a tal grado que ya le pidió de entrada a Jacqueline se aviente un par de kilos arriba pues tanta delgadez no impacta positivamente y eso sin dejar de lado que, sin que desee yo ser profeta, comenzarán a cambiarle el look a ‘Maria José’ (Raquel sonaba mejor) intentando que la Méndez haga una suerte de ‘presencia’ en su personaje, ya lo verán.
2 Es notorio como Televisa se empeña en mostrar la belleza de México de una manera casi injustificada y no porque las locaciones no valgan la pena, sino porque corren el riesgo de, por querer mostrar tanto, traicionen la línea argumental de una historia de pasiones que no necesita tanto moño y postales de artesanías, cenotes y trajes típicos.
2 La casa Lombardo nunca será tan espectacular como ‘la de Acapulco’; en Sortilegio se siente el ‘forazo’, la tablaroca y plastilina. Escénicamente no se ve pues la mano de José Rendón, ni la de Ernesto Alonso produciendo, aún con Carla Estrada (que hace años no se anota un éxito) detrás.
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Secuencias acartonadas, actuaciones que rayan en la caricatura (sello de la casa de algunos años para acá) como Alejandro Tommasi dando cátedra en este rubro y haciéndole segunda Fernando Allende del que sigo sin reponerme del impacto que supuso verlo en trusa al inicio; y por último, una canción interpretada por IL DIVO (artistas de lujo, según los ojos) que hace parecer a “Corazón de Piedra” una obra maestra.
2 Observo pues con singular decepción los avances de Sortilegio. No dudo que alcance cierto éxito entre la nueva chamacada que se impactará más con el físico de los protagonistas que por la manufactura de esta nueva versión que aún con todo lo comentado, tiene la base de una historia atractiva (de las novelas de antaño). Viendo la versión de Carla Estrada es inminente la idea de que “época pasada fue mejor” y esto –tengo que ser tristemente objetivo- aplica también con Lucía.2
Siento que alguien, el destino tal vez, me jugó una mala pasada y es que parafraseando a Asimov con su máxima robótica "No se puede dañar a ningún ser humano bajo ningún pretexto" a mi me implantaron un chip que me impide, bajo cualquier circunstancia, ser promiscuo y andar de cama en cama.
Realmente detesto ser así. 2
Me gustaría ser valemadrista, salir, conocer gente y si la persona me gusta (en esas citas de ocasión), ‘echarme una cana al aire’… 2
Pero no puedo.
Hay algo que me lo impide.
No concibo besarme con personas desconocidas, de las que no sé sus hábitos de higiene, si traerán o no alguna enfermedad, si me saldrá alguien con instintos psicópatas o si me rechazarán a la hora de la hora.
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Le decía a mi psicóloga que soy un ser disfuncional. Que me cuesta trabajo interactuar con los demás, que aunque en el fondo estoy deseando estar con alguien al momento de la verdad prefiero el aislamiento.
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¿Así cómo? 2 Carajo!
2 Y yo como vil estatua, por el maldito chip que tengo insertado en alguna parte de mi cabezota.